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CAUSA ABIERTA

No hay signos de propagación de la peste que mató a un científico en EE.UU.

No hay signos de propagación de la peste que mató a un científico en EE.UU.

Las autoridades sanitarias informaron hoy que no se han hallado signos de propagación de la plaga que mató a Malcom Casadaban, quien investigaba una cepa de la bacteria Yersinia pestis en el Centro Médico de la Universidad de Chicago (EE.UU.). Desde ayer las autoridades de salud pública y de la universidad ofrecieron antibióticos a los familiares, amistades y compañeros de trabajo del investigador genético que falleció la semana pasada por exposición a la bacteria Yersinia pestis.
El diario The Chicago Tribune indicó que los expertos en enfermedades infecciosas no desechan la posibilidad de que la cepa debilitada, y aprobada por las autoridades federales para trabajos de investigación, se haya tornado de alguna manera peligrosa.
Casadaban trabajaba con esa bacteria para el desarrollo de una vacuna más potente que previniera la infección.
Pero dado que ninguna otra persona expuesta a la bacteria o a Casadaban ha desarrollado síntomas de la peste, parece más probable que haya habido algo en la salud del científico o su configuración genética que lo haya hecho susceptible al mal.
"Si bien la muerte de este investigador es terrible y trágica, no hay hasta el momento indicios de que este caso de enfermedad se haya propagado a otras personas", asegura un comunicado del Departamento de Salud Pública de Chicago, que agrega que "no hay indicios de una amenaza para la salud pública".
Ken Alexander, jefe de enfermedades infecciosas pediátricas en el Centro Médico, dijo que el riesgo de un brote del mal es muy bajo y probablemente había algo en Casadaban, de 60 años de edad, que lo hizo más vulnerable a una infección.
"Como colegas todos sentimos que tenemos con este hombre la deuda de descubrir qué era diferente que lo hizo más susceptible", añadió Alexander. "Teniendo en cuenta su campo de investigación, pienso que eso es lo que él hubiese querido", agregó.
La plaga, que llegó a ser una de las peores del mundo, afecta actualmente entre 1.000 y 3.000 personas cada año.
La mayoría de los 10 a 15 casos que ocurren en Estados Unidos se ubican en áreas rurales del suroeste, donde son más comunes los roedores portadores de la bacteria, según el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades.
Casadaban, un renombrado genetista molecular trabajaba en el desarrollo de una vacuna aún más poderosa que la que se ha usado durante décadas contra esa plaga, señaló su hija Leigh, de 21 años.
En la mañana del 13 de septiembre Casadaban presentó síntomas intensos, parecidos a los de la gripe y llegó a la sala de emergencia del Hospital Bernard Mitchell de la universidad, donde falleció 12 horas más tarde.

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