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CAUSA ABIERTA

El estado de Texas ejecuta al asesino de una empleada de una heladería

El estado de Texas ejecuta al asesino de una empleada de una heladería

Un hombre que hace 23 años mató a puñaladas a Wynona Lynn Harris, empleada de una heladería, fue ejecutado hoy en el estado de Texas, informaron fuentes del penal de Huntsville. Michael Riley, de 51 años, recibió una inyección letal después de haber ordenado a sus abogados que desistieran de todo intento de aplazar la ejecución o de solicitar clemencia. La muerte del condenado fue constatada ocho minutos después de que comenzara a recibir la combinación letal de sustancias por vía intravenosa en ambos brazos, dijo una portavoz del penal. En su última declaración, Riley pidió el perdón de los familiares de su víctima. "Lo lamento, verdaderamente lamento la pena y el dolor que les he causado. Espero que me puedan perdonar", señaló. Días antes, desde el corredor de la muerte, Riley había afirmado que no tenía miedo de enfrentar el castigo. "Uno no puede temer la muerte. Después de tantos años, uno debe estar preparado", enfatizó entonces. El viernes pasado, la Junta de Perdón y Libertad bajo Palabra del estado de Texas decidió no recomendar un aplazamiento de 120 días de la ejecución. El castigo había sido aplazado en 2005 por un tribunal del estado que decidió analizar alegatos de los abogados que afirmaban que Riley era un deficiente mental y, por lo tanto, el castigo en su contra era inconstitucional. Riley fue condenado a muerte en 1986, pero un tribunal de apelaciones rechazó la sentencia tras determinar que un miembro del jurado había sido eliminado del panel de manera indebida. En un segundo juicio, Riley se declaró culpable y, pese a que sus abogados pidieron que fuese condenado a cadena perpetua, los miembros del jurado lo sentenciaron a la pena capital. Durante el segundo juicio los fiscales afirmaron que Riley atacó por la espalda a Wynona Lynn Harris con un cuchillo de cocina para quitarle el dinero que había reunido durante el día. El hombre huyó con un botín de 1.000 dólares, pero dejó una estela de sangre que terminó en su casa, donde fue arrestado por la Policía. La de Riley fue la decimoquinta ejecución realizada este año en Texas.

 

 

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