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CAUSA ABIERTA

Primero te amo y luego te odio o la polarización de los sentimientos

Primero te amo y luego te odio o la polarización de los sentimientos

Platos van y gritos vienen en la casa de Oliver y Barbara Rose. Tras casi 20 años de matrimonio, de un amor profundo y mágico, esta pareja no soporta un solo día más viéndose las caras, en "La guerra de los Rose", película basada en el libro homónimo de Warren Adler. ¿Sólo ficción o suena conocido? Si bien no todos los quiebres amorosos son iguales, no hay que escarbar mucho para encontrar a unos ex que cruzan la calle si se topan caminando. ¿Cómo han podido pasar de jurarse amor eterno a no querer verse ni en pintura? El refrán que dice que "del amor al odio hay un solo paso" resuena como una maldición echada sobre algunos desenamorados. De hecho, el año pasado, unos investigadores lanzaron los resultados de un estudio que vino a dar fuerza a la idea de que ambos sentimientos tan contrarios están más unidos de lo que se cree, tanto así que provendrían de la misma zona cerebral. Tras mostrarles a 17 personas fotografías de gente que odiaban, los científicos notaron que se les activaban circuitos cerebrales en un área relacionada al sentimiento del amor romántico. "Igual que el amor, el odio a menudo parece ser irracional y puede conducir al individuo a conductas heroicas o malvadas. ¿Cómo es posible que dos sentimientos tan opuestos conduzcan al mismo comportamiento?", dijo el profesor que dirigió la investigación, Semir Zeki, del Laboratorio Wellcome de Neurobiología de la Universidad de Londres."Efectivamente en el cerebro hay circuitos que tienen que ver con cierto tipo de acciones y también con las emociones, no sólo del amor y odio, sino que de todas", afirma el doctor Jorge González, miembro de la Comisión de Ética de la Sociedad de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile. Sin embargo, un cambio brusco de los sentimientos "en un solo paso", sucedería en personas más bien emotivas, cuyos circuitos parecen estar más activados, dice el neurólogo. Como él, la psicóloga de la Universidad Católica Katusa Nishihara asegura que "estos tránsitos del amor al odio y viceversa suelen darse en personas que viven sus relaciones y su mundo emocional de manera muy intensa y contrastada". "Suelen influir diversos factores, uno de ellos son las expectativas sobredimensionadas sobre la relación de pareja", además de enfocarse en ella como si fuera un leit motiv. "Por otra parte, contribuye el tener determinadas características personales, como temperamentos fuertes o rasgos de dependencia emocional", explica Nishihara.


Un punto con retorno

"Hay distintos tipos de amor; unos que son incondicionales, como el amor de familia y el de la caridad, porque no piden nada a cambio. Pero están también los del amor de pareja, que necesita que el otro responda o tenga el mismo sentimiento para que persista", cuenta el doctor Marco Brunetti, psiquiatra de la Clínica Alemana. El amor, ese "sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear", como bien describe la Real Academia, a veces sí es correspondido, trayendo felicidad a una flamante pareja. Pero una traición o una fuerte desilusión puede acarrear las peores emociones en un ser humano. Sin embargo, "a veces, ese sentimiento no tiene por qué ser odio; lo parece, pero en realidad es rabia, frustración", explica Brunetti, quien relaciona la aversión individual de un ser a otro, con lo que sucede en casos de racismo, más que con la antipatía y la furia post relación. Además, el psiquiatra entrega esperanzas a la pareja malograda, asegurando que "así como después de amarse se odiaron, después de odiarse también pueden volver a respetarse". Asimismo, Nishihara afirma que "es fácil pasar de un extremo a otro en ambas direcciones. Lo óptimo es revertir el camino de vuelta hacia el amor, por motivos un poco más fundados que una recomposición transitoria o cosmética de la relación, que tenga que ver con una aceptación y conocimiento más profundo y respetuoso de los involucrados". (El Mercurio)

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