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CAUSA ABIERTA

Los uruguayos honraron con velas, flores y frutas a Iemanja, la diosa del mar

Los uruguayos honraron con velas, flores y frutas a Iemanja, la diosa del mar

Con la caída del sol miles de uruguayos se acercaron anoche a la playa Ramírez para rendir culto con velas, flores, frutas, bailes y cánticos a Iemanja, la diosa del mar en el culto umbandista, originario de África. La deidad, conocida también como la "reina de las aguas" o la "señora de los peces", es venerada desde tiempos remotos por millones de africanos y desde hace casi un siglo, cada 2 de febrero, también es honrada en Uruguay.
Es considerada una de las diosas más importantes del culto afroumbandista, una religión importada al país por los esclavos negros traídos desde Brasil como mano de obra.
"Cuando llegan acá comienzan celebrando la fiesta de forma casi clandestina y sólo adquiere carácter público a partir de los años 80 del siglo pasado", señaló a Efe el doctor en antropología Renzo Pi Hugarte, especializado en la historia de estos cultos.
En la actualidad el rito se ha popularizado tanto que esta noche ni siquiera el intendente de Montevideo, Ricardo Erlich, quiso perderse la oportunidad de pedirle a Iemanja un deseo y acudió a la playa para la fiesta, declarada de interés municipal por el Gobierno local.
El ritual se repitió por toda la costa montevideana: cientos de barcos en miniatura fueron botados al Río de la Plata, para hacer llegar, con la ayuda de la marea, distintas ofrendas y una petición a Iemanja en forma de carta.
"El año pasado mi hermana le pidió concebir un hijo y hace dos semanas su deseo se cumplió", explicó a Efe Carolina, que prefiere no desvelar lo que ella le ha pedido a la deidad en esta ocasión.
La diosa es tan poderosa como coqueta, por lo que los tributos que recibe suelen contener joyas, flores y perfumes, regalos que "la hagan sentir linda y especial", explicó una joven antes de comenzar la liturgia.
También "es golosa", apuntó a Efe el sacerdote o "pae" Roberto de Vara, cuya congregación ha elaborado un altar con frutas y dulces para "la protectora".
Iemanja es una "madre bondadosa" a la que se representa como una mujer blanca, de pelo largo y negro, y con un vestido que le tapa los pies, porque se supone que en su lugar tiene aletas.
Agrupados en círculos, los fieles bailan, cantan y hacen sonar sus tambores, mientras los "paes" y sus equivalentes femeninos, las "maes", comienzan los ritos de purificación agitando pequeñas campanas para invocar a los espíritus.
Cientos de montevideanos, y también algunos turistas, hacen largas colas para acceder a los sacerdotes que, sobre el agua o en la arena, llevan a cabo las ceremonias.
Agitando velas y flores sobre ellos, "ahuyentan a los malos espíritus" y "limpian los cuerpos". A medida que el sol cae y la playa se oscurece, los tambores parecen sonar cada vez con más fuerza, mientras en la arena ya casi no queda espacio para encender velas.
Gladys, que vive en Montevideo desde hace más de 30 años, ha venido esta noche a honrar a Iemanja "por primera vez" en su vida.
En su pequeño barco lleva un collar, unos anillos, un perfume y miel, además de una larga cinta blanca en la que ha anotado sus ruegos. La marea se encarga de alejarlo poco a poco de la costa, desde donde ella lo vigila con atención.
A su alrededor, continúan sin descanso las alegres celebraciones, los ritos y los apasionados sonidos del candombe, la música afrouruguaya.

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