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CAUSA ABIERTA

Mujeres guardias tienen sexo con presos en cárceles de EEUU

Mujeres guardias tienen sexo con presos en cárceles de EEUU

El reo Michael Murphy normalmente solía pedir algún favor pequeño. Esto llevaría más tarde a un beso o a cartas amorosas y al menos en cinco casos, convenció a las empleadas de la prisión a tener relaciones sexuales con él o a darle algunos favores ilegales. En cada uno de esos casos, las empleadas de esos centros de prisión fueron descubiertas, amonestadas y obligadas a dejar sus empleos, de acuerdo con documentos que detallan una investigación de una prisión de Montana a los que la Associated Press tuvo acceso luego de presentar una demanda para exigir la apertura de los registros.
Las empleadas describieron a Murphy como el agresor e incluso como un depredador. Sin embargo, esto no es excusa ni en prisiones estatales ni federales, donde los empleados de las cárceles _hombres o mujeres_ son considerados como los culpables si tienen relaciones sexuales con los presos.
Un estudio del Departamento de Justicia destaca que casos como el de Murphy son comunes: el personal femenino es a menudo más implicado que el de sus colegas masculinos en cuestiones de comportamiento inadecuado sexual en las prisiones.
Pese a que muchos casos podrían ser considerados como relaciones sexuales de común acuerdo, expertos en encarcelación y las celadoras han dicho que el problema es mucho más complicado.
En algunos casos, las mujeres dijeron que no podían negarse por miedo o que no quisieron conversarlo con algún compañero de trabajo por vergüenza a lo que había ocurrido.
Un error pequeño normalmente lleva a algo más.
Los expertos aseguran que hay una cultura de hermetismo en las prisiones que dificulta que las celadoras puedan hablar de sus problemas antes que estos se agraven.
La investigación muestra muestran que Murphy convenció a por lo menos cinco empleadas de prisiones de Montana a violar las reglas durante varios años.
El incluso convenció a su terapeuta que tuviera relaciones sexuales con él y pudo acordar un encuentro solitario con ella pese a que las autoridades de la prisión conocían su historial de relaciones con empleadas de la cárcel.
Una empleada penitenciaria enfrenta ahora cargos de encubrimiento. Murphy, de 36 años, no enfrenta ningún cargo. Está preso por robo, falsificación y otros cargos.
No fueron presentadas acusaciones de agresión sexual en ese entonces contra las mujeres debido a la falta de pruebas, de acuerdo con los documentos. Sin embargo, en cartas que envió a los diarios y a una petición que hizo a la división del estado de Montana de la Unión Estadounidense en favor de las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) Murphy se queja de haber sido agredido sexualmente por algunas de las mujeres. Las autoridades carcelarias no permitieron que se entrevistara a Murphy para esta información.
La extensa y confidencial investigación interna narra una historia complicada sobre cómo el reo manipulaba al personal de la cárcel.
La terapeuta, por ejemplo, dijo a los investigadores internos que ella sabía que había sido manipulada y puesta en peligro. Ella indicó que permitió que Murphy la besara un día en su oficina y a partir de entonces la relación se extendió.
El hombre que alguna vez dirigió el departamento de prisiones de la Ciudad de Nueva York no tiene mucha simpatía para con las empleadas de prisiones que se ven a sí mismas como víctimas en estos casos.
El ex funcionario Martin Horn, quien ahora es profesor del Colegio de Justicia Criminal John Jay, dijo que las empleadas que tuvieron relaciones sexuales con reos son a veces tratadas con menos dureza que los empleados masculinos que hicieron lo mismo.
"Mientras haya un doble estándar seguiremos teniendo ese tipo de conductas. Es un camino muy resbaloso si decimos que no vamos a exigirle la misma conducta a las mujeres empleadas", dijo Horn.
Un estudio del Departamento de Justicia del 2007 que analiza la prevalencia de las agresiones sexuales en prisiones federales y estatales descubrió que el 58% de los empleados que cometieron conductas sexuales inadecuadas eran mujeres.
Un experto en el tema indicó que la "cultura del silencio" en las prisiones le dificulta su tarea a las empleadas.
"Aun cuando el personal hubiera realizado pequeños favores, ellas deberían sentirse lo suficientemente libres para comunicarse con sus superiores sobre el hecho de que podrían ser chantajeadas por el reo", dijo Brenda Smith, una profesora de leyes de la American University que ha estudiado casos de violación en las cárceles.
Los funcionarios de las cárceles de Montana indicaron que tenían casos que datan desde el 2003 cuando dos empleadas de la prisión estatal de Deer Lodge fueron sometidas a medidas disciplinarias por algún tipo de relación no revelada con Michael Murphy.
El interno nuevamente sacudió a la prisión en el 2008 cuando se informó que otras tres empleadas estuvieron involucradas con él.
La cárcel inició una larga investigación interna y Murphy fue trasladado a otra cárcel en Glendvile.
El alcaide de la Prisión Estatal de Montana Mike Mahoney indicó que el 41% de los empleados del sistema son mujeres e indicó que resulta imposible separar a las empleadas de cualquier reo en particular, incluso de uno que ha demostrado capacidad de causarles problemas.
El funcionario indicó que en las prisiones siempre se les aconseja a las trabajadoras que no se involucren con los reos de ninguna manera y que nunca les revelen ningún detalle de tipo personal. El alcaide agregó _sin embargo_ que el caso de Murphy muy probablemente arrojará lecciones para mejorar el entrenamiento de las empleadas.

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