Mamá campeona
La belga Kim Clijsters, que tras una pausa de dos años por maternidad regresó para ganar el Abierto de tenis de Estados Unidos, jugó como toda una madre superiora para controlar a la novicia Caroline Wozniacki y llevarse el segundo título de Gran Slam de su carrera. La tenista valona de 26 años, que ya se había coronado en Nueva York en el 2005, venció en la final de domingo a la danesa Caroline Wozniacki, novena favorita, con pasajes de 7-5, 6-3.
"No tengo palabras para describir lo que siento", dijo Clijsters, con su niña Jada, de 18 meses, en un brazo y la copa de plata en el otro. "Estoy muy contenta de haber defendido mi título de 2005".
En el 2006 estuvo lesionada de la muñeca y el 2007 se encontraba embarazada. Tras dar a luz a una niña comenzó un arduo proceso de preparación de seis horas diarias para regresar a los planos estelares.
A principios de agosto volvió a las canchas en el torneo de Cincinnati, donde llegó a cuartos de final, y en el de Toronto, en el que alcanzó los octavos.
La belga hizo realidad la leyenda de Cinderella, llegando de Cenicienta y saliendo reina de Nueva York, dejando en el camino a un rosario de favoritas, incluidas las laureadas Serena y Venus Williams.
Llegó al torneo con un 'wild card' (invitación), y se va con la corona, luego de siete partidos ganados, en los que perdió sólo dos sets, una muestra de su tenis dominante.
"Es tan increíble. Mi vuelta no estaba prevista verdaderamente así. Agradezco a la Federación americana haberme dado una invitación para jugar aquí", manifestó.
De paso, se convirtió en la segunda mujer 'wild card' en ganar un US Open, detrás de Venus Williams en 1997.
Pese a que no jugaba en Flushing Meadows desde septiembre de 2005, cuando ganó el título, el público la hizo su consentida y la apoyó en todo el trayecto al trono.
"Agradezco a todos este apoyo y este cariño. De verás estoy emocionada", dijo Clijsters, apenas reprimiendo las lágrimas.
En octavos de final eliminó a Venus Williams, algo que alimentó sus esperanzas de ganar el título, pese a que aún le restaba Serena por el camino.
"Ese partido me dio mucha confianza y me demostró que ya tenía el nivel para medirme de nuevo a las mejores", añadió.
Una curiosa estadística proporcionada por los organizadores del US Open indicaba que de los 10 Abiertos neoyorquinos jugados por Venus Williams, en dos ha salido con el título, y en las otras ocho ocasiones ha perdido ante la eventual campeona.
Clijsters se convirtió en la tercera madre en ganar un US Open, después de las australianas Evonne Goolagong y Margaret Court.
Al dar su último raquetazo, Clijsters estalló en lágrimas de alegría y salto a las gradas para besar a su pequeña hija Jada, de 18 meses, y abrazarse con su esposo Brian Lynch, ex jugador de básquetbol profesional y al resto de su clan familiar que acudió a apoyarla.
Jade, una rubiecita vivaracha de ojos claros, hizo las delicias de los fotógrafos, mientras corría de alegría por la cancha del Arthur Ashe al posar sin ninguna inhibición.
Mientras, mamá Clijsters, con la Copa y el cheque de 1.600.000 dólares en sus manos, vigilaba orgullosa a su retoño, imaginando tal vez que un futuro podría ser ella la que levantara el trofeo de campeona en Flushing Meadows.
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