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CAUSA ABIERTA

Hispanos caminan con miedo en isla de Nueva York

Hispanos caminan con miedo en isla de Nueva York

Christian Vázquez regresaba a su casa tras una jornada de trabajo como ayudante de mesero en un restaurante de Manhattan. Al llegar a Staten Island, una isla que forma parte de la ciudad de Nueva York, se paró a visitar a algunos conocidos. Sabía que otros mexicanos habían sido atacados en la zona. No pensó que él podría ser el próximo. Recuerda que estaba a pocas cuadras de su hogar cuando alguien lo distrajo unos segundos y fue golpeado por detrás. Eran al menos dos hombres más. Luego, cayó al piso, donde le propinaron patadas y puñetazos en la cara, las costillas y otras partes del cuerpo. No sabe en qué momento le quitaron los 10 dólares que llevaba en la cartera. "Mientras me estaban pegando en el piso me insultaron. Me decían 'mexicano', 'mojado', 'f@# mexican'... todas esas cosas", dijo el joven de 18 años en una entrevista con la AP acerca de lo ocurrido en la madrugada del 31 de julio. El ataque contra Vázquez fue uno de 10 incidentes violentos ocurridos desde abril en Staten Island, que la policía considera posibles ataques raciales contra mexicanos, según datos de la fiscalía del condado de Richmond. Una pareja gay hispana también sufrió agresiones en la isla.
Los incidentes en gran parte siguen un patrón general: un hombre caminando solo en la calle es golpeado, asaltado e insultado con epítetos raciales. En su mayoría, los atacantes son jóvenes afroamericanos y se ha reportado incluso la participación de al menos un puertorriqueño en estas agresiones.
"Un puertorriqueño se me acercó y me hizo una pregunta", señaló Vázquez. "Fue quien me distrajo por unos cinco segundos" antes del ataque.
Las agresiones, que ocurrieron en momentos en los que el debate sobre la reforma a las leyes de inmigración en Estados Unidos tomó fuerza y el país aún lucha por recuperarse de la peor crisis económica en décadas, cautivó la atención de los medios locales, encendido los faroles sobre las tensiones étnicas en la isla y volcando la atención hacia la violencia en una zona poco conocida de la ciudad de Nueva York.
La policía multiplicó su presencia en Port Richmond, con patrullas rodando en las calles, agentes a caballo, uniformados en cada esquina y módulos itinerantes de control que vigilaban la avenida principal del vecindario, una vía repleta de negocios con toldos rojos y verdes donde se leen letreros como "Automercado mexicano" o restaurante "Recuerdos mexicanos". El consulado de México en Nueva York también apostó a un funcionario en el lugar y el FBI creó una comisión especial para investigar los ataques.
Los reportes de hispanos agredidos, sin embargo, no son nuevos en la isla. La reverenda Terry Troia, directora de la organización Proyecto Hospitalidad, viene registrando ataques de este tipo desde el 2003. Basta pasar unas horas en Port Richmond para escuchar historias de otros inmigrantes que alegan haber sido atacados en años recientes.
María Morales, dueña del restaurante Los Potrillos, recuerda que en agosto del 2008 un hombre joven se abalanzó con una camioneta contra su negocio y otros dos comercios mexicanos.
"Siempre han ocurrido incidentes", dijo Morales.
En este caso, el hombre terminó siendo internado por problemas mentales.
Oscar, un estudiante mexicano de 23 años que prefirió no ser identificado por su apellido, contó que hace cerca de un año también fue golpeado por unos jóvenes afroamericanos.
Pero las tensiones étnicas no serían la única motivación de los ataques. También se apunta que los indocumentados tienden a ser una presa fácil: suelen llevar dinero en efectivo por no tener cuentas bancarias y prefieren evitar a las autoridades por miedo a ser deportados. A esta situación, señalan algunos, se le sumarían la falta de oportunidades económicas y recreativas para los jóvenes en la isla.
"De que hay discriminación, hay discriminación", dijo Oscar, quien admitió ser indocumentado. "Pero también la gente sabe que uno trabaja y lleva dinero... Los morenos no trabajan".
Sin embargo, el joven agregó enseguida que no hay que generalizar porque quien lo auxilió cuando estaba tendido en la calle fue un hombre afroamericano.
Troia, al igual que funcionarios electos y activistas del área, enfatizó que los ataques contra hispanos no son representativos de toda la población.
