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CAUSA ABIERTA

Uruguay: "pena de muerte" pidieron pobladores de Rivera para el hombre que violó y asesinó a su sobrina de 10 años

Uruguay: "pena de muerte" pidieron pobladores de Rivera para el hombre que violó y asesinó a su sobrina de 10 años

Los vecinos de la ciudad de Rivera mostraron su indignación y gritaron su repudio al hombre que violó a la sobrina de 10 años y luego la estranguló y enterró su cuerpo junto a un arroyo. Además de agolparse frente al juzgando y gritar durante todo el día, cientos de llamadas, mails y mensajes de texto llegaron a los programas de radio de la ciudad pidiendo la "pena de muerte".
Tras la reconstrucción del homicidio de la pequeña Jeniffer Carolai Cuña Valerio (10), violada y asesinada por el concubino de una tía, hermana de su madre, el juez letrado de 2° Turno, Gustavo Iribarne hizo lugar al procesamiento por "homicidio muy especialmente agravado", solicitado por el fiscal Ricardo Chiacchi. Los magistrados no encontraron elementos para procesar al joven de 19 años, que el homicida pretendió utilizar como chivo expiatorio. Antes del dictamen, el homicida fue sometido a una pericia por la psiquiatra que confirmó que estaba en sus cabales. Por lo tanto, era imputable.
El delito tipificado prevé una pena de 15 años de reclusión, y en casos de ésta naturaleza, rara vez los procesados recuperan la libertad antes de transcurridos dos tercios de la pena.
La reconstrucción -rodeada de un riguroso dispositivo de seguridad- permitió confirmar, plenamente, la responsabilidad del homicida. El hombre mostró conocer plenamente el enmarañado monte. Condujo al Juez y a los uniformados al lugar donde enterró la ropa de la niña. Junto a las prendas el homicida había enterrado una cartera con monedas y broches de pelo y un paquete de galletitas. Lo único que no lograron ubicar las autoridades fue la cuerda que utilizó para ahorcar a la niña. Jennifer fue sepultada el martes a las diez, en una ceremonia cargada de congoja y rabia contenida. Los padres estaban destrozados por la violenta muerte de su única hija. Al sepelio asistieron más de un centenar de personas, muchos de ellos funcionarios de la Dirección Nacional de Cárceles, compañeros del padre.
Con el transcurso de las horas, el confeso homicida fue modificando su declaración original, intentando responsabilizar a terceras personas por su delito. En función de los elementos recabados, N. S. S. (29) actúo solo, con premeditación, valiéndose de la familiaridad con la menor. Luego de ser abusada, la niña le dijo que le iba a contar a su padre. El hombre sacó una cuerda de nylon que tenía en su moto y la ahorcó. Luego consiguió una pala para enterrarla y hasta acompañó a la abuela de la niña a la seccional cuando fue a denunciar su desaparición.
El brutal homicidio despertó rechazo entre la población. Más de 100 personas se concentraron frente a la sede judicial, y luego frente a Jefatura para expresar su enojo.
El jefe de Policía de Rivera, Heriberto Fagúndez, dijo que necesitaba garantizar la seguridad del recluso, y no tenía certeza dónde lo iba a recluir. Una de las posibilida- des era la de internarlo en una celda aislada de la cárcel local, en lugar de enviarlo al Pabellón 1, donde lo esperan "los pesados". En las cárceles, los violadores y asesinos de menores no son bien vistos por los otros reclusos.

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