El silencioso adiós del legendario mafioso de los años 70; murió en Córdoba el inspirador del filme "Contacto en Francia"
Traficaba armas, droga y mujeres. Fue sicario. Y aquí lideró un millonario asalto al Banco Nación. François Chiappe, el capomafia corso que inspiró la película Contacto en Francia; el hombre que traficaba hachís, mujeres, dinero y armas; el que fue torturador en la guerra sucia de Francia contra Argelia; el que se robó 68 millones de pesos del Banco Nación; el que salió de la cárcel de Devoto caminando entre los presos políticos, los montoneros y los militantes del ERP amnistiados por Héctor Cámpora en la noche del 26 de mayo de 1973, murió en las sierras cordobesas el 2 de febrero. Tenía demencia senil y su azarosa existencia se apagó sin pena ni gloria entre los ancianos de un geriátrico del Valle de Punilla, donde fue internado el 12 de diciembre. Su viuda, Margarita Naval, con quien vivió en La Falda en las últimas décadas, le contó de su muerte a José Hernández, corresponsal de La Voz del Interior, y fue él quien difundió la noticia en las últimas horas. Once años atrás, François Chiappe tenía una carcajada potente. Una que retumbaba entre las paredes claras de su luminoso chalet de La Falda, en el barrio que rodea al Edén Hotel (ver Un refugio...), donde Clarín lo encontró el 15 de mayo de 1997, justo el día en que cumplía 77 años.
"No, don François no está en casa", le respondió una y otra vez a esta cronista detrás del mosquitero de una ventana, mientras que con tonada italiana insistía en que era "Alfredo, un amigo de François". Media hora después, y en medio de una charla tan insistente como desordenada en la que alternaba la primera y la tercera persona, el supuesto Alfredo equivocó la ruta de su identidad. "¿Qué cómo es don François? Soy un tipo simple", soltó junto a una risotada que lo dejaba al descubierto. Enseguida llegó la invitación a su living, la presencia de Margarita Naval, con quien ya convivía desde los '70, y un té con strudell. Se notaba que disfrutaba de caminar al borde del abismo. Saberse descubierto y, al mismo tiempo, célebre en lo suyo. Pero quería blanquearse.
Decía que "al fin" había encontrado "su lugar en el mundo" y que no quería perderlo. Negaba con énfasis haber pertenecido a la Legión Extranjera "porque no soy un mercenario"; y repetía el estribillo de haber sido indultado "durante el gobierno de Cámpora porque me consideraron un preso político; tuve problemas con los militares". Pero, era consciente, la historia lo desmentía. Si bien primero se creyó que el corso aprovechó la confusión del indulto para ganar la calle, Chiappe no era ni preso político ni común, y sus métodos en Argelia eran los mismos que las organizaciones de izquierda denunciaban. Sin embargo, su nombre sí estaba en la lista de los indultados. Algunos opinan que pudo ser un error, pero para otros, la cuestión no está tan clara. O sí. El corso estaba por robo a mano armada y, al fin y al cabo, guardaba 68 millones en algún lugar. Los jefes de la cárcel fueron relevados. Pero también se cree que, a través de ellos, Chiappe colaboró con la Triple A, a la que habría provisto de armas.
Lo cierto es que "Marcel el corso" o "Labios gruesos", algunos de sus alias, estaba hasta la coronilla de acusaciones en Europa y en los Estados Unidos, donde lo condenaron a 20 años por tráfico de armas y sólo cumplió 13. A la Argentina llegó como polizón en un barco en 1965. Había pertenecido a la mafia corsa que se había enfrentado nada menos que a la siciliana Cossa Nostra. Ejerció de sicario. Se enroló en la Organización Armèe Secrète (OAS), grupo de ultra derecha que torturó en Argelia. A tres años de su llegada a Buenos Aires con documentos falsos, asaltó la sucursal Boedo del Banco Nación, llevándose con otros tres socios unos 68 millones de pesos.
Décadas después, Chiappe murió temiendo una extradición que nunca llegó, y se llevó con él nombres, fechas y conexiones que hicieron de su nombre y su fama un símbolo de la impunidad. (Clarín)
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