Irán: Ahmadineyad es reelegido y Musavi denuncia fraude en medio de un clima de suma tensión
Pese a que en los días previos eran pocos los que se atrevían a realizar pronósticos, la victoria lograda por el ultraconservador Mahmud Ahmadineyad en los comicios presidenciales celebrados este viernes ha sorprendido por su "contundencia". Según los resultados preliminares ofrecidos por el Ministerio de Interior, con el 94 por ciento de los votos escrutados el mandatario habría doblado a su principal rival, Mir Husein Musaví, y evitado una segunda vuelta que muchos pronosticaban. El ex primer ministro, que se atribuyó una amplia victoria tras el cierre de los colegios electorales, denunció asimismo numerosas irregularidades en favor del presidente. Incluso apeló a la intervención del líder supremo de la Revolución, ayatolá Ali Jameneí, a quien muchos señalan como uno de los principales apoyos del presidente. Apenas 12 horas después, Musaví permanece en silencio y muchos se preguntan qué estrategia seguirá si, como parece, el poderoso Consejo de Guardianes ratifica el resultado. "La sociedad se ha fracturado. Hay mucha gente que no cree lo que ha pasado tras el enorme apoyo que Musaví logró en la campaña. Simplemente no esperaban esta derrota, aunque temían el fraude", explica a Efe un analista político local que prefiere mantener el anonimato. La crudeza de la campaña electoral, plagada de desacreditaciones y acusaciones sin precedentes en los treinta años de República Islámica, no sólo ha dividido a la sociedad sino que también parece haber abierto un brecha en la opaca cúpula del régimen. Ahmadineyad, en una estrategia arriesgada, acusó al ex presidente del país Ali Akbar Hashemi Rafsanyaní de corrupción y de complot, junto al también mandatario Mohamad Jatamí y el propio Musaví, para derrocar su gobierno. Rafsanyaní, considerado uno de los tres hombres más poderosos del país, respondió con un carta al líder supremo en la que advertía sobre el peligro que representaba para el régimen la actitud del mandatario. "¿Qué salida se espera ahora?", se preguntan la mayoría de los expertos. Lo único en lo que coinciden es en que con su decisión de reclamar la victoria Musaví quiso allanar el camino para sus alegaciones de fraude y sugirió que no planea aceptar de forma sumisa la humillante derrota. Si él y sus influyentes aliados insisten en las alegaciones -carencia de papeletas, obstáculos a la supervisión y cierre de los colegios cuando aún había votantes- podría crear un conflicto sin precedentes en el seno del régimen. Días antes de la votación, Yadolah Janavi, miembro del poderoso Consejo de Guardianes, advirtió que los reformistas, con Musaví a la cabeza, buscaban una "revolución de terciopelo", objetivo que se evitaría de raíz. En la calle la situación tampoco es clara, aunque existen signos de evidente tensión. Poco antes del cierre de los colegios, la Policía iraní aisló a cal y canto el ministerio de Interior, sede donde se recontaban los votos. Fuerzas de Seguridad y efectivos antidisturbios desalojaron con violencia a centenares de personas que se concentraban en torno a la sede de Musaví, según relataron a Efe testigos. A primera hora de la mañana, nuevos enfrentamientos entre la Policía y seguidores del ex primer ministro se repitieron en algunos puntos de Teherán. "La gente se echó a la calle con enorme entusiasmo para apoyar a Musaví durante la campaña, parece poco probable que ahora se vayan a quedar callados", argumenta el analista, profesor universitario. Fuentes diplomáticas apuntaban hoy a que, precisamente, las universidades del país no han abierto sus puertas este sábado. Ante la previsible continuidad de la política internacional que ha caracterizado el gobierno de Ahmadineyad, otra de las cuestiones aún sin respuesta es qué incidencia tendrá la situación económica del país. La economía ha sido el campo de batalla de la polémica campaña electoral, con una oposición denunciando que Ahmadineyad había "arruinado el país" y un presidente a la defensiva, calificando las cifras de la oposición de falsedades. Lo cierto es que en los últimos años la inflación y el paro han crecido en el país, y que el presidente, pese a sus medidas populistas, no ha podido cumplir muchas de las promesas que le encumbraron en 2005. Con el petróleo -principal riqueza de Irán- a bajo precio y una posible reducción de los subsidios en los próximos meses -defendida por Ahmadineyad y rechazada por el Parlamento-, parece que el futuro, en todos los aspectos, se presenta difícil para Irán y los iraníes.
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