Balleneros japoneses y ecologistas neozelandeses se enfrentan en la Antártida
Balleneros japoneses y ecologistas neozelandeses se enfrentaron en varias ocasiones durante las últimas 24 horas en las aguas de la Antártida al tratar de impedir que los pesqueros nipones capturen cetáceos. No hubo que lamentar heridos o daños graves a los barcos, pero ambas partes se acusaron mutuamente de provocación con cañones de agua a presión, láseres deslumbrantes y botellas de ácido corrosivo, informó hoy Radio New Zealand.
El buque neozelandés "Ady Gil" de la organización ecologista Sea Shepherd, estuvo a punto de chocar ayer contra el arponero japonés "Sonan Maru 2", al que enfocó con el láser deslumbrante y lanzó varios proyectiles no identificados, según fuentes niponas.
Sea Shepherd aseguró que los balleneros respondieron con su cañón de agua a presión y un dispositivo acústico militar de largo alcance que provoca mareos y desorientación.
El sistema que denuncian los conservacionistas, empleado por el Ejército estadounidense en Irak y por los atuneros que operan en aguas de Somalia, emite sonidos que puedan causar dolor y fue concebido para usarse en situaciones de guerra y para dominar grandes masas de gente.
Un día antes, los japoneses denunciaron que el "Ady Gil" fracasó en su intento por enredar el timón y hélice del pesquero, mientras los activistas indicaron que "Sonan Maru 2" lanzó contra ellos botes de ácido corrosivo.
Los gobiernos de Australia y Nueva Zelanda contemplan acudir a la vía legal si fracasa el esfuerzo diplomático para que Japón ponga fin a su polémico programa anual que autoriza la caza de ballenas por "motivos científicos" en aguas del continente helado.
Tokio argumenta que su cuota de captura de cetáceos está justificada por razones científicas e insiste en que no incumple ninguna ley internacional.
El año pasado, Australia y Japón se acercaron a una crisis diplomática cuando un juez australiano determinara que era ilegal cazar ballenas en la reserva marina declarada por el Ejecutivo australiano en el continente, cuya soberanía no reconoce Tokio.
Poco después, un barco del Departamento de Aduanas australiano vigiló y filmó durante semanas las actividades de los balleneros nipones, que fueron atacados en numerosas ocasiones por ecologistas de Australia y Nueva Zelanda.
La Comisión Ballenera Internacional condena la actividad de los pesqueros japoneses, pero Japón lo ignora y además exige que se levante la moratoria vigente para permitir capturas de cetáceos a pequeña escala.
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