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CAUSA ABIERTA

La increíble historia de los hipopótamos de Pablo Escobar

La increíble historia de los hipopótamos de Pablo Escobar

EL TIEMPO reconstruye la historia de la 'narcoarca' que trajo los animales para el zoológico de la propiedad. Algunos ejemplares terminaron en los platos de habitantes de Puerto Triunfo (Antioquia). El narcotraficante Pablo Escobar Gaviria empezó a ser acorralado por la justicia colombiana desde principios de los 80. Su captura era una obsesión para el entonces ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, quien en noviembre de 1983 supo que el capo intentaba ingresar un cargamento a través de un gigantesco avión Hércules con matrícula estadounidense. Inicialmente, el avión pidió permiso para aterrizar en Pereira, sin embargo, cambió de rumbo y, la primera semana de noviembre de 1983, llegó al Olaya Herrera de Medellín casi a la medianoche. Advertidas, las autoridades hicieron un gigantesco operativo. En esa época, el presidente era Belisario Betancur, y el alcalde de Medellín, Álvaro Uribe. La sorpresa fue mayor cuando descubrieron que el avión no traía ni armas ni químicos ni dinamita: resultaron ser una pareja de hipopótamos africanos y 35 especies exóticas (entre gacelas, canguros, camellos, elefantes...) que el capo le había comprado a comerciantes internacionales de animales, a circos y a zoológicos de E.U. Allí venía el padre de 'Pepe', el hipopótamo cuya muerte a balazos mantiene consternado a medio país y cuya descendencia tiene encartadas a las autoridades ambientales. Ese día, la justicia se sintió burlada y nunca se enteró de que, realmente, le había dado uno de los grandes golpes al bolsillo y al ego del capo. Veintiséis años después, EL TIEMPO encontró la cabeza del hipopótamo del Hércules -padre de 'Pepe'-, colgada en una gran sala y reconstruyó con Luz María Escobar Gaviria (hermana de Pablo) y con autoridades y protagonistas de la época, la bitácora del ingreso de la 'narcoarca'.

Los importadores y el Hércules

Luz María Escobar asegura que para ingresar el 'arca' , su hermano escogió a Fernando Avendaño y a Gustavo Upegui. Ambos eran amigos entrañables de Escobar y, años después, se convirtieron en respetados dirigentes del Envigado Fútbol Club. Estos contactaron a comerciantes internacionales de animales y a un par de zoológicos de Miami para la exótica compra. También fueron ellos quienes arreglaron el vuelo del avión Hércules y a los veterinarios extranjeros e intérpretes que llegaron al país para el operativo de ingreso y ubicación de las especies en la hacienda de Pablo, la Nápoles. "Hasta se compró una grúa para bajar a los elefantes y a las jirafas que venían en el avión", narra Luz María Escobar quien confirma que fue un primo, Hernán Darío Gaviria, el de la idea de hacer un zoológico en Nápoles. La propuesta surgió en medio de los concursos que hacían los Escobar. Un día, una de las hermanas se comió una cucaracha por 50 mil pesos; otra, se rapó la cabeza; y en otro juego -'qué hacer en Nápoles'-, surgió la idea. La inversión fue de tal magnitud, que la noticia del decomiso de los animales enfureció a Escobar, quien, según su familia, tenía un proyecto ecológico que incluyó la organización de un congreso con Petra Kelly, fundadora del Partido Verde alemán. Pero Kelly canceló el viaje cuando supo que el filántropo era un narco.

El gran soborno

Tras el decomiso, todos los animales habían sido llevados al zoológico Santa Fe (en el centro de Medellín), mientras se efectuaba su remate. Ese mismo día, Escobar tejió un veloz plan para rescatarlos. Les pidió a todos sus familiares que recogieran animales domésticos, entre ellos burros, para un 'cambiazo'. "También ordenó que contactaran al vigilante del zoológico y que se le pagara cinco años de sueldo para que entregara las llaves y se perdiera", narra Luz María Escobar. Y así fue. Los lugartenientes del capo sacaron a los animales importados y los reemplazaron por criollos, en una especie de burla al Estado. Incluso, alcanzaron a pintar dos burros de blanco y negro para que parecieran cebras. A los dos días, la 'narcoarca' ya estaba en la hacienda Nápoles, en donde Escobar tenía listas lagunas, jaulas y potreros para las gacelas, canguros, avestruces, bisontes, camellos y dromedarios. "La primera noche, el hipopótamo le enterró los colmillos a un camello y lo mató", cuenta Luz Maria Escobar.

El Pastor de 'Pepe'

Desde ese momento, por orden del capo, José Pastor Álvarez Ortiz, 'Pastorcito', fue uno de los que se encargó de cuidar a los animales. "Don Pablo dirigió la bajada con grúa. Nos amaneció y luego hizo una fiesta y mandó matar dos terneras", dice Pastorcito, que por 15 años fue uno de los capataces de Nápoles. Fue él quien bautizó 'Chacho' al padre de 'Pepe', el cuál murió tras ser herido por un nuevo macho dominante. Leonardo Arteaga, esposo de Luz María Escobar, intentó salvar a 'Chacho' y luego optó por ir a Nápoles con el taxidermista Miguel Parra para disecarlo: "Esa noche -recuerda Artega-, estaba cayendo un monumental aguacero y con solo la luz de una camioneta Toyota y unas herramientas insuficientes, perforamos la piel de 12 centímetros, la carnosidad y separamos la cabeza del cuerpo". Por esa época, los 'paras' se habían tomado Nápoles. Por eso, una de las crías de cebra terminó como mascota de Kenya Gómez, la última esposa de Carlos Castaño. Según informes de policía judicial, fueron ellos quienes devastaron el bosque que Escobar sembró y arrancaron los postes de comino (madera fina) que rodeaban la hacienda Nápoles, facilitando la huída de varias especies. Los demás estragos los hizo el tiempo y la ineficiencia estatal. Upegui, uno de los importadores de la 'narcoarca', fue asesinado en el 2006 por miembros de la 'Oficina de Envigado' que hoy aseguran que él heredó el mando de esa estructura criminal tras la muerte de Escobar. Y el hermano del otro importador, de Avendaño, se sometió a la justicia como lugarteniente de Escobar. Hoy, la hacienda insignia del capo intenta renacer en manos de privados mientras que la familia Escobar pide que se preserve lo poco que queda del legado ecológico de Escobar, sin importar su oscuro origen.

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