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CAUSA ABIERTA

La niña que no puede parar de estornudar

La niña que no puede parar de estornudar

Al mal que aqueja a Lauren, de doce años, la medicina no sabe ponerle nombre. El primero de noviembre, tras haber superado un ligero catarro, la muchacha comenzó a estornudar. Un estornudo siguió al otro. En un minuto había estornudado doce veces y la racha no daba muestras de detenerse. No lo ha hecho todavía: su familia calcula que ya ha estornudado 132.000 veces seguidas. El caso de Lauren Johnson ha salido esta semana a la luz en el programa 'Good Morning America' de la cadena ABC. En cuatro minutos de entrevista, Lauren estornudó 63 veces. Poder expresar en una frase lo frustrada que se sentía le costó cuatro estornudos. La muchacha ha tenido que dejar el colegio porque le era imposible seguir las clases, sumado al hecho de que era una distracción constante para sus compañeros. Su madre Lynn asegura haberla llevado a 11 médicos, incluídos un especialista de las vías respiratorias y un hipnoterapeuta, sin haber dado aún con un diagnóstico y menos aún con un tratamiento.
El único momento en que Lauren deja de estornudar es cuando duerme. Pero para conseguirlo, en palabras de Lauren, tiene que esta lo bastante exhausta físicamente como para conciliar el sueño en los pocos segundos durante los que puede contenerse.
El alergólogo Clifford Basset habla de metralleta de estornudos para referirse a los síntomas de Lauren. Según el médico es un caso extremadamente raro, aunque posible, provocado por múltiples causas tales como problemas de sinus, alergias o crecimientos en la cavidad nasal.
En cambio, tras la entrevista, la neuróloga Nancy Snyderman cree ver una causa psicosomática. "Lauren estornuda por la boca, no por la nariz. Eso involucra el aspecto psicológico".
Ambos médicos coinciden en que se han documentado hasta ahora otros 40 casos de síntomas similares en el mundo, ninguno de los cuales ha podido ser curado. Otra víctima de la "metralleta de estornudos" es Brooke Owens, a la que el programa entrevistó hace dos años. Sus rachas de estornudos se han vuelto crónicas. Cuando empiezan, pueden durar seis semanas seguidas.
Aunque la dolencia de Lauren se transforme en intermitente, puede que tenga que lidiar con las secuelas. Owen cuenta que durante las crisis de estornudos el dolor en las extremidades se hace insoportable. "Es como si me clavaran agujas entre los dedos de las manos y los pies. Si alguien me toca, grito".

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