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CAUSA ABIERTA

Un nuevo terremoto en Haití siembra caos en medio de la catástrofe

Un nuevo terremoto en Haití siembra caos en medio de la catástrofe

El sismo fue de 6 grados en la escala de Richter; aún se desconocen los alcances en el devastado país; pese a la desorganización, intensifican los operativos para distribuir ayuda humanitaria; "las necesidades son mayores que la respuesta", advirtió la ONU
En medio de la catástrofe, otro fuerte terremoto afectó esta mañana a Haití y volvió a sembrar el caos entre los millones de habitantes afectados por el terremoto que devastó hace ocho día al país caribeño.
El sismo, de 6 grados en la escala de Richter, se registró 59 kilómetros al oeste de Puerte Príncipe y se sintió en la capital haitiana, según datos del Instituto Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés).
Dadas las precarias condiciones en las que quedaron miles de edificaciones, el movimiento telúrico hacía temer nuevos derrumbes, aunque aún se desconocen los alcances.
En tanto, los equipos humanitarios llegados de todas partes del mundo y coordinados por las tropas estadounidenses, agilizaban la distribución de ayuda en Puerto Príncipe, pese a los reinantes problemas de coordinación y de la creciente tensión en las calles, ocho días después del terremoto que devastó el país caribeño.
Los problemas de coordinación. La ayuda llega y no estamos preparados para recibirla. Cuando llega, nos dicen: ¿dónde están los camiones para transportarla, dónde están los depósitos?", explicó el presidente haitiano, René Preval, intentando graficar la situación que se vive en la isla.
En ese sentido, la ONU reveló hoy que a una semana del terremoto en Haití "todavía no existe un sistema formal de distribución" de la ayuda y que, pese al envío masivo de asistencia internacional, "las necesidades son mayores que la respuesta" que se ofrece a los damnificados.
Según la Oficina de Ayuda Humanitaria de Naciones Unidas (OCHA), las prioridades son "los suministros médicos, el agua, equipos de saneamiento básico, carpas, colchas, comida y combustible", además de vehículos para transportar esos artículos.
En tanto, centenares de soldados estadounidenses desplegados en Puerto Príncipe se establecieron en puntos estratégicos de la capital para intentar poner orden y custodiar la seguridad, en medio de un caos en aumento y ante el tremendo vacío de poder.
"Trabajamos con el gobierno de Haití. Tenemos códigos militares, pero estamos en una misión humanitaria", dijo el sargento estadounidense Bill Smith. Las tropas de Estados Unidos harán un "aporte significativo" para una mejor distribución de la ayuda humanitaria, aseguró, por su parte, el brasileño Floriano Peixoto, jefe militar de la Misión de la ONU para la Estabilización de Haití (Minustah).
La magnitud del desembarco estadounidense -con 10.000 militares, ayuda médica y humanitaria, un portaaviones, cuatro buques guardacostas y una importante flota aérea- no siempre es bien recibida. "No los he visto distribuyendo comida en el centro de la ciudad, donde la gente necesita urgentemente agua, alimentos y medicamentos. Esto se parece más a una ocupación", dijo Wilson Guillaume, un estudiante de 25 años.
Aun cuando las posibilidades de ubicar gente con vida entre los escombros disminuyen con el tiempo, la ONU confirmó que 121 personas fueron rescatadas vivas tras el sismo -30 más que en el último balance-, entre ellas una anciana y una joven en las últimas 24 horas.
Pero Estados Unidos espera pasar "muy pronto" de la fase de búsqueda de sobrevivientes a la recolección de cadáveres, anunció el general Daniel Allyn, subcomandante de la operación militar estadounidense en Haití.Los heridos siguen llegando a los abarrotados centros médicos, donde las amputaciones son el pan de cada día, mientras en las calles los saqueos se han multiplicado, así como la tensión entre la policía local y los ladrones.
"Cuando me den de comer dejaré de robar", dice, desafiante, Vicent, un musculoso joven enmascarado que se adentra sin miedo entre las ruinas de un banco con la esperanza de salir con un tesoro. Pistola en mano, uno de los oficiales no puede evitar un gesto de desesperación. "Disparamos al aire para ahuyentarlos pero hay bastante gente armada. Detenemos al que vemos robando pero tenemos que liberarlo al cabo de una hora o dos. No hay comisaría, no hay prisión", afirma.

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