Blogia
CAUSA ABIERTA

Los gallegos quieren respuestas sobre el Prestige

Los gallegos quieren respuestas sobre el Prestige

La costa de Galicia es verde y escarpada, salpicada de calas desiertas de arena blanca. Pero este atractivo paisaje fue testigo de uno de los peores desastres medioambientales de de la historia de España. El 13 de noviembre de 2002 el buque petrolero Prestige sufrió una grave avería frente a estas costas. Una semana después la embarcación se partió, vertiendo más de 60.000 toneladas de crudo en el mar.Recientemente se ha finalizado un informe de 266.000 páginas sobre el accidente, lo que allana el camino para que se celebre a finales de año lo que ha sido calificado como el "megajuicio" del Prestige.A diferencia de lo ocurrido con el vertido en el Golfo de México, en el que la petrolera British Petroleum (BP) tiene que hacer frente a importantes pagos de compensación, la complejidad de la normativa sobre el tráfico marino internacional hizo que España sólo recuperara una pequeña parte de los US$832 millones en daños que se estima causó el accidente del Prestige.Pero muchos gallegos ven el juicio al que se someterá al capitán y la tripulación del buque, y al director de la compañía mercante en Madrid, como un medio para obtener respuestas, no dinero.Quieren saber quiénes fueron los responsables del desastre y que les den seguridad de que un accidente de este tipo no volverá a repetirse.Ocho años después del desastre, la recuperación de la zona afectada ha sido notable.Durante semanas, la carga tóxica que vertió el Prestige cubrió las playas de Galicia.Mientras los equipos de voluntarios se afanaban por limpiar el manto de crudo de la arena, no dejaban de llegar nuevas olas negras.En una región conocida por sus pescados y mariscos, los pescadores temían acabar arruinados.Cerca de 26.000 personas dependen del mar en Galicia, pero a causa del vertido todas las actividades pesqueras fueron prohibidas."Nunca vimos algo de esas dimensiones", recuerda Francisco Iglesias, del pequeño pueblo de O Grove."La gente tuvo que recoger el petróleo con sus propias manos en sus barcos".La prohibición de la pesca se prolongó por varios meses en el momento de más actividad del año.Las compensaciones del gobierno no tardaron en llegar: alrededor de 1.500 euros (US$1.862) por mes para cada pescador.Es mucho menos de lo que hubieran obtenido trabajando con sus barcos, aunque les ayudó a sobrevivir. Hoy, la mayoría de los barcos están trabajando de nuevo.Iglesias asegura que la captura media se redujo en un tercio tras la veda pesquera. Pero las poblaciones de peces se recuperaron y los precios de venta volvieron a ser los de antes del Prestige."Afortunadamente los peces no son como los humanos, a los que les toma mucho tiempo reproducirse", asegura Iglesias riendo. "Si hay una buena localización y el clima es bueno reaparecen", señala.En la actualidad, la bella Costa de la Muerte parece inmaculada; el agua es clara como el cristal y las playas brillan con arena blanca.Pero esta fue la parte más afectada por el vertido del Prestige y los restos del crudo todavía pueden hallarse fácilmente."Fue imposible limpiar completamente estas rocas", explica Xose Manuel, uno de los muchos voluntarios que trabajaron aquí.Señala rocas cubiertas parcialmente de negro. Todavía hay trozos de alquitrán en la parte de abajo."El gobierno tiene que explicar por qué se manejó tan mal este desastre", asegura Xose Manuel en referencia al próximo juicio.Como muchos otros, defiende que el Prestige debería haber sido llevado a puerto y no a alta mar, para que hubiera sido más fácil contener el vertido.Los expertos medioambientales aseguran que el crudo que todavía permanece en tierra no representa ningún peligro.Pero un estudio científico sugiere que los que colaboraron en las tareas de limpieza estuvieron expuestos a sustancias tóxicas de manera innecesaria.Análisis genotóxicos encontraron en voluntarios expuestos al crudo un mayor riesgo de ciertas enfermedades, incluyendo el cáncer."El riesgo se ha incrementado como en el caso de los fumadores o personas que viven en ciudades muy contaminadas", explica Blanca Laffon, de la universidad de La Coruña, quien está llevando a cabo la investigación.Laffon sugiere que las ropas protectoras llevadas por los voluntarios eran insuficientes o no se les explicó cómo usarlas."Se dice que somos el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra", señala el doctor Luis Cabanela, quien atendió a voluntarios en 2002.Cabanela asegura que los equipos que trabajaron en el vertido en el Golfo de México repitieron los errores cometidos en Galicia."Vimos gente limpiando la costa en Luisiana sin mascarillas y con las manos al descubierto. Eso tiene consecuencias", asegura.En los días posteriores al accidente del Prestige, los equipos de rescate hallaron más de 22.000 pájaros muertos. Se cree que el número final fue mucho mayor.Las islas Cíes son un área importante de apareamiento de las aves cormoranes, y los científicos aseguran que su población nunca se ha recuperado."Fue un duro golpe", afirma Cristóbal Pérez, de la Universidad de Vigo.Una investigación suya sugiere que el suministro de comida se vio interrumpido, más hembras murieron, afectando la cría, y se detectaron toxinas en la sangre de los pájaros.Hoy, los cormoranes disfrutan al sol en las rocas de las islas pero, según el recuento de Pérez, su población se ha reducido en un 50% desde 2002."Quiero que los responsables paguen por lo que hicieron", asegura al hablar del juicio. "Para que se den cuenta de que un desastre de este tipo afecta a los animales marinos tanto como a las personas".EsperanzaUn vertido como el del Prestige también afecta la reputación de una región, como ya están descubriendo en el Golfo de México.El turismo supone un 10% de la economía de Galicia, así que reconstruir la imagen de la región fue vital.En Estados Unidos, el presidente Barack Obama llevo a su familia de vacaciones a Florida para animar a los turistas a que vuelvan a las playas.En Galicia, una campaña publicitaria multimillonaria hizo lo mismo."El gobierno debe dar prioridad a las campañas de imagen, pero no sólo durante un año", asegura Carmen Prado, de la junta de turismo de Galicia."Tomó al menos seis años de duro trabajo para que la situación se normalizara aquí", señala"Pero puede funcionar. Hay esperanza". (BBC)

0 comentarios