Turquía prepara un infierno para España por el gesto feo de silbar su himno
La prensa turca se ha movilizado en las últimas horas para que el estadio Ali Sami Yen se convierta esta noche en una olla a presión, en un infierno para España. Todo con tal de allanar el camino a Turquía, que se juega el billete para el Mundial de Sudáfrica y que necesita el triunfo esta noche ante La Roja si no quiere que Bosnia se afiance en la segunda plaza. La campaña de sensibilización hacia sus aficionados ha estado apoyada en los imperdonables silbidos que recibió el himno turco en el estadio Santiago Bernabéu el pasado sábado. Hemos de reconocer que los españoles, por desgracia, somos únicos en el mundo a la hora de faltar el respeto a los rivales. Resulta una ofensa sinsentido pitar los acordes del himno nacional y, en España, tenemos esa fea costumbre desde tiempos inmemoriales. En Francia hace seis meses se montó un revuelo espectacular debido a que los seguidores de Túnez silbaron La Marsellesa. Algunos, como el jefe del Gobierno galo, llegaron a pedir la suspensión del partido cuando los espectadores silben un himno. "Es insultante para Francia y sus jugadores y eso no es tolerable", llegó a decir el primer ministro francés. Sirva este ejemplo para ilustrar lo que en la mayoría de los países —no así en España— significa el himno como símbolo. Los partidos de fútbol como el de esta noche en Estambul son una ocasión propicia para resaltar la rivalidad deportiva y, al mismo tiempo, para aunar a jugadores, dirigentes o hinchas en torno a una misma pasión. Este mensaje parece que en nuestro país aún no lo hemos captado. De todas formas, ¿qué podemos esperar del respeto al himno de otro país cuando ni siquiera somos capaces de mantener una cierta consideración hacia el propio? Reflexionemos y la próxima vez respetemos el himno del rival del mismo modo que nos gustaría que respetaran el nuestro. (Marca)
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