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CAUSA ABIERTA

Crece el rechazo de argentinos en Barajas, la puerta de Europa

Crece el rechazo de argentinos en Barajas, la puerta de Europa

Más trabas a la inmigración. En un año, casi se duplicó la cantidad de "inadmitidos" en el aeropuerto de Madrid. Es por la crisis, el desempleo y las trabas de la Unión Europea a las migraciones. Historias de maltrato y humillación. Atiende el teléfono, cabrón, que vas a América y te tratan como a un rey". El alarido retumbaba en las paredes del Centro de Retornados, pero el guardia no quería escuchar. Marcela lo apuntaba con el aparato, que traía desde Granada la voz de su novio español: "Déjala entrar, coño, déjala entrar".
Marcela llevaba 11 horas llorando en la "zona estéril" del aeropuerto de Barajas, el purgatorio que ha montado España para advertirle al mundo que no es tan fácil compartir su cielo. O su infierno, de más de cuatro millones de desocupados, el presupuesto de la Casa Real congelado y una crisis que no les resulta tan fácil de echar.
Una mujer belga, a punto de ser rechazada, quiso consolar a la argentina: "Deus es grande, Deus es forte, va a pisar a estos corazones de piedra", la acarició. Marcela escuchaba conmovida, mientras llenaba formularios de un joven chileno que no sabía leer ni escribir.
Ese talento le sobra a Marcela Satz, profesora de Letras y guionista de programas de televisión como "Resistiré", "Los Buscas de Siempre" y "Gladiadores de Pompeya", que ahora, en pleno festejo de sus 50 años y aprovechando el pasaje que le habían regalado sus padres, se había convertido en personaje de un libreto ajeno, escrito por celadores europeos.
Marcela no llevaba la "carta de invitación" de un español con vivienda, un documento que se les exige a los que van sin reserva de hotel y que, según la Asociación Argentina de Derecho del Turismo, funciona como una suerte de "visa encubierta", por el tiempo que tarda, de 20 a 90 días, y el costo de tramitación, que supera los 100 euros (ver pág. 38).
"La carta sale 106 euros ó 154 dólares, más cara que el arancel de 131 dólares que se paga para la visa de Estados Unidos", grafica Diego Benítez, profesor de la Escuela de Turismo de la Plata y presidente de la asociación.
A su juicio, "es cierto que muchos argentinos viajan sin los papeles requeridos por la Unión Europea, pero, por las quejas que recibimos, pareciera que los españoles aplican en sus aeropuertos el criterio discriminatorio de la 'portación de rostro'".
Unos 600 argentinos fueron rechazados en los aeropuertos españoles durante 2007. La cantidad de inadmitidos superó los 1.100 el año pasado y, entre enero y julio de 2009, llegó a 578, según la información suministrada por fuentes diplomáticas argentinas. En tanto, la Embajada de España en Buenos Aires tiene registradas 800 inadmisiones hasta agosto.
Pronto habrá que sumar a Marcela, rechazada en setiembre: "Me pusieron un abogado de juguete, me sacaron los anteojos porque decían que el vidrio era peligroso, me quitaron el remedio para el asma, no me dejaron demostrar el respaldo de mi tarjeta de crédito, tuve que hablar por un teléfono intervenido, hasta apareció un policía que quiso seducirme. Por suerte no me senté en el piso para protestar, si no, me deportaban. Argumentaron que me 'devolvían' a mí país por un tema burocrático. Once horas después me devolvieron el pasaporte, con un sello especial, y me escoltaron hasta el avión que regresaba a Buenos Aires. Juré que la cosa no iba a quedar ahí", relató la mujer. Y era cierto, de tanto imaginar vidas de ficción, ahora planeaba un final distinto para el personaje que le tocaba interpretar.
Desde hace unos meses, los policías españoles saben de antemano qué pasajero tiene la carta de invitación y cuál no, porque las comisarías encargadas de tramitarlas vuelcan previamente la información en una base de datos que luego se consulta desde las terminales aéreas. Le apuntan al que no tiene la carta, aunque no necesariamente lo vayan a rechazar, pues la persona puede mostrar una reserva de hotel por los días que planea estar en España y pasar sin problemas. Aún no existe la conexión informativa entre los hoteles privados y Migraciones.
Cartas de lectores y planteos judiciales sugieren que puede haberse instaurado un cupo o cifra mínima de personas que deben ser rechazadas sí o sí, más allá de los papeles que lleven. El nuevo consejero de Interior de la Embajada de España en la Argentina, José Manuel Sánchez, lo niega: "Hubo un incremento de los funcionarios policiales en Madrid, que controlan aproximadamente entre un 7 y un 8 por ciento de los ciudadanos que van en cada avión, pero no es un cupo. Se han mejorado los mecanismos de control, sobre todo desde que la carta de invitación se hace en las comisarías". Antes, las validaba un escribano, hasta que se denunciaron fraudes: "Se descubrió que un mendigo, que dormía en las calles, invitaba a España a 27 personas de un mismo vuelo", indicó el funcionario a Clarín.