"Lo que ocurre no es un reflejo de nuestra comunidad y no es un reflejo de la comunidad afroamericana. El problema es que algunas personas, jóvenes, con antecedentes delictivos que escuchan cosas negativas en la comunidad, están actuando sobre esos aspectos negativos", señaló Troia. "Es un efecto cascada. Hay impulsos negativos tanto a nivel nacional como local y gente que está marginada recibe esos mensajes y actúa".
Troia y Ana María Archila, directora de la organización de ayuda al inmigrante Se Hace Camino Nueva York, mencionaron que la ley de Arizona, que convierte en un delito grave el estar ilegalmente en ese estado, estaría fomentando un ambiente hostil "hacia los inmigrantes".
"La rabia que existe en el barrio de Port Richmond es una rabia que tiene décadas y estamos en una situación en que se está manifestando en ataques anti-inmigrantes que han sido generados y apoyados por una retórica anti-inmigrante", dijo Archila. "Están eligiendo a sus víctimas basados en lo que el país dice que está bien: victimizar a esas personas que ni siquiera deberían estar aquí".
Los ataques en Port Richmond se suman a otros incidentes violentos contra hispanos en Nueva York. En algunos casos han sido mortales: en noviembre del 2008, Marcelo Lucero, un ecuatoriano, murió apuñalado cuando un grupo de jóvenes blancos que buscaba agredir a mexicanos o hispanos, según confesaron algunos, lo atacaron en un condado de Long Island. Un mes después, en Brooklyn, José Sucuzhanay, también proveniente de Ecuador, falleció luego de ser golpeado e insultado con epítetos anti-gay y anti-hispanos cuando caminaba por la calle junto a su hermano.
Al igual que en esas áreas de Nueva York, en medio de los cambios demográficos han surgido tensiones entre los distintos grupos étnicos en Staten Island.
Esa isla ha sido testigo de una ola de inmigración tras otra. Holandeses en 1600, luego italianos e irlandeses. En el vecindario se asentó una comunidad afroamericana y en los 90 empezaron a llegar más latinoamericanos, señaló Gonzalo Mercado, director del Centro del Inmigrante. Los nuevos habitantes abrieron negocios y comenzaron a buscar trabajo como jornaleros en las calles.
En la isla, el número de hispanos aumentó cerca de un 40% entre el 2000 y el 2008, según el Censo. Gran parte de los inmigrantes latinos provenían de México. En Port Richmond, una de las zonas más deprimidas económicamente, un 24% son latinos, el mismo porcentaje afroamericano y un 45% blanco, de acuerdo con un reporte del departamento de Salud del 2006.
"Existen percepciones negativas entre las dos comunidades", indicó Troia. "Las dos comunidades son responsables".
Troia no quiso mencionar ejemplos específicos, pero residentes afroamericanos indicaron que con frecuencia los latinos los llaman "morenos".
"Eso es despectivo", señaló Charles St. John.
Kadeem Marquis, un recolector de basura afroamericano de 21 años, señaló que la presentación de los ataques ha sido muy simplista.
"A veces ellos empiezan, los mexicanos cuando se emborrachan... Siempre están piropeando a las mujeres, acosando", expresó.
A raíz de los ataques, la presidenta del concejo municipal de la ciudad de Nueva York, Christine Quinn, otros funcionarios electos, líderes comunitarios y activistas lanzaron en julio la iniciativa "I am Staten Island", que busca desarrollar iniciativas para prevenir los delitos de intolerancia en la zona.
La fiscalía de Richmond señaló que de cuatro casos en los que se han arrestado a siete sospechosos acusados de robo y agresión, sólo se han admitido los cargos de discriminación, que conllevan una pena mayor, contra uno de los agresores, uno de los supuestos atacantes de Vázquez.
"Yo fui el primer caso, de los 11 casos, que fue clasificado como ataque motivado por el odio racial", dijo el joven, quien desde hace cinco años es miembro de los Eye Openers: Jóvenes contra la Violencia, un grupo local. "No me siento orgulloso, me siento más bien como decepcionado porque quería que agarren a los que atacaron a los demás y los califiquen como ataque de odio".
El joven de 18 años _quien habla inglés y emigró a Port Richmond cuando tenía cuatro años_ no duda cuando se le pregunta por qué fue atacado: "Por ser mexicano, simplemente por ser mexicano".

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