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CAUSA ABIERTA

Las nuevas razones de la infidelidad femenina

Las nuevas razones de la infidelidad femenina

Cuando están agotadas de responsabilidades o convencidas de que familia y pasión no pueden ir juntos. Es ahí cuando la mujer corre el riesgo de ser infiel.
La periodista estadounidense Pamela Druckerman decidió que quería saber más. Más sobre la infidelidad de las parejas, qué la motiva y cómo influye la cultura en que exista. Por eso, durante tres años se dedicó a investigar el tema a fondo: recorrió ocho países, entrevistando a hombres y a mujeres de clase media, y a expertos de distintos ámbitos. También buscó información sobre otros cinco países a los que no alcanzó a viajar. El resultado fue un libro, publicado en 2007 y llamado "Lust in translation, the rules of infidelity from Tokyo to Tennessee", que se ha convertido en una referencia cuando se habla de engaños y affaires extramaritales.
Durante ese tiempo, Pamela Druckerman -quien ha escrito para The Washington Post y The Wall Street Journal, entre otros- aprendió mucho sobre infidelidad femenina. Se enteró, por ejemplo, de que son numerosas las japonesas que engañan a los maridos sin vergüenza (pero con discreción), porque en la isla existe el concepto del "matrimonio sin sexo", en el que después de los hijos, las parejas ya no tienen relaciones. También descubrió que las mujeres musulmanas de Indonesia, cuando tienen un affaire, dicen "tener un intervalo maravilloso", y que las estadounidenses son mucho más culposas que las francesas.
Pero su principal descubrimiento fue el siguiente:
-El punto común para las mujeres en todas las partes del mundo que visité es que siempre dan razones emocionales para explicar por qué son infieles. Desde las mujeres musulmanas, que usan velos en Indonesia, hasta las inversionistas de Nueva York, todas señalan los mismos motivos. Dicen cosas como: "Quería que alguien me preguntara cómo estuvo mi día, alguien que me escuchara y me dijera que soy bonita". Querían un nivel de atención y admiración que no les entregaban sus maridos. Las mujeres, cuando engañan, buscan intimidad, mientras los hombres muchas veces buscan sólo diversión -comenta la periodista desde París, donde vive.
La infidelidad femenina no es cosa nueva. Ya en la Antigüedad existían severas leyes para castigar a las mujeres que incurrían en ese tipo de conductas. En el antiguo Egipto se las ahogaba, y en algunas ciudades de Grecia los maridos engañados podían matar a los culpables y pedir una compensación financiera. Tampoco faltan clásicos de la literatura -desde "Madame Bovary", de Gustave Flaubert, hasta "La amigdalitis de Tarzán", de Alfredo Bryce Echenique, -dan cuenta de este fenómeno.
 En los últimos años, sin embargo, las investigaciones científicas y la experiencia de los psicólogos y terapeutas de pareja indican que se está produciendo una transformación. Existirían nuevas razones para la infidelidad femenina: la liberación de la mujer, su entrada al mundo laboral y las presiones de la multiplicidad de roles que les toca cumplir serían algunas de ellas.
-Con el hecho de trabajar y tener otras posibilidades, las mujeres ya no están dispuestas a vivir una vida que no las satisface, y buscan otro espacio -dice María Cecilia Jara, psicóloga, miembro del Instituto Chileno de Terapia Familiar y docente del seminario "Infidelidad, reparación y terapia de pareja".
-Además, buscan la satisfacción sexual, ya no se quedan contentas sólo con tener una familia, como ocurría antes.
El peso de la evolución
En los últimos cinco años, María Cecilia Jara ha visto llegar a su consulta un número creciente de parejas en crisis debido a un affaire de la mujer. Por eso, cree que la infidelidad femenina está en aumento. No es la única. A nivel mundial, existen cifras que van en ese sentido. El año pasado, por ejemplo, el doctor David Atkins, de la Universidad de Washington, presentó un estudio en el que analizó datos de 1991 a 2006. Éstos indicaron que en las mujeres la tasa de infidelidad había pasado de 5 a 15 por ciento en ese lapso (en los hombres, pasó de 20 a 28%).
