Un hombre neandertal y una mujer sapiens hicieron el amor hace 80.000 años
Este cruzamiento entre especies era considerado hasta ahora una hipótesis peregrina, pero un estudio genético ha confirmado por primera vez que entre nuestra estirpe y nuestros primos hermanos en la evolución hubo una hibridación hace unos 80.000 años, justo cuando empezaban las primeras migraciones fuera de África. Posiblemente no fue ni intensa ni muy duradera, pero sí existió y dejó para la posteridad una huella indeleble. La hibridación es una de las principales conclusiones de la primera secuenciación genética del ADN neandertal, una filigrana científica que ha sido posible gracias al hallazgo de unos huesos de hace 40.000 años que, de forma milagrosa, habían conservado ADN prácticamente intacto. De acuerdo con el análisis, entre el 1% y el 4% de los genes de los humanos euroasiáticos son herencia de aquella primitiva hibridación. Son genes prestados por los neandertales. «Hay fragmentos enteros de cromosomas en los humanos modernos no africanos que son idénticos en los de los neandertales», explica a este diario uno de los autores del trabajo, Carles Lalueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (CSIC-UPF).
El estudio, publicado por la revista Science, lo han llevado a cabo investigadores de una veintena de centros de Europa y EEUU coordinados por Svante Pääbo, del Instituto Max Planck (Alemania). La participación española no solo es muy notable, sino que además parte de las muestras analizadas proceden de Asturias.
El análisis genético y las evidencias arqueológicas permiten reconstruir el proceso migratorio de nuestros antepasados. Cuando los humanos modernos se aventuraron a salir de África, hace unos 80.000 años, se encontraron en el camino con unas poblaciones neandertales asentadas en Oriente Próximo. Y es entonces, solo entonces, cuando se produjo el cruzamiento. Con posterioridad, los sapiens colonizaron el resto de Asia, Australia y finalmente, hace unos 40.000 años, Europa. Volvieron a contactar con los neandertales, efectivamente, pero la huella indeleble que conserva nuestro genoma solo es herencia del primer contacto. «A medida que las especies se van diferenciando en el tiempo, la posibilidad de tener descendencia es menor», prosigue Lalueza-Fox.
Para confirmar la hipótesis, el ADN neandertal se comparó con el ADN de cinco humanos actuales. Y el resultado no dejó lugar a dudas: los individuos euroasiáticos –un papú, un chino han y un francés– presentan el marcador neandertal, mientras que los africanos –un yoruba y un san– no lo tienen porque sus ancestros permanecieron en la cuna de la humanidad.
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