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CAUSA ABIERTA

"Marcelino" y "Walter", contacto uruguayo de uno de los capos más temidos del mundo

"Marcelino" y "Walter", contacto uruguayo de uno de los capos más temidos del mundo

El capo Ramón Quintero se movió durante los últimos cinco años por varios países de Suramérica. Su contacto con el mundo exterior eran los uruguayos ’Marcelino’ y ’Walter’, los únicos que sabían cómo localizarlo y que se encargaban de sus negocios y de concertarle las citas con gente de su organización para discutir sus negocios ilegales. La DEA estuvo a punto de capturar a Quintero, conocido como ’RQ’, en un partido de fútbol en Buenos Aires (Argentina), en el 2005. Cuando el ’narco’ notó que le seguían la huella, se fue a Uruguay donde conoció a ’Marcelino’ y a ’Walter’, quienes se convirtieron en sus hombres de confianza, que le preparaban el camino para viajar de país en país y ayudarle a armar una fachada para esconderse en cada sitio donde iba. Los seguimientos de inteligencia que la Policía colombiana les hizo a los dos uruguayos, que en Quito montaron escuelas de fútbol, fueron parte de la clave para la captura de Quintero. El capo, quien se vinculó a la mafia hace más de 20 años a través del extinto Hélmer ’Pacho’ Herrera, terminó siendo el heredero de Wilber Varela como jefe del cartel del Norte del Valle. Quintero es requerido por la justicia de E.U. que lo acusa de narcotráfico y lavado de dinero.
El año pasado, cuando ’RQ’ se instaló en la capital ecuatoriana, en donde tenía ocho lujosos apartamentos que rotaba semanalmente para esconderse, ’Marcelino’ y ’Walter’ le avisaban cuando y dónde debía reunirse con emisarios de la banda la 19, que semanalmente viajaban a entregarle cuentas. La 19, es una de oficina de sicarios que opera desde Buga (Valle) y controlada por el ’narco’, quien mensualmente le giraba un promedio de 1.000 millones de pesos para el pago de ’nómina’. Los jefes de la banda se desplazaban por tierra a Quito para reunirse con ’RQ’, encuentros que siempre se realizaban en restaurantes o cafeterías. Esa fue otra de las claves para llegar al capo, a través de la información que entregó un infiltrado en su organización.
Antes de Semana Santa, agentes de inteligencia de varios países, con información de la Policía colombiana, le hicieron seguimiento a ’Marcelino’, uno de los uruguayos, que había viajado a su país a pasar unos días con su familia. Previo a su regreso a Quito, ’Marcelino’ recorrió varios países, con dos propósitos: uno, supervisar los negocios de la organización de Quintero; y dos, tratar de no dejar huella de sus desplazamientos, que pudieran llevar a las autoridades hasta su jefe. Sin embargo, sus pasos fueron seguidos milimétricamente y, por ejemplo, quedaron registrados cada uno de sus movimientos cuando pasó la Semana Santa en un hotel de Lima (Perú). El pasado domingo, luego de permanecer en otros dos países, ’Marcelino’ llegó a Quito. Las autoridades ecuatorianas, que estaban alertadas, lo siguieron durante dos días, hasta que el martes se reunió con Quintero y con ’Walter’ en el restaurante Honey & Honey. El capo permaneció tranquilo, cuando los agentes ecuatorianos le pidieron una requisa y él les presentó una identificación falsa. "¿Cómo está ’don Ramón’?", le dijo uno de los agentes que participó en el operativo. Quintero palideció y reconoció que su fachada se había derrumbado. Solo atinó a decir: "No entiendo cómo pudieron saber quien soy".

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