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CAUSA ABIERTA

"Mi mamá me dice que yo soy mejor que Maradona, ¿qué le voy a hacer", ironizó Pelé en Montevideo

"Mi mamá me dice que yo soy mejor que Maradona, ¿qué le voy a hacer", ironizó Pelé en Montevideo

"Yo no tengo ningún problema con Maradona, lo admiro. Mi mamá dice que yo soy mejor, ¿qué voy a hacer?". Es Pelé, sólo el Rey puede zanjar con una sonrisa una disputa regional. Ayer el soberano del fútbol trajo un poco de su magia. Lo primero que llama la atención es su estatura. ¿Cómo un gigante puede ser tan pequeño? Por no hablar de la humildad con que suele rehuir ante cualquier intento de recordarle que es O Rei. Edson Arantes do Nascimento (69) llegó a Montevideo para lanzar la Copa Santander Libertadores. Hombre de fútbol hasta el final, Pelé postergó la conferencia de prensa por una hora para ver la final de la Champions League y el triunfo del Barca. Tal vez por eso, cuando le preguntaron cuál era el mejor del momento (y con el cabezazo de "La Pulga" fresco en las retinas), contestó sin vacilar: "Yo creo que este año, sin duda, el mejor es Messi". Sonriente, seguro en cada respuesta, Pelé habló con los periodistas en el noveno piso de la sede del Banco Santander, que lo designó embajador para el lanzamiento de la competencia de clubes sudamericanos más importante. Evitó los pronósticos, arrancó sonrisas, y recordó la antigua rivalidad entre Santos y Peñarol. Ni una palabra para Nacional. Habló de su paso por Punta del Este e hizo gala de todo su humor, y su elegancia, cuando habló de Diego Armando Maradona. Como un soberano. Como Pelé. Así el más grande de la historia del fútbol hizo su entrada a Montevideo. Dicen que el martes por la noche cuando llegó y los organizadores comenzaron a contarle su agenda, Pelé sonrió y les respondió: "haré lo que ustedes quieran, pero después de ver el segundo tiempo de la Champions". Dicho y hecho. Flanqueado por el director general para América del Santander, Francisco Luzón, y el gerente general para Uruguay, Jorge Jourdan, llegó vistiendo una chaqueta roja, camisa blanca y sobria corbata oscura. Pero nadie se fastidió por la espera. Pelé se explica a sí mismo cuando recuerda lo que solía decirle su padre: "Dios te dio la dádiva de jugar fútbol, entonces no te pongas muy creído". Un consejo que debería ser escuchado más a menudo y sobre todo por quienes tienen el talento a sus pies. La esquina de 18 de Julio y Julio Herrera y Obes estaba de fiesta. El tramo de la avenida principal fue vallado para el espectáculo central: un "picadito" a cargo de los funcionarios del Santander. Centenares de personas se agolpaban en las veredas, con la vista puesta en la canchita armada sobre la calle, con pantalla gigante para los que no podían acercarse y el partido relatado por el Tío Aldo, el personaje de Pablo Fabregat, que le dio la deseable cuota de humor al encuentro. Claro que el más esperado fue Pelé, que finalmente salió por la manga improvisada en la esquina junto a la sede bancaria. En las tribunas aguardaban los invitados especiales y en el palco oficial el intendente Ricardo Ehrlich y la subsecretaria de Turismo y Deporte, Liliam Kechichian, harían un lugar luego al invitado de honor. La idea del fútbol callejero, cuentan quienes estuvieron cerca, fascinó desde el arranque al maestro. Después de todo, allá en Tres Corazones -la pequeña villa de Minas Gerais donde ahora el gobierno del estado planea reconstruir su casa natal-, así empezó Pelé su romance con el balón. Luego de las fotos y el puntapié inicial a cargo del invitado, el "picadito" dio comienzo. De camisa, corbata, pantalones y zapatos -como uno espera de cualquier bancario- los cinco contra cinco comenzaron a disputarse la de cuero. Desde el palco Pelé seguía concentrado las rápidas evoluciones por la cancha callejera. Debía elegir al mejor jugador. Y como suele pasar, el talentoso no se hizo esperar para mostrarse dueño de la pelota desde su propio campo hasta la línea final de gol. Marcelo Caulin, que vestía la casaca con el número 5 en la espalda, fue el "botín de oro" de la partida. El partido continuó, después del primer tiempo de cinco minutos. Pero con una incorporación inesperada. Un perro callejero se sumó al partido. No hubo quien lo convenciera de abandonar el "field". Iba a todas. Por supuesto que no faltaron las bromas desde el público. "En cualquier momento lo llaman de Peñarol", comentó alguno entre risas. "Hasta cine tenemos, con festival de `Canes` y todo", apuntó el Tío Aldo desde su "cabina de transmisión". distinciones. El hombre de los 1.282 goles recibió algunos obsequios y distinciones después del partido. La subsecretaria Kechichian le obsequió el libro "Uruguay Natural", un ejemplar en tapas duras con abundante material fotográfico. El intendente Ehrlich, por su parte, le entregó la medalla con la que se le declaró "Visitante Ilustre" de Montevideo. Y por último, el Banco Santander le obsequió una réplica en miniatura del Estadio Centenario. Y así, por un rato en la patria futbolera, hubo fiesta. Por unos días el as de todos los tiempos estará en el país. Tendrá oportunidad de oír lo que dicen los uruguayos cuando alguien hace algo bueno: "Sos Pelé". (El País)

 

 

 

 

 

 

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