Blogia
CAUSA ABIERTA

¿Hay un juez en Uruguay al que le importe lo que le pasó a una familia crucificada?

¿Hay un juez en Uruguay al que le importe lo que le pasó a una familia crucificada?

Por Carlos Lemos

La tarde del martes fue dramática en Montevideo. Los canales de televisión, luego los medios digitales y más tarde, con mucho más tiempo, la prensa escrita dimos cuenta con imágenes y todo de la apareción de tres monstruos en un barrio pobre. Había muerto una beba de 10 meses como consecuencia de una feroz violación y por ello debían pagar su padre, su madre y el tío. Los vecinos, al enterarse de la noticia y al grito de justicia, se indignaron de tal manera que entraron a la humilde morada de los perversos para desvalijar la miseria que había adentro. Los tres monstruos lloraban desconsoladamente en la comisaría con sus manos bien sujetas con esposas de acero, mientras policías los hostigaban para conocer la verdad de un suceso inmundo. No era para menos, la pediatra que atendió a la beba había comprobado la existencia de semen en su ano, por tanto no quedaban dudas. La hoguera estaba encendida y los cuerpos de los aborrecibles se cocinaban a fuego lento. Pasó toda la tarde del martes y toda la noche, y toda la madrugada. Casi todos los uruguayos nos fuimos a dormir, incluidos periodistas, médicos, jueces y vecinos. Todos en paz porque de alguna manera entre todos habíamos hecho justicia y reparado el daño a esa niñita muerta por ferocidad extrema. Los que no durmieron por cierto fueron los tres monstruos y los policías que tenían la sagrada misión de custodiarlos y, en lo posible, castigarlos a cuenta. Pero siempre hay algún ser humano que no puede conciliar el sueño y ese fue un periodista de la Radio Sarandí que a primera hora de la mañana de ayer hizo lo que todos los comunicadores que nos creemos profesionales debíamos haber hecho: llamó a donde tenía que llamar y se enteró que, en realidad, no había habido violación alguna y que la criatura había fallecido por una infección pulmonar, según el informe del médico forense. El periodista propaló la noticia y los restantes medios quedamos enmudecidos por la atrocidad cometida. Los monstruos habían vuelto a ser padre, madre y tío de la víctima. Pero, ¿cómo arreglar el lío? ¿cómo le decimos ahora a la gente que la niña murió por muerte natural? Bueno, la reacción de los medios fue variopinta: un locutor de televisión gritó al iniciar el informativo ¿y esto?, otro anunció la vuelta de tuerca, pero dilató la información lo más que pudo. Otros optaron por dar la información veraz con la velocidad de rayo, para que el fárrago diario de noticias espantosas le pasara por encima. Lo más patético ocurrió cuando el periodista que dio primero la noticia fue enviado a entrevistar a los tres monstruos del día anterior. En la penumbra, los tres seres humanos estaban parados uno al lado del otro cual espectros. El cronista se esforzó para remediar un daño terminal, pero el padre lo interrumpió y con la voz cortada por el llanto apenas pudo balbucear "ustedes tienen que asegurarse bien antes de decir algo". El magistrado que intervino en el caso se mostró un poco ofuscado y al ser consultado sobre el caso puso cara de enojado y les dijo a los periodistas "esta información nunca tuvo que haber salido". Y bien, ¿acaso aquí se acaba la cosa? ¿Hay necesidad de que algún abogado avispado corra al barrio y se ponga a las órdenes de la familia destruida a mansalva para que la vía legal se respete y haya "denuncia de parte"? ¿No habrá algún juez que actúe de oficio y nos llame a responsabilidad a 20 o 30 periodistas, a la pediatra, a los policías que sacaron como si fueran bestias a los tres pobres desgraciados, a los vecinos? ¿Acaso no se creó alarma pública infundada? ¿Acaso no hay que reparar de alguna manera el infame daño que se le hizo a esa humilde familia? ¿Y las hermanitas, de 6 y 7 años, de la pequeña muerta? ¿Acaso habrá que llamar a algún juez de Dinamarca?

0 comentarios