Si grita a su hijo, es posible que eso lo marque de por vida
Los niños que viven bajo la amenaza de gritos e insultos tienen más posibilidades de sufrir problemas mentales en la edad adulta. Las influencias negativas se extienden más allá de la juventud. Puede dejar en él secuelas que pueden ir desde transtornos psiquiátricos y depresión hasta dependencia a las drogas. Si se acompaña de golpes es aún peor. Según el estudio publicado en The Journal of American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, la violencia verbal a un niño (gritos e insultos) puede ocasionar consecuencias negativas en la edad adulta, que incluyen problemas de salud mental, depresión, abuso de alcohol y drogas.
De acuerdo con la investigación adelantada por un grupo de la Escuela Simmons de Trabajo Social (de Boston, Estados Unidos), dirigida por Helen Reinherz, se pudo comprobar que "si bien esperaban que la exposición a la violencia física dejara cicatrices, no creían que íban a encontrarse con que la exposición a gritos e insultos entre miembros de una familia tuviera efectos en la vida adulta.
Además, los sometidos a este tipo de agresiones están más descontentos con sus vidas y sufren, incluso, más desempleo", adviritó la doctora.
Reinherz y su equipo iniciaron en 1997 la investigación 'Simmons Longitudinal Study', en la que se recopilaron los datos de 1.977 personas de esa comunidad a través de varios informantes (papás, profesores, entre otros), en edades muy concretas; a los 5, 6, 9, 15 18, 21, 26 y a los 30 años. De todos estos participantes escogieron a 346 para realizar un nuevo trabajo.
Los autores indagaron sobre la existencia de violencia verbal en sus hogares cuando tenían 15 años, y sobre la violencia física, a los 18 años.
Analizaron si ambos tipos de agresiones tienen repercusiones en la funcionalidad de los adolescentes cuando alcanzan la edad adulta (30 años). Entendiendo por ella la existencia o no de enfermedades psiquiátricas o problemas decomportamiento; el estado psicológico (autoestima, satisfacción personal en el trabajo u otras actividades), desempeño laboral, salud física e historia familiar (divorcio, separación).
En su estudio, los investigadores aseguraron que "el parámetro que más relación tuvo entre los conflictos familiares y las consecuencias a largo plazo fue el concerniente a la salud mental.
En los niños en los que se documentó la vivencia bajo insultos, el riesgo de padecer un trastorno psiquiátrico a los 30 era tres veces mayor que el de sus congéneres de familias estables.
Lógicamente, "si la agresión fue física, el riesgo posterior de problemas a nivel psicológico, de insatisfacción personal y laboral fue mucho mayor. Los resultados del trabajo constatan que las influencias negativas de los conflictos verbales y físicos se extienden más allá de la juventud tanto en el sexo masculino como el femenino", concluyen los autores.
"Nos llamó la atención que el grupo de chicos que vivió con gritos e insultos, a los 15 tenía más probabilidades de padecer depresión en la edad adulta, mientras que los que sufrieron violencia física poseían una mayor incidencia de enfermedades físicas", destacó Reinherz
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