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CAUSA ABIERTA

El cadáver del prestamista Juan Pablo "Champa" Muñoz fue incinerado en un horno de fundición

El cadáver del prestamista Juan Pablo "Champa" Muñoz fue incinerado en un horno de fundición

Los investigadores del Departamento de Delitos Complejos ya no buscan más el cadáver del prestamista Juan Pablo Muñoz. El asesino, herrero de profesión, introdujo el cuerpo en el horno de fundición de su propio taller y lo hizo desaparecer. Ahora, los policías buscan científicamente indicios muy difíciles de encontrar, pero no imposibles, para poder probar que el imputado Fernando de la Vega (38) es el asesino. "Causa Abierta" consultó a distintas fuentes de la jefatura capitalina y de la justicia sobre el tremendo caso y sólo una de ellas se animó a decir "sí, algo de eso hay, pero no me pida que haga más comentarios". Como se sabe, el herrero fue procesado por el juez Petraglia por los delitos de violencia privada y encubrimiento en virtud de que al no ser encontrado el cuerpo no se le podía tipificar el cargo de homicidio. Ahora bien, "Causa Abierta" está en condiciones de adelantar que los investigadores están realizando pericias sumamente sofisticadas para intentar rescatar un resto de cabello, de uña, un rastro de ropa chamuscada, cualquier elemento probatorio que haya quedado en algún recóndito lugar del horno, pese al tiempo transcurrido. Vale recordar que la investigación de la desapareción del prestamista deparó casi dos años.
Lo último que se supo de él sucedió a las diez y media de la mañana del 7 de mayo de 2008. "Champa" le dijo a un amigo con el que hablaba por celular: "te corto porque hay inspectores". Conducía su utilitario Effa por avenida del Libertador rumbo al Centro. El principal sospechoso negó en todo momento saber qué había ocurrido con Muñoz, aunque reconoció tener cheques que habían estado en poder del financista y que trató de negociar luego por su cuenta. Tanto los investigadores del Departamento de Delitos Complejos, como el juez Federico Álvarez Petraglia y el fiscal Eduardo Fernández Dovat tenían la plena convicción de estar ante el responsable de la muerte de Muñoz. Qué circunstancias rodearon a esa muerte, qué móviles tuvo y dónde estaba el cuerpo son los interrogantes principales que aún se mantenían y que hoy comienzan a desvanecerse.
Por lo pronto De la Vega fue procesado por dos figuras que tienen que ver, por un lado con la obstrucción a la Justicia, y por el otro con las amenazas contra su ex pareja, I.A., la mujer que fue detenida junto a él y que recobró la libertad. La presión que De la Vega ejerció sobre la mujer tenía una explicación: varios meses atrás, durante una conversación, le dio a entender que había matado al financista en una riña. Y que si abría la boca "la iba a cortar en pedacitos".
Se sabe que esa mañana Juan Pablo Muñoz salió de su casa para completar su rutina de trabajo. Pero antes de hacerlo resolvió pasar a ver a De la Vega, quien le debía $ 50.000 por dos cheques que le había cubierto tiempo atrás. En el curso de la investigación se pudo probar que habían sido múltiples las llamadas y mensajes a De la Vega por este motivo. De hecho, cuando el herrero fue interrogado por primera vez unos seis meses después de la desaparición de Muñoz reconoció que había estado con el financista a las 11 de la mañana de aquel día.
El automóvil azul de Muñoz fue hallado estacionado en la esquina de Rivadavia y Martín C. Martínez. Tenía dos abolladuras en el lateral izquierdo, lo que en principio hizo pensar en un accidente leve que nunca se llegó a confirmar. A unas dos cuadras de allí se encuentra el taller donde trabajaba De la Vega. Dentro del Effa fueron hallados los $ 6.000 que Muñoz llevaba consigo. No estaban, en cambio, la radio desmontable y su agenda, que se presume llevó con él al bajar del auto.
El herrero declaró que habían hablado brevemente y que luego Muñoz se retiró del local y ya no supo más de él. Sin embargo, aunque el caso fue ampliamente difundido desde un principio, De la Vega sólo declaró seis meses más tarde cuando finalmente los investigadores al mando del comisario San Ángel Rosas llegaron a él siguiendo la pista de los cheques.
"Él no se presentó voluntariamente a declarar, ni a aportar elementos aunque era por lo menos una de las últimas personas que lo vio con vida", señaló una fuente de la investigación. En contraste, los abogados defensores del herrero, Juan Fagúndez y Pablo Barreiro, argumentaron que su cliente "siempre se presentó a declarar, toda vez que lo llamaron a sede policial y reconoció tener los cheques de Muñoz".
Los movimientos de De la Vega ese día presentan otro flanco débil para el imputado. Al principio dijo haber estado gran parte del día con su novia, I.A., extremo que luego fue negado por la mujer.
Por otra parte, y en base al análisis de sus llamadas, se supo que a las 15.58 de ese mismo día De la Vega estaba intentando negociar los cheques que tenía Muñoz con un cambista que ubicó en una oficina de la Torre de los Profesionales.
Este conjunto de hechos e indicios puso a De la Vega contra la pared. Su local de trabajo y su casa fueron minuciosamente inspeccionados por los investigadores, que incluso utilizaron luminol para rastrear posibles manchas de sangre. Pero había transcurrido casi medio año, un lapso en el que ese y otros rastros pudieron haber desaparecido, señalaron los investigadores en esa oportunidad.
De hecho y según el testimonio de I.A., cuando De la Vega le cuenta lo ocurrido le dice casi textualmente: "se me fue la mano". Testimonio que fue vital para afirmar al juez en la tesis del encubrimiento.
De la Vega ingresó a prisión. La segunda vez que lo hace en su vida, ya estuvo siete años por rapiña. Mientras cumple la prisión preventiva, la investigación continúa en torno a ese horno que borró todas las huellas del cuerpo del prestamista, ¿o no?



1 comentario

juana -

para publicar esto tienen que tener pruebas y no las hay y menos del horno que supuestamente el herrero tenia en el taller de donde sacaron eso????