Los austríacos le darán mañana otro mandato a Heinz Fischer
Los austríacos están convocados mañana a las urnas para elegir a su presidente en unas elecciones marcadas por la seguridad con la que todos los pronósticos vaticinan un seguro triunfo del actual jefe del Estado, Heinz Fischer. Según los sondeos, el apoyo popular a Fischer, un político socialdemócrata de 72 años, ronda el 80%. Tal es la seguridad con la que se da por sentado su reelección para un segundo mandato de seis años, que lo único que amenaza con empañar una confirmación abrumadora de su gestión es una caída de la participación en las urnas.
Ante un domingo pronosticado como espléndido día de sol, se espera que buena parte de los 6,4 millones de ciudadanos con derecho a voto opten por salir a pasear en lugar de asistir a los colegios electorales.
Y es que, los únicos dos rivales de Fischer, la diputada ultranacionalista Barbara Rosenkranz y el católico conservador Rudolf Gehring, están lejos de significar un serio desafío para el jefe del Estado.
Pese a ello, los tres candidatos luchan hasta último momento y cerrarán esta noche su campaña electoral.
Y a pesar de la casi ausencia total de sorpresas que se esperan, lo que sí ha logrado al menos uno de ellos, Rosenkranz, de 51 años y madre de diez hijos, es desatar controversia y acaparar la atención pública.
Propuesta por el opositor Partido Liberal (FPÖ), de tendencia ultranacionalista y xenófoba, esta diputada tuvo que ponerse a la defensiva desde su postulación al máximo cargo de la república alpina, debido a las dificultades que ha mostrado para distanciarse de los nostálgicos del nazismo que la rodean.
Inadmisible para gran parte de los austríacos son sus antiguas reclamaciones para abolir la ley vigente que prohíbe la apología del nazismo, o la negación de los crímenes del holocausto, basándose en el argumento de que tal disposición contraviene el principio de la libertad de opinión.
No obstante, gracias a su discurso en contra de la inmigración encuentra cierto apoyo, pero muy inferior al que ostenta el FPÖ.
Si hace unos meses las encuestas le pronosticaban hasta un 20% de los votos, en las últimas semanas Rosenkranz ha caído drásticamente, y se sitúa en torno al 15%.
Menos aún, como mucho un 6%, obtendría Gehring, un jubilado de 61 años prácticamente desconocido, que se reconoce como "católico fundamentalista", con posturas contra el aborto y la homosexualidad.
Lidera el partido de "Los Cristianos", ausente en el Parlamento austríaco, que en las elecciones generales de septiembre de 2008 obtuvo tan sólo un 0,63 por ciento de los votos.
Por el contrario Fischer, con un estilo marcado por la moderación, el estricto respeto al Estado de Derecho y la búsqueda del consenso, no sólo convence a los seguidores del gobernante Partido Socialdemócrata (SPÖ) del que procede.
A pesar de su clara defensa de los principios de la socialdemocracia y su agnosticismo declarado, el actual presidente cuenta también con el reconocimiento de miembros y seguidores de otras formaciones, incluidos los democristianos y los ecologistas.
Su declaraciones a favor de la neutralidad, la justicia social y de un desarrollo sostenible conectan bien con la amplia mayoría de la población, al tiempo que el respeto que se ha ganado es idóneo para el elevado puesto de jefe de Estado, cuyas competencias son sobre todo representativas.
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