Un sacerdote es la sensación en Italia; predica al ritmo de mezclas musicales
"Jesús es el número UNO", grita Don Roberto detrás de su consola de mezcla antes de lanzar el último éxito de Lady Gaga, que bailan decenas de feligreses amontonados en un 'dance-floor' improvisado a lo largo de la playa de Arenzano, al noroeste de Italia.
A sus 33 años, don Roberto Fiscer es un cura con ritmo y con un estilo muy suyo a la hora de anunciar la buena nueva. "Tengo un mensaje para vosotros que llega derechito del cielo: sin Jesús no hay futuro, sin Jesús no tenemos amor, alegría", proclama sobre fondo de música disco.
Los discotequeros de 7 a 77 años aplauden con ardor a su cura dj de apariencia poco ortodoxa. En su camiseta de color amarillo limón lleva una Virgen con niño y este mensaje: "Vosotros sois mi río de amor".
Encantado de la vida, el sacerdote recompensa a sus feligreses con el último éxito del cantante italiano Jovanotti: "Baciami ancora" ('Bésame de nuevo'). "Alterno los temas clásicos que ponen en las discotecas con la música religiosa remix", explica Don Roberto, que antes de entrar en el seminario con 23 años hizo carrera como animador de cruceros.
"La música es lo que más les gusta a los jóvenes. A través de la música, Jesús les llega al corazón", afirma. Y el éxito lo acompaña: desde el lanzamiento de sus fiestas a mediados de junio, los fans se dan cita los miércoles por la noche en los centros balnearios San Pietro a orillas del mar en la pequeña localidad ligur.
"A ciertas personas de Arenzano se les hace raro, incluso chocante, pero al contrario, es algo maravilloso porque son momentos que reúnen a los niños, los padres, las familias, y eso es lo más importante", asegura Patrizia, una madre de familia que lleva un vestido multicolor. "Es genial, es una persona estupenda que nos permite divertirnos", agrega con mirada maliciosa Filippo, su hijo de unos 10 años.
"Creer en Dios no significa que tengamos que estar tristes", confirma Don Roberto, que quiere "ocuparse de las jóvenes ovejas que se alejaron de Dios e irlas a buscar a su terreno".
Para eso, reclutó a amigos, animadores en los pueblos de vacaciones de la región, que enseñan a los participantes a bailar juntos cosas como 'La Macarena'.
De repente, la pista de baile parece por momentos una clase de aerobic. "Con Jesús siempre son vacaciones", bromea Don Roberto.
Un pequeño bar vende alcohol, pero la gente pide sobre todo sodas y helados. "Si supierais cuanto os quiere la Virgen María, lloraríais de alegría", dice al micrófono el sacerdote de cabellera color castaño mientras se ajusta los cascos.
Antes de organizar sus veladas, obtuvo la autorización de su obispo, Angelo Bagnasco, el influyente arzobispo de Génova, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. "Confía en mí", explica el cura. La danza y la música son los dos pilares de estas veladas atípicas, donde la religión nunca está muy lejos: "Os recuerdo que tenéis al padre Jan a vuestra disposición para las confesiones detrás de las sombrillas", anuncia Don Roberto entre dos canciones.
El padre Jan, sentado en una tumbona, escucha las confidencias de los fieles antes de darles la absolución para que vuelvan en paz a seguir los ritmos endiablados que marca Don Roberto.
A las 23H00, a regañadientes, los fieles escuchan religiosamente el último tema elegido por don Roberto y se marchan en paz.
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