PESADILLA
Los expertos internacionales en alimentación han advertido de la "pesadillesca" cosecha de maíz en el valle del Rift, la principal cesta de alimentos de Kenia, a la que la sequía ha dejado sin grano para este verano. La única esperanza de esta cosecha queda ahora en la temporada corta de lluvias, de septiembre a diciembre, para salvar los cultivos, ya de por sí duramente afectados por los tres años de grave sequía registrados previamente, que afectan tanto a las plantas como al ganado que se alimenta de ellas. En este sentido, la oficina de Naciones Unidas sobre Asuntos Humanitarios, la OCHA, anticipa un aumento de la población en riesgo alimentario por culpa del clima, a través de un informe realizado por una comisión de expertos kenianos que indica que la población de desplazados en la zona supone un imprevisto contratiempo para el desarrollo de la agricultura en el país africano. El granjero Samuel Karanja declara su pesimismo sobre la situación de la agricultura en el valle. Su principal problema es que se ha gastado mucho dinero para pagar unas semillas que no han cundido en lo más mínimo. Para Karanka, estos últimos tres años han sido una "pesadilla". "No espero cosechar nada, pero he usado un montón de dinero para preparar la tierra y plantar maíz a finales de año", declaró el granjero a la agencia de información de Naciones Unidas, IRIN. Karanja invirtió más de 1.000 dólares en unos cultivos que ahora están secos, y su única esperanza se encuentra en la temporada corta de lluvias. "Dejo todo en manos de Dios. Espero que las lluvias desde septiembre a diciembre lleguen lo antes posible, pero de momento estoy explorando alternativas al maíz. Otros granjeros y yo queremos plantar yuca, cuando las lluvias lleguen", declaró. La zona de Nakuru, en el valle del Rift, comprende seis provincias: Njoro, Nakuru del Norte, Naivasha, Molo, Rongai y Olengurone, todas ellas enormemente afectadas por la sequía. El índice de cosechas fallidas alcanza casi el 100 por 100. "Nos esperamos un índice de fracaso del 95 por ciento, sólo esperamos cosechas en zonas como Wesege, en Nakuru del Norte", indicó el oficial para la Agricultura del Nakuru, Stephen Muriithi. Para el granjero Karanja, la situación ha afectado especialmente al ganado, que se ha muerto de hambre al no poder sacar alimento del maíz desaprovechado. Consecuencia de ello, Karanja se ha visto obligado a gastarse más dinero en alimento para el ganado. "Me estoy gastando 2,60 dólares al día para dar de comer a tres vacas. Es un gasto que difícilmente me puedo permitir, ya que dependía completamente de la cosecha de cultivos", lamentó. De esta forma, la población del Nakuru se ha visto reducido a recurrir a un modelo de agricultura de subsistencia. "Cuando lleguen las lluvias, sólo plantaremos maíz para cubrir las necesidades familiares. En realidad, nos centraremos en la plantación de semillas de árboles, que rinde más beneficios y que no necesita mucha lluvia", declaró. Muriithi espera que la temporada corta de lluvias potencie la producción de cosechas de rápido crecimiento, como la patata, y espera que sea suficiente para el inicio de la nueva temporada de cosechas del año próximo. La OCHA ha publicado en este sentido un informe en el que advierte de que esta sequía incrementará el número de kenianos en riesgo alimentario, entre los que se incluyen centenares de desplazados que habitan en campos de internamiento. Según la directora de OCHA Kenia, Jeanine Cooper, se ha iniciado una campaña de concienciación para terminar con las emergencias producidas por la sequía en el país africano. Esta iniciativa surge a raíz del mencionado estudio, desarrollado por el Grupo de Manejo de la Seguridad Alimentaria en Kenia (KFSSG, por sus siglas en inglés), realizado durante la última quincena de julio. Según dicho documento, las regiones pastorales del este y del norte han experimentado una "temporada difícil", lo que ha hecho aumentar el precio de los alimentos, y, consecuentemente, el número de personas incapaces de pagarlos. Además, estos campos de desplazados suponen una amenaza en sí mismos para las cosechas. Con la llegada de nuevos refugiados, estos campamentos amplían su extensión por encima de terrenos cosechables "lo que actúa como una importante barrera para al agricultura". "El escenario emergente", apunta el informe, "ha desembocado en el aumento de precios de los productos lácteos y en el mercado avícola de al menos tres distritos". Además, el constante movimiento de los animales "facilita el contagio de enfermedades como la fiebre aftosa, el ántrax y el botulismo". Las comunidades más vulnerables ya se están viendo obligadas a reducir el número de comidas al día. También han comenzado a restringir el número de calorías por adulto para que los niños tengan más para comer. Precisamente, estos niños están comenzando a abandonar la escuela para ayudar a los mayores a buscar comida, y parte del dinero empleado para reasentar a la población desplazada se ha visto desviada para el desarrollo de nuevos terrenos cultivables.
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