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CAUSA ABIERTA

Brotó agua del suelo tras terremoto en Baja California

Brotó agua del suelo tras terremoto en Baja California

Después de los sacudones violentos, se abrieron grietas en la tierra y en los pisos de cemento, las que se agrandaron rápidamente y empezó a brotar el agua. Así fue como las siete casas de la familia Briseño, todas en la misma cuadra, cayeron en ruinas, obligándolos a dormir en sus autos por tiempo indefinido. Esta fue una de las historias más dramáticas de las pérdidas sufridas en el epicentro del sismo de magnitud 7,2 que remeció la zona el Domingo de Pascua. Las autoridades mexicanas estiman que el terremoto destruyó cientos de viviendas y dejó a miles de personas sin un lugar seguro para vivir.
Pasados dos días, muchos temen entrar a sus casas o lugares de trabajo.
"La tierra se abrió, como un lápiz cruzando una hoja de papel, como una franja cruzando el piso", dijo Diona García Briseño, la mayor de cinco hermanos, que perdió la casa donde vivía con su esposo y dos hijos, de 18 y 10 años.
Las autoridades dijeron el lunes que el terremoto destruyó decenas de viviendas y edificios, todos en la ciudad de Mexicali y la zona rural circundante en un valle surcado por canales. Murieron dos personas: un hombre de 94 años y otro no identificado.
García Briseño, de 38 años, vio la tierra abrirse y el agua brotar, luego de salir corriendo de su casa. Tras el remezón, ingresó a la vivienda para ver que su piso de cemento se había convertido en un torrente de agua lodosa que salía del subsuelo. El agua siguió manando durante unas seis horas.
"No salía con mucha fuerza, pero era algo contante", dijo.
Unas 25.000 personas en la ciudad de Mexicali y en los poblados agrícolas que la rodean no han regresado a sus casas, por el temor de que sus casas puedan derrumbarse, dijo el martes Alfredo Escobedo, jefe de Protección Civil del estado de Baja California.
Escobedo estimó que entre 200 y 300 casas fueron destruidas por el sismo, principalmente en los poblados, pero las autoridades no tienen una cifra exacta. Muchas de esas viviendas, como la de la familia Briseño, están llenas de lodo y agua que salió del subsuelo, señaló el funcionario.
El número de muertos permanecía en dos: un hombre de 94 años y un transeúnte no identificado.
El asfalto se arrugó en las calles en torno de la aldea rural llamada Oaxaca, con grietas de varios metros de ancho. De éstas brotó agua, que en algunos casos se secó y en otros formó grandes charcos.
Raúl Lepe, de 45 años, señaló una grieta de nueve metros (30 pies) de largo, en un terreno baldío, de la que salieron "pequeños volcanes de agua", detrás de su tienda de ropa. El piso de su casa tuvo fisuras, por lo que Lepe debió dormir en su camioneta, hasta que un inspector revisara la vivienda.
La agricultura siempre ha sido el motor de la economía local. Los hombres de la familia Briseño mantienen sus hogares trabajando seis días a la semana por el equivalente de 65 dólares en una región donde se cultivan cebollas, rábanos, espárragos y pepinos.
Los vecinos de Guadalupe Victoria, la población más próxima al epicentro, están habituados a los terremotos, pero no estaban preparados para uno de semejante magnitud.

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