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CAUSA ABIERTA

Rangers y marines de EEUU patrullan las calles de Puerto Príncipe

Rangers y marines de EEUU patrullan las calles de Puerto Príncipe

"Bienvenidos US marines, necesitamos vuestra ayuda". Es uno de los carteles que se leen por Puerto Príncipe, saludando a los rangers y marines estadounidenses que han empezado a patrullar las calles de la capital haitiana. No los reciben como invasores, como parece sugerir un ministro francés, sino como gestores que podrían destrabar la paralizada distribución de la ayuda humanitaria. Con prudencia, como reconociendo el terreno, los militares norteamericanos han comenzado a hacer acto de presencia. De momento, ya hay 5.000 en Puerto Príncipe (1.700 ya han desembarcado y otros 3.300 se encuentran en el barco USS Carl Vinson atracado en el puerto). La población los recibe como agua de mayo porque, a pesar del comentario intempestivo del ministro francés de Cooperación, Alain Joyandet, sobre que "se trata de ayudar a Haití y no de ocupar Haití'', por el fracaso de la misión de la ONU en la distribución de la ayuda.   El inicio de las presencia militar norteamericana por las calles haitianas –por tercera vez desde la invasión de 1994 para echar a la dictadura de Cédras- coincidió con la llegada a esta capital del ex presidente Bill Clinton, enviado especial de la ONU para Haití, para seguir de cerca las labores humanitarias. El ex mandatario también impulsa un fondo de recaudación de fondos para los damnificados junto al ex presidente George W. Bush.
"Como enviado especial de las Naciones Unidas a Haití, siento una profunda obligación con los haitianos de visitar el país y reunirme con el presidente René Préval para asegurar que nuestra ayuda sigue siendo coordinada y eficaz", dijo Clinton al arribar a esta capital.
Pese a los anuncios de que el lunes se aceleraría la distribución de ayuda, en el aeropuerto continúan amontonándose las cajas del Programa Mundial de Alimentos, así como las donaciones que han enviado decenas de países. La ayuda sigue distribuyéndose con exasperante lentitud. En un largo recorrido por el centro de la capital tan sólo vimos dos equipos de bomberos repartiendo agua del camión cisterna y un centro de salud de China, en el que prestaban primeros auxilios.
Junto a la embajada de Francia encontramos a un equipo de rescatistas españoles que intentaban sacar con vida a 14 franceses sepultados en un edificio cercano, que aún podrían estar con vida. Igor, un técnico en rescates de la Ertzaintza, comentó que "a partir de este martes será un milagro encontrar a alguien con vida".
Pese a que el domingo la ONU dio orden de retirada de todos los equipos de rescate por falta de seguridad, disposición que rectificó horas después, la mayoría de los socorristas españoles seguían en Puerto Príncipe.
Tres estadounidenses resultaron heridos en un confuso incidente ocurrido en el aeropuerto de Puerto Príncipe, del que de momento no se tienen detalles. La Cadena CNN creó la alarma al informar que había un número masivo de heridos.
En Puerto Príncipe se producen saqueos puntuales que se van incrementando. La mayoría muestra una paciencia infinita ante la ineptitud de las autoridades y de la misión de Naciones Unidas, que ejercía una especie de gobierno paralelo.
El terremoto de hace una semana ha desnudado la incapacidad de Naciones Unidas para hacer frente a un desastre de estas dimensiones. La costosa misión de 8.300 cascos azules no ha servido para nada a la hora de enfrentar la emergencia y distribuir la ayuda. Brasil, que tiene aspiraciones de potencia regional latinoamericana, como responsable de las fuerzas de la ONU ha mostrado incapacidad y falta de liderazgo.
El empresario haitiano Jean Pierre Bayly se mostró muy crítico con la misión de la ONU: "No ha servido de nada, ellos cobran buenos sueldos y la gente sigue en la miseria. La ayuda va a sus bolsillos. Es lo que cree mucha gente. Por eso les interesa que aquí haya inestabilidad".
El terremoto de Haití es la historia de un fracaso. Fracaso de la misión de la ONU, sí; pero también fracaso de Estados Unidos que no ha sabido orquestar un plan efectivo de ayuda a un país que apenas está a hora y media de vuelo de Florida. Lo mismo podría decirse de los países iberoamericanos y de la Unión Europea. Haití no es Somalia. Pero la ayuda, por las causas que sean, no llega a una población que no ha recibido ni una tienda de campaña en provisiones. Millones duermen al raso bajo un techo de plástico en improvisados campamentos.
El lunes estaba prevista la apertura de unos 280 centros para distribuir ayuda humanitaria y albergar a los sin techo, según una fuente oficial haitiana. Fue otra promesa incumplida.
Los precios de la comida y los transportes se dispararon desde el martes pasado y los incidentes violentos y los saqueos están en aumento, al tiempo que la desesperación crece", advirtió el Comité Internacional de la Cruz Roja.
El secretario de Estado haitiano para la Alfabetización, Carol Joseph, anunció que más de 70.000 cadáveres fueron enterrados en fosas comunes. El terremoto dejó al menos 250.000 heridos y 1,5 millones de personas sin hogar. Unas 75 personas fueron rescatadas vivas hasta el domingo.

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