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CAUSA ABIERTA

Uruguay preside un Mercosur del que desconfía y cuya unidad debe impulsar

Uruguay preside un Mercosur del que desconfía y cuya unidad debe impulsar

Uruguay estrena su presidencia temporal del Mercosur con la difícil tarea de impulsar la integración económica y política de un bloque al que cada vez mira con mayor desconfianza y cuyas propuestas de unidad son criticadas desde Montevideo. En realidad, el trabajo de la presidencia uruguaya se centrará en superar los escasos logros de la XXXVII Cumbre del Mercosur, que concluyó el viernes en Asunción, sin que se solventara ninguno de los grandes desafíos pendientes para el bloque, lo que acentuó aún más las quejas y resquemores de Uruguay ante la organización. La ardua labor que ahora debe impulsar la presidencia uruguaya incluye la lucha contra el desencanto y el descrédito al que ha caído el Mercosur, particularmente entre sus socios más pequeños -Uruguay y Paraguay-, que ven cómo las dos grandes economías del bloque -Argentina y Brasil- hacen y deshacen a su antojo y se saltan sin inmutarse las normas del propio organismo. Al mismo tiempo, tal y como explicó el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, a los medios de su país desde Asunción, esta molestia de Uruguay no puede permitirse tampoco perder los mercados de Brasil y Argentina, que serán tan difíciles de recuperar como lo es encontrar mercados sustitutivos. Los conflictos comerciales son, de momento, la mayor preocupación del bloque, conflictos que quedaron patentes durante la Cumbre de Asunción. En su primera declaración como presidente temporal de la organización, Vázquez dijo que sus esfuerzos se encaminarán a lograr "desaparecer las dificultades parancelarias para que en el bloque exista solidaridad, apoyo y complementariedad". Precisamente es solidaridad, apoyo y complementariedad lo que Uruguay y Paraguay reclaman desde hace mucho tiempo a sus socios mayores, a quienes denuncian por las trabas comerciales que imponen a sus productos a la hora de cruzar las fronteras internas, trabas que se han intensificado con el desarrollo de la crisis financiera internacional en los últimos meses. La desconfianza uruguaya quedó patente en la intervención de su ministro de Exteriores, Gonzalo Fernández, en la reunión de líderes, cuando destacó que en la última década el Mercosur no solo no ha avanzado en su proceso de integración, sino que "ha experimentado severas reversiones en el marco económico-comercial". Las licencias no automáticas de exportación impuestas por Argentina y Brasil, la falta de progresión en los acuerdos de libre comercio con otros países y la no eliminación del doble cobro del arancel externo común fueron algunos de los puntos duramente criticados por Uruguay. Asimismo, la cada vez mayor tendencia a la negociación bilateral entre Argentina y Brasil de temas comerciales propios del Mercosur también elevaron las protestas uruguayas. En cuanto a la integración política, los problemas también parecen insalvables, particularmente la adecuación del órgano parlamentario del bloque, el Parlasur, a los deseos de sus integrantes. Así, Brasil, el socio mayor y más poblado, con diferencia, del Mercosur, pide una representación proporcional en esta cámara, una propuesta que Paraguay sólo aceptaría si se crea a su vez un Tribunal de Superior de Justicia cuyas sentencias sean obligatorias para cada estado parte del Mercosur y que garantice los derechos de los socios menores. Y este tribunal no cuenta con las simpatías ni de Argentina ni de Uruguay, para quien una institución así violaría su Constitución, según dijo el canciller Fernández. La integración definitiva de Venezuela en el bloque es otro de los puntos calientes que tendrá que lidiar la presidencia uruguaya. Esta integración, que parecía prácticamente un hecho cuando fue aprobada hace tres años, ha topado con numerosas trabas y ahora pende de la autorización por parte de los congresos de Paraguay y Brasil, cuyos legisladores no parecen dispuestos a favorecer la presencia del país presidido por Hugo Chávez en el bloque. En lo único en lo que sí parece haber unidad y consenso es en la crítica a la situación en Honduras y en la petición de regreso del depuesto presidente Manuel Zelaya al poder en Tegucigalpa, y la presidencia uruguaya no parece tener ningún problema en reafirmar esta visión en el futuro.

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