Por primera vez en Argentina condenan a ocho años a un preso que hacía secuestros virtuales
La Justicia de Córdoba condenó a ocho años de prisión un preso que desde la cárcel realizaba secuestros virtuales, o sea, extorsionaba telefónicamente a gente a quienes les decía que tenía secuestrado a un familiar. La condena impuesta por los jueces de la Cámara 11ª del Crimen a Carlos Alberto González (33), es la primera que se aplica por estos delitos en la Argentina.
Los secuestros virtuales fueron una modalidad impuesta desde la cárcel del barrio San Martín de la ciudad de Córdoba, que rápidamente fueron imitados por presos de otros penales, sobre todo del conurbano bonaerense. En esa cárcel cordobesa, en febrero de 2005, hubo un violento motín que duró 24 horas y terminó con ocho muertos. Los jueces Nereo Magi, Graciela Bordoy y Daniel Ferrer Vieyra, declararon culpable de extorsión reiterada a González, imponiéndole ocho años de prisión; y sumaron esa pena con la que el acusado estaba cumpliendo, de siete años y ocho meses de prisión.
Además, la Cámara 6ª, declaró a González reincidente, con lo cual no podrá salir en libertad condicional y tendrá que cumplir la totalidad de la pena. Los hechos por los que fue juzgado González ocurrieron entre el 10 y el 25 de julio de 2006, cuando este interno de la Penitenciaría del barrio San Martín, hizo llamadas telefónicas a diferentes personas, a las que primero engañaba diciéndoles que un familiar había sufrido un accidente. Luego cortaba y al volver a llamar descubría sus intenciones: aclaraba a sus víctimas que no había ningún accidente y que en realidad el llamado era para exigir un rescate por un secuestro.
El preso extorsionador exigía, entre otros valores, tarjetas telefónicas, dinero o joyas. Dicen que contaba con la complicidad de su madre Mafalda María Arrutia (78), quien habría cobrado algunos rescates de los secuestros virtuales.
En octubre de 2006, la mujer fue detenida y reconocida por una de sus víctimas: "Esa mujer fue la que retiró la plata que dejé en una bolsa, esa cara no la olvido más", dijo el damnificado.
Es que González obligaba a sus víctimas a llevar el botín hasta un cesto de residuos en el barrio Ducasse, muy cerca del penal. Después, creen que su madre buscaba la bolsa con el rescate exigido. En esos casos, todos los pasos de las víctimas de Arrutia, eran dirigidos telefónicamente por González desde la cárcel, quién exigía que las víctimas no miraran hacia atrás. Pero una de estas personas dijo que vio a la mujer que salía de la casa y entraba con el botín.
Arrutia fue investigada por el fiscal Marcelo Hidalgo, pero fue sobreseída porque no se demostró que hubiera actuado en complicidad con su hijo. Por eso, sólo fue juzgado González.
Los secuestros extorsivos se hicieron conocidos a mediados de 2005, cuando un taxista cordobés grabó a un hombre que lo amenazó para que le dictara números de tarjetas telefónicas. (Clarín)
0 comentarios