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CAUSA ABIERTA

La memoria de los mozos es un prodigio que sorprende a la ciencia

La memoria de los mozos es un prodigio que sorprende a la ciencia

Un cortado en jarrito, dos tostados -uno en pan de miga, otro en árabe-, una lágrima, dos jugos de naranja, un licuado de banana y unas papas fritas. Todo en tiempo y forma, y distribuido de manera precisa a cada comensal. ¿Cómo hacen los mozos argentinos para acordarse de todo lo que se ordenó en una mesa sin tomar nota? Esta pregunta fue el disparador para una investigación que concluyó en que utilizan una técnica mixta inédita en el campo de los estudios de la memoria: combinan el reconocimiento de algún rasgo característico del cliente (generalmente la cara, el sexo o la ropa) y la ubicación a la mesa. En el informe final, los investigadores bautizaron esta técnica como "método Tortoni", en honor a uno de los bares investigados. El estudio fue comandado por los argentinos Facundo Manes, director de INECO y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro y Tristán Bekinschtein, neurobiólogo de INECO y de la Universidad de Cambridge. Se inició dos años atrás y, durante varias semanas, los investigadores visitaron bares porteños clásicos (Tortoni, London City, Británico, La Ideal, entre otros) siempre en un grupo de a ocho. Se sentaban, pedían, y cuando el mozo no los veía, los ocho se cambiaban de lugar. El mozo volvía con las bebidas y notaba un cambio. Los investigadores medían si los mozos cometían errores al servir el pedido a cada comensal. Si la estrategia del mozo fuera sólo a través del recuerdo de caras y qué había pedido cada una, entonces no tendrían problemas al servir el pedido de cada comensal. Si, por el contrario, la estrategia consistía en asociar el lugar en el que estaban sentados con el pedido, entonces hubieran servido los pedidos en la ubicación correcta, pero a la persona equivocada, pues ahora se habían reubicado todos. La variedad de los errores determinó esta técnica mixta, que hace que los mozos tengan una memoria operativa mucho más desarrollada que la común. Para este trabajo se evaluó el rendimiento de 9 mozos con una experiencia de entre 9 y 17 años. En una primera ronda de pedidos, de los 9 sólo uno se equivocó. En cambio, apenas uno de los voluntarios no profesionales consiguió entregar la orden de manera correcta. "Para un buen mozo es casi vergonzoso anotar", dice Dante Camaño, secretario general de UTHGRA, el gremio de gastronómicos. "Vi mozos que atendieron a una misma familia durante toda su vida, y no sólo recuerdan sus pedidos sino también sus costumbres". "Uno de los méritos de esta demostración es que se hizo en el propio lugar de trabajo: no en un laboratorio, y por eso los mozos no sabían que les estaban sirviendo cafés, cortados y gaseosas a un grupo de neurocirujanos", evoca Facundo Manes, presidente además del grupo de investigación en Neurología Cognitiva de la Federación Mundial de Neurología. El estudio, publicado en la revista "Behavioural Neurology", "es útil para conocer las estrategias del conocimiento y la memoria. Y podría servir en rehabilitación", cuenta Manes, mientras hace marchar otra ronda de cortados para tres personas. Un pedido fácil, para no seguir complicando a los mozos que lo padecieron durante la investigación. (Informe diario Clarín)

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