México registra fuga de 20 mil cerebros en la última década
El éxodo de profesionistas hacia economías desarrolladas implica para las naciones emisoras la transferencia de un valioso recurso humano que los descapitaliza, merma sus capacidades para impulsar el desarrollo económico y social, erosiona su masa crítica y limita sus posibilidades de generar innovación, señaló el doctor Rodolfo Tuirán Gutiérrez, subsecretario de Educación Superior de la Secretaría de Educación Pública. En el marco del Seminario Internacional Fuga de cerebros, movilidad académica y redes científicas, el doctor José Lema Labadie, rector general de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), advirtió la necesidad de construir al interior de los espacios nacionales las condiciones para “puntear el paisaje mundial de la sociedad del conocimiento, con polos de referencia académica y científica”. Indicó que “no se trata de retener, sino de atraer a los profesionistas en un régimen flexible de producción académica y científica: construir esferas que sean centros de los que irradie el saber y que además los atraiga con financiamientos, infraestructuras y equipos de colaboración e intercambio, que sean atractivos para producir conocimientos. El Rector General de la UAM explicó que en este proceso es necesaria la formación de un docente flexible con las experiencias y las expectativas de un cosmopolitismo seguro, confiable en el horizonte del saber humano, en una lógica cultural del académico trasnacional, pero con una responsabilidad cívica, incluso moral y política con la sociedad local y regional, que hace posible su proyección en la sociedad del conocimiento.
En esta actividad, que tiene lugar en las instalaciones de la Rectoría General de la UAM, el funcionario de la SEP subrayó que en la última década emigraron alrededor de 20 mil profesionistas por año.
El doctor Tuirán Gutiérrez sostuvo que la intensa demanda mundial de talentos ha contribuido a intensificar la migración de recursos humanos especializados, en respuesta a las nuevas oportunidades, incentivos y recursos, donde las economías más desarrolladas operan como enormes imanes que atraen cuantiosos flujos de especialistas, capaces de generar ideas o productos y de aplicar conocimiento en complejos procesos de producción e innovación.
Se estima, agregó, que en los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) donde ocurre 70 por ciento de los intercambios mundiales de bienes y servicios, el número de inmigrantes con estudios superiores aumentó en la década pasada de 12 a 20 millones de personas provenientes en su mayoría de países en desarrollo, quienes se desplazan en busca de salarios más elevados y de mejores oportunidades laborales o de desarrollo profesional.
Uno de los temas más discutidos durante la mesa “Fuga de cerebros en América Latina” fue si las políticas públicas en la región deben o no centrarse en la repatriación de connacionales a su país, o bien establecer políticas que vinculen a esos talentos que residen en el extranjero con programas compartidos de investigación.
Sobre el tema la maestra Silvia Álvarez Bruneliere, directora adjunta de Formación y Desarrollo de Científicos y Tecnólogos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), refirió que en países como México la política había sido “punitiva” respecto al no regreso al país; sin embargo, ahora el Conacyt, que en 30 años ha otorgado más de 130 mil becas en el extranjero, ha empezado a establecer políticas de colaboración y redes de conocimiento internacional.
Por su parte la doctora Elizabeth Balbachevsky, de la Universidad Federal de Sao Paulo, Brasil, precisó que en su país hay una política “muy dura” cuando los becarios deciden permanecer fuera de él; no obstante, dijo, esto resulta contraproducente, porque en lugar de seguir preparándose, los profesionistas regresan y no encuentran en dónde laborar y aplicar sus conocimientos.
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