Aun así, que las mujeres sean más infieles que antes es una idea que provoca debate. Una de las principales representantes de quienes cuestionan esa teoría es la destacada antropóloga Helen Fisher, especializada en el estudio de los comportamientos humanos y profesora de la Rutgers University, quien niega la existencia de una diferencia de género en la incidencia de la infidelidad y asegura que no hay pruebas de que incluso en la época de los cazadores-recolectores hubiera alguna brecha en las tasas.
-Los hombres quieren pensar que las mujeres no engañan, y las mujeres quieren que los hombres crean que ellas no engañan, entonces mutuamente se han hecho una pequeña trampa psicológica -ha declarado la especialista, autora de una serie de libros sobre el origen biológico de la atracción romántica.
Existen además investigaciones que invalidan las estadísticas disponibles, como la que realizaron el año pasado investigadores de la Universidad de Colorado, quienes encuestaron a 4.800 mujeres casadas. Primero las entrevistaron en persona y sólo un uno por ciento reconoció haber sido infiel en el último año. Luego se les hizo responder por escrito a un cuestionario anónimo y la cifra subió a seis por ciento.
-Existe un tabú social en torno al tema. Cuando fui a Sudáfrica, por ejemplo, donde se supone que las tasas de infidelidad son muy altas para los hombres y muy bajas para las mujeres, me di cuenta, entrevistando a mujeres y antropólogos, de que había mucha infidelidad entre las mujeres también -comenta Pamela Druckerman, quien dice, a pesar de eso, no haber encontrado evidencia de que la infidelidad femenina esté en aumento en el mundo.
La falta de certidumbre en torno a las cifras no ha impedido que se busque explicar el fenómeno. Desde el punto de vista evolucionista, se dice que el hombre es menos susceptible de ser monógamo porque nunca sabe si es el padre de los hijos de su pareja, y busca, por lo tanto, reproducirse por distintos lados para asegurarse una descendencia. Las mujeres en cambio, al poder tener sólo un hijo cada nueve meses, buscarían relaciones más estables con hombres que les ayuden a criar esos niños. Pero estudios más recientes pusieron en duda la lealtad de las mujeres en ese sentido. Se han publicado investigaciones que señalan que en algunos tipos de pájaros monógamos, las hembras tienen relaciones paralelas para multiplicar las posibilidades de supervivencia de sus crías. En esos encuentros elegirían a machos con genes de alta calidad para garantizar que por lo menos parte de su descendencia sobreviva si el ambiente cambiara a condiciones adversas. Y los evolucionistas especulan que eso podría aplicarse a los humanos también.
El factor emocional
Más allá de las razones biológicas, existen múltiples factores psicológicos y culturales que influyen en la infidelidad femenina. Y éstos han ido cambiando según el contexto social. En ese sentido, el ingreso de la mujer al mundo laboral y su mayor independencia representa un hito.
-Como las mujeres salieron a trabajar tienen más espacio con otras personas y hay más posibilidades de tener contacto íntimo con otros hombres de lo que había antes. Incluso se hace más fácil romper el pacto de exclusividad, sin que haya necesariamente sexo involucrado, estableciendo por ejemplo una relación amorosa con alguien con quien se conversa permanentemente y se tiene una relación más íntima que con el marido -explica la psicóloga María Cecilia Jara.
La autora Pamela Druckerman también cree que la independencia económica de la mujer ha influido en la infidelidad. Según lo que observó, asegura que las mujeres en los países pobres son menos infieles que en los países ricos.
-En los países donde hay más equidad social entre hombres y mujeres también hay más equidad en la infidelidad. El hecho de que las mujeres sean independientes económicamente hace una gran diferencia, porque ser infiel implica tomar un riesgo muy grande. Si te sientes capaz de arriesgar tu matrimonio, tu reputación y todo eso, entonces puedes engañar.
Lo que motiva esos engaños también ha ido cambiando. El profesor David Buss, uno de los fundadores del campo de la psicología evolucionaria y profesor de la Universidad de Texas, es quizás una de las personas que más han estudiado el comportamiento sexual humano en el mundo. En su último libro, "Why women have sex", que acaba de publicarse en Estados Unidos, explica que según sus investigaciones más del 70% de las mujeres infieles se involucran emocionalmente versus el 30% de los hombres.
-Las mujeres son infieles principalmente cuando se sienten emocionalmente y/o sexualmente infelices en su relación. Comienzan entonces a ver si hay afuera alguna pareja mejor que la suya y usan los affaires como una estrategia de cambio de pareja -comentó Buss a Revista Ya.
