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CAUSA ABIERTA

La británica Kate Moss desesperada por despertar la lujuria de los hombres

La británica Kate Moss desesperada por despertar la lujuria de los hombres

La ’top’ más polémica se ha destapado de arriba a abajo en la edición primavera-verano 2010 de la revista masculina ’Vogue Hommes International’. La británica luce con orgullo su magro cuerpo en unas paradisiacas playas de aguas cristalinas para provocar la lujuria de los miembros del sexo opuesto... aunque no está claro que lo vaya a conseguir.
El autor de este reportaje fotográfico es su ex novio, el prestigioso Mario Sorrenti, uno de los profesionales más transgresores del momento, que ha despuntado gracias a sus particulares retratos de celebrities posando como sus madres las trajeron al mundo. Por ello, cabeceras tan prestigiosas como la propia ’Vogue’ o ’Harper’s Bazaar’ recurren habitualmente a sus servicios.
A sus 36 años la maniquí mantiene un físico envidiable, aunque su excesiva delgadez sigue siendo objeto de comentarios. Pero, lejos de acallar rumores, la rubia alimentó aún más las críticas de diversas organizaciones que la acusan de fomentar la anorexia, asegurando hace unos meses que "nada sabe mejor que estar delgada".
A pesar de que conserva su condición de supermodelo y tiene sustanciosos contratos con firmas tan importantes como Bulgary o Burberry, sus últimas peripecias puede que le cuesten un nuevo disgusto, como el que sufrió en 2005 cuando el ’Daily Mirror’ mostró en su portada una foto en la que se la podía ver esnifando una raya de cocaína.
Y es que ahora también se rumorea que es adicta al alcohol. El pasado 4 de febrero los fotógrafos la pillaron borracha después de que acabara su fiesta de cumpleaños, lo que incluso la impedía caminar por sus propios medios. Un espectáculo bochornoso para una musa de las pasarelas que, inexplicablemente dada su insensatez, se mantiene en la cresta de la ola.
Y es que ahora también se rumorea que es adicta al alcohol. El pasado 4 de febrero los fotógrafos la pillaron borracha después de que acabara su fiesta de cumpleaños, lo que incluso la impedía caminar por sus propios medios. Un espectáculo bochornoso para una musa de las pasarelas que, inexplicablemente dada su insensatez, se mantiene en la cresta de la ola.

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