Homenajean en Chile a un sacerdote español asesinado en Cuba
La Iglesia Católica y habitantes de la ciudad de Copiapó, en el norte de Chile, homenajearon y recordaron al sacerdote español Mariano Arroyo Murillo, asesinado en Cuba el pasado día 13, informa hoy la prensa local. El obispo de Copiapó, Gaspar Quintana, recordó durante una misa en su memoria que el padre Arroyo, que estuvo dieciséis años en la zona antes de ser enviado a Cuba en 1997, fue un estrecho colaborador del obispo Fernando Ariztía durante la dictadura de Augusto Pinochet. El obispo Ariztía, ya fallecido, fue uno de los obispos chilenos destacados en la defensa de los derechos humanos durante el régimen de Pinochet (1973-1990). "La muerte del padre Mariano ha sido muy dolorosa para nosotros, en primer lugar porque entregó gran parte de su vida a Chile, especialmente en Copiapó", dijo el obispo Quintana. Añadió que Arroyo "fue un hombre muy querido, inteligente, un gran pastor" y destacó que muchas instituciones eclesiásticas que funcionan en la región de Atacama son obra de él, a quien definió además como "muy preocupado de los pobres, los necesitados y de los jóvenes". El presidente de la Conferencia Episcopal de Chile y obispo de Rancagua, Alejandro Goic, definió a Arroyo como "un sembrador de fraternidad" y destacó su legado bibliográfico, entre ellos los textos "Jesús de Nazareth, Una Iglesia para el mundo" y "Los hechos de los Apóstoles 1, Conozcamos de Jesús". Esos textos, según Goic, "dan cuenta de su reflexión y encuentro con el Señor, que compartió también en múltiples encuentros con sacerdotes, religiosas y seminaristas que lo invitaban para conocer su experiencia y testimonio pastoral". El cadáver de Arroyo, de 74 años, fue encontrado en su parroquia del pueblo de Regla, cerca de La Habana, acuchillado y quemado. Seis días después del crimen, las autoridades cubanas informaron a la Iglesia de ese país que el autor era el sereno de la parroquia, que estaba detenido y confeso y que actuó motivado por el robo, junto a dos conocidos, entre ellos una muchacha, todos residentes en el mismo pueblo. El crimen causó inquietud entre los católicos cubanos, pues fue el segundo en pocos meses, tras el homicidio del sacerdote Eduardo de La Fuente, también de origen español y cuyos asesinos, según las autoridades cubanas, también están detenidos.
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