Eso implicaría que las mujeres engañan cuando sienten un vacío emocional.
Para Esther Perel, terapeuta de pareja hace más de 20 años en Nueva York y autora del best seller "Inteligencia erótica", el asunto es más complejo y está muy vinculado a las exigencias de la vida moderna. No ve la infidelidad como una estrategia de abandono, sino como la expresión de un malestar más profundo.
-En mis conferencias siempre digo que la gente engaña no porque quiere abandonar a su pareja, sino porque quiere abandonar a la persona en la que ella misma se ha convertido. No es que quiera buscar otra persona, sino que quiere buscar otra identidad propia y eso es particularmente válido para las mujeres -dice.
A las mujeres, explica Perel, les cuesta más que a los hombres mantener una cuota de autonomía en su relación de pareja y muchas veces se pierden en el otro y se olvidan de sí mismas. Eso se intensifica cuando se convierten en madres y viven pendientes de sus responsabilidades familiarles.
-La autonomía es algo adquirido en la infidelidad femenina, porque cuando es infiel, la mujer tiene la sensación de que hace algo para ella misma y que por una vez no está cuidando a nadie más. Le da la posibilidad de centrarse en sí misma. Creo que engaña para volver a encontrarse y eso ocurre muchas veces cuando el hijo mayor entra al colegio y el menor a prekínder. Ahí es la primera vez que las mujeres retoman cierto control de su tiempo, que no toda su agenda depende de los horarios y las necesidades de los niños. En ese momento, le dan ganas de redescubrir a la mujer detrás de la madre y como muchas veces siente que pasión y familia no pueden ir juntos, necesita recurrir a una relación exterior -dice Perel.
En 1992, la estadounidense Delma Heyn escribió un libro que ya daba cuenta de ese fenómeno. Esa publicación, llamada "The erotic silence of the american wife" (El silencio erótico de la esposa americana), causó revuelo porque la autora aseguraba que las mujeres, presionadas por el deseo de ser la "señora perfecta", terminaban perdiendo su propia identidad en el proceso y la buscaban entonces fuera del hogar.
Perel explica que la mujer fragmenta su realidad, poniéndola en compartimentos. "Dice: Mi marido es el padre; es el hombre que no me dejará; es la estabilidad, pero no siente pasión por él porque muchas pierden el deseo una vez que se sienten seguras de una relación. Dicen: "Sé que me quiere, pero hace años que no me siento deseada y con este otro hombre me siento especial". Las mujeres necesitan que las reafirmen, necesitan ser elegidas entre otras, sobre todo si no sienten eso en su pareja y su marido no es muy seductor con ellas. Un affaire las saca del aletargamiento, las hace sentirse libres y vivas".
Para la psicóloga María Cecilia Jara, esa realidad también tiene que ver con el fracaso del actual modelo matrimonial. Según ella, el concepto de amor romántico que predomina hoy le ha puesto mucha exigencia al matrimonio y ha contribuido a la infidelidad femenina.
-El amor romántico implica que la pareja tiene que tener una buena vida sexual, buena vida afectiva, conexión emocional, ser buenos padres y sostenedores económicos. Son muchas las necesidades que se pretende satisfacer con una sola persona. Anteriormente, la gente sólo se juntaba para tener hijos y respetarse, pero no para amarse con pasión toda la vida -dice.
En ese contexto, dice la psicóloga, son muchas las mujeres que no aceptan la evolución natural del amor y que buscan revivir la sensación de enamoramiento fuera de su matrimonio.
-Hoy prima la idea individualista de que la satisfacción está en este mundo; por lo tanto, hay que ser feliz y tener un desarrollo personal. Entonces, si el otro no suple todas nuestras necesidades hay que buscar otra persona. Hasta hoy, ha sido difícil encontrar una manera de que el hombre y la mujer se sientan cómodos en forma permanente en una pareja a largo plazo, porque la cultura fomenta el individualismo, por la falta de redes familiares y sociales que ayuden en la crianza de los niños, porque las cosas son desechables y porque la sociedad de consumo hace que la realidad tenga que ser siempre perfecta. Hay poca tolerancia a la frustración. (Informe de El Mercurio)

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