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CAUSA ABIERTA

Barcelona, rey de la Copa

Barcelona, rey de la Copa

Exhibición del Barcelona con una defensa antológica ante un Real Madrid desfondado que se vino abajo en el segundo cuarto. El equipo de Xavi Pascual fue superior en todos los aspectos, dominó el rebote y controló el ritmo de juego, intimidó y estuvo más acertado en el tiro que un Madrid que se sintió inferior muy pronto, no encontró respuestas ni individuales ni colectivas y prolonga un año más su maldición copera.
...Y el Barcelona sacó el rodillo. Había en Vitoria desde el jueves dudas sobre la versión del Barça que había comparecido en la Copa. Pero en la final salimos de dudas: ni estaba falto de frescura ni estaba agarrotado por la presión. Estaba midiendo cada paso, ganando seguridad y energía mental y conservando potencia física para el despegue. El rodillo que tiene aterrada a la ACB y a la Euroliga sí estaba en Vitoria, guardado para la final. Y cuando apareció, en el segundo cuarto, se acabó el partido. Así de sencillo. El Madrid imperial que avasalló a Caja Laboral desapareció del mapa, se quedó sin respuesta, resultó zarandeado y vio como la maldición de la Copa se perpetúa. Serán, como mínimo, 18 años...
Esta versión de la final era posible a priori pero improbable tras ver a un Real Madrid más solvente que su rival en el camino a la final, rematado con un partido antológico ante Caja Laboral. De cazador a cazado, se convirtió en el maniatado, el sacado de pista. Sin chispa física, sin energía mental, sin opciones. Y quizá sea esa la peor noticia tras un par de días de optimismo: la vuelta al sentimiento de inferioridad, otra derrota ante el Barcelona y otra, como en Vistalegre en ACB, con sensación de que le separa un abismo de un rival con el que tendrá que chocar por cada título, en cada guerra. Para el Barça fue la primera menor, la Supercopa, y para el Barça ha sido la primera pieza de caza mayor, la Copa del Rey 2010.
El Barcelona, crédito para Xavi Pascual, desplegó un espectáculo defensivo para la historia del baloncesto español, un clinic para el recuerdo que dejó al Madrid en 25 puntos (con 5 canastas de dos) en el primer tiempo y 37 al cierre del tercer cuarto... En la defensa estaba la Copa y el Barcelona tuvo mejores conceptos, más capacidad atlética, más hombres en la rotación y un plan perfectamente ribeteado. Agotó literalmente al Madrid con una presión fanática sobre los exteriores y un trabajo de demolición impecable sobre las líneas de pase de un rival que no podía llevar el balón dentro y cuando lo hacía se encontraba con un muro de brazos kilométricos: Morris, Vázquez, Mickeal, Ndong... Por el contrario, el equipo de Messina no estuvo esta vez fino tras su despliegue de semifinales y se vio superado cerca del aro pero también por defectos en las ayudas y los ajustes. El Barça castigó cada desequilibrio en los emparejamientos, jugó siempre con criterio e inteligencia y para colmo encontró el tiro exterior que le había faltado en los partidos anteriores. El Madrid, minado por completo, perdió esta vez la puntería (5/16 en triples).
El rebote, otra clave evidente a priori, marcó la senda del partido. El Real Madrid cargó en el primer cuarto los rechaces ofensivos y sobrevivió: 10-6 (con seis ofensivos) a su favor y sin embargo por detrás en el marcador: 19-16. A partir del segundo cuarto el Barça cerró esa guerra y comenzó a amasar capturas en el aro del Real Madrid. Ahí (14-4 en rebotes en el segundo cuarto para el Barça) murió el partido. Fran Vázquez, contra el que el Madrid no tuvo antídoto, dirigió el despegue y el 23-19 marcó el último punto de tensión competitiva. Un 8-0 disparó a un Barcelona que aceleró hasta la velocidad de la luz: 31-21 en el minuto 17, 64-37 en el 30, con la final sentenciada desde el descanso, del que salió el Barcelona con un 11-2 en cuatro minutos que mató cualquier intento de recuperación del merengue. Por entonces ya asomaba el que fue junto con Vázquez (MVP: 14 puntos con 4 mates, 4 rebotes) el rostro del triunfo: Ricky Rubio.
El base se reivindicó a lo grande con un partido descomunal en defensa y ataque. Asfixió la creación merengue, subió el ritmo cuando percibió que el rival boqueaba, manejó la transición con inteligencia y además anotó (13 puntos). A partir de Vázquez y Ricky, el Barcelona ni siquiera necesitó una versión brillante de Navarro. Mickeal abusó de la debilidad física del Madrid en el '3' y Lorbek (13 puntos, 6 rebotes) dio un recital de fundamentos en el poste. Si se suman los triples de Basile en el arranque, el trabajo sordo de Sada y Grimau, la intimidación de Ndong... un rodillo que se permitió un último cuarto de asueto en el que el Madrid maquilló sus números con un parcial de 16-24 (había hecho 23 puntos entre el segundo y el tercer cuarto).
Al Madrid le sacó del partido el primer viento en contra, se quedó sin excusas y sin recursos demasiado pronto. Quizá pesaron los años que acumula la plantilla ante el tercer partido en tres días. Bullock, tocado, no jugó. Tomic, demasiado verde, tampoco. Llull y Velickovic (encogido toda la Copa) sólo aparecieron con el partido resuelto, Jaric y Garbajosa sólo dieron señales de vida en el arranque, Kaukenas y Lavrinovic, desesperado ante los pívots azulgrana, lo intentaron sin suerte... Con 16 pérdidas, el rebote entregado y un 31% en triples, el Real Madrid sencillamente, y por duro que suene, no fue rival para un Barcelona pletórico que es, con toda justicia, el nuevo rey de la Copa y cuyo límite, hoy por hoy, parece el infinito.

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