Para el escribano y abogado argentino Alejandro Zeverín, "la trampa está en los formularios de acceso al Espacio Shengen", que es el que conforman los países de la Unión Europea que decidieron suprimir sus controles fronterizos. "Esas planillas -sostiene Zeverín-, fueron ingeniosa y perversamente diseñadas para construir una falsedad ideológica, que permite al funcionario de Migraciones establecer, con la misma información, si una persona es admisible o inadmisible. Es un multiple choice restrictivo, que impide incluir 'observaciones' que demuestren los antecedentes positivos de una persona".
¿Qué hace la Cancillería argentina? ¿Piensa imponer mecanismos de reciprocidad en el trato de ciudadanos españoles, como hace Brasil? Son preguntas de los afectados. Ante el aumento de los casos, el cónsul en Barcelona recibió la orden de apersonarse en el aeropuerto de El Prat ante el arribo del vuelo semanal que llega de Buenos Aires. "Eso logró bajar drásticamente la cantidad de rechazos", destacó una fuente diplomática. Pero en Barajas hay sólo dos cónsules para tres o cuatro vuelos diarios y no alcanzan a cubrir a todos los pasajeros.
La Cancillería evalúa medidas que se puedan coordinar con los países del Mercosur, como turnar a los funcionarios de las distintas embajadas para la asistencia de los pasajeros que llegan a Madrid. Brasileños y paraguayos también están en los primeros puestos de rechazados, incluso en porcentajes mayores que los argentinos.
"Expresamos la preocupación regional por las inadmisiones en la Conferencia Sudamericana sobre Migraciones que deliberó en Quito hace dos semanas y llevaremos el tema a la reunión de Atenas, en un mes, para que se estudie la forma de atemperar la situación", explicó el subdirector general de Asuntos Consulares del Palacio San Martín, Héctor Dellepiane. Esa declaración auspicia la "libre movilidad de personas de manera informada, segura y con derechos".
Marcela reclamaba en Buenos Aires la devolución del dinero del pasaje cuando, desde Granada, le llegó un mensaje de su novio: "La fortaleza europea se blinda y sólo quieren que entren los ricos. Hay crisis y no piensan en repartir el pastel". No lo pensó ni un minuto más: "Vuelvo ya mismo", le escribió a Clarín, y se subió a otro avión. La puerta se abrió en Barajas, igual que sus ojos. Caminó unos pasos y, como en sus pesadillas, volvió a quedar cara a cara con el oficial de Migraciones.
Antes de presentar el pasaporte, la invadieron imágenes de una semana atrás. Laberintos, escaleras, una terraza, puertas con llaves, las cámaras intrusas, el interrogatorio, el consuelo de la mujer belga, los gritos de su novio al teléfono, el desprecio del guardia.
"Ese es uno de los problemas -admite el consejero español-, el comportamiento de los vigilantes de seguridad, que pertenecen a una empresa privada, no a la Policía. Es verdad que algunos tendrán que corregir su conducta. Tienen que entender que una persona que viajó 12 horas y está en una situación de tensión no puede ser maltratada".
Esta vez, Marcela llevaba euros y una reserva de hotel por todos los días que iba a quedarse, coincidente con el boleto de salida. Pero no le pidieron nada. "Pasa, pasa", le dijeron. Y allí está, en Granada, donde termina este guión. (Clarín)

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