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CAUSA ABIERTA

Sucedió en Argentina: iba a juicio y dijeron que murió, pero en su lugar hay otro cadáver

Sucedió en Argentina: iba a juicio y dijeron que murió, pero en su lugar hay otro cadáver

Juan Carlos Díaz tenía antecedentes y podía ir a la cárcel. Cuando comenzó el juicio en su contra sus abogados dijeron que había muerto. El juicio no se hizo. Ahora fueron a exhumar su cuerpo, pero en su ataúd encontraron el de una anciana. Un juicio suspendido en medio de un escándalo, luego de que los abogados del acusado informaran que su defendido había muerto. El certificado de defunción de un NN como única prueba. Un examen de ADN que no resulta concluyente y una exhumación tardía. La renuncia del juez durante el jury de enjuiciamiento. Cuando finalmente abren el ataúd para hacer nuevas pericias, se encuentran el cuerpo de una anciana. Parecen excesivos cliché de una película de suspenso pero es una historia bien real, a cargo de la Justicia de San Isidro.
Todo empezó la noche del 19 de marzo de 2005, cuando Nicolás Juan, de 4 años, fue atropellado por un carro de golf. El vehículo lo manejaba un custodio privado del country en el cual se produjo el accidente. Dos años más tarde, la causa por "lesiones culposas" contra el vigilador Juan Carlos Díaz llegó a juicio oral. Hasta ahí nada extraño, sólo era una causa por un delito más bien "liviano" dentro del menú que describe el Código Penal.

Pero la mañana en que empezaba el proceso, comenzaron también a cambiar las cosas. Los abogados del vigilador (la defensa estaba patrocinada por Gustavo Romano Duffau y por Gerardo Pardo) anunció que su defendido había muerto y por lo tanto solicitaba que se suspendiera la audiencia. El único documento que lo acreditaba era un certificado de defunción de un NN.

A pesar de eso, el juez Fernando Ochoa hizo lugar al pedido y comenzó un escándalo que terminó con una grotesca escena frente a las cámaras de TV entre el juez y el abogado de la familia del nene atropellado, Gregorio Dalbón. Con gestos histriónicos, el juez acusaba al abogado de haberle pegado. Las imágenes mostraban lo contrario, pero el juez insistía y señalaba manchas de sangre en el brazo.

Luego del incidente, el abogado Dalbón pidió que identificaran el cadáver. Pero como Ochoa se excusó de seguir adelante con la causa, el caso pasó primero a otra jueza, que también se excusó y tras varios vaivenes judiciales recayó casi cinco meses después en el juzgado de Emma Prada.

El cuerpo que supuestamente sería de Díaz apareció tirado el 20 de enero de 2008 arrollado por un tren. Estaba completamente desfigurado. No hubo testigos del episodio y la Policía suponía que había sido un indigente. Pero luego los hermanos de Díaz lo identificaron. "Es muy llamativo lo que sucedió. Recién la familia comenzó a buscarlo 15 días después de su desaparición. Después dicen que como en la heladera había arroz, y en los intestinos del cadáver también, no hay dudas de que era su hermano. Fue entonces que pedimos que hicieran más estudios", explicó a Clarín el abogado Dalbón.

Se hizo el examen de ADN, pero como sus resultados no eran concluyentes, la querella pidió que se exhumara el cuerpo para tomarles las huellas digitales, algo que la Policía Científica no había hecho antes. Ese trámite se demoró hasta hace unos días.

En paralelo, se llevó al juez Ochoa a un jury de enjuiciamiento. Lo llamativo fue que, antes de que terminara el proceso, Ochoa renunció a su cargo. Cuando esto sucedió salió a la luz que en 1983, acusado en una causa que investigaba contrabando de armas por el conflicto del Beagle, también Ochoa había renunciado durante un juicio político.

"Para nosotros era todo desconcertante. No sabíamos qué sucedía. Pensamos que a Díaz lo habían matado para sacarlo del medio. Después, que estaba vivo y que habían armado lo del cadáver para que nadie lo busque. Más tarde nos enteramos que tenía varias causas y una condena en suspenso por robo, con lo cual Ochoa tenía que mandarlo a la cárcel (podían darle hasta 6 años). Encima, atrás estaba la empresa de seguridad y un estudio de abogados que es muy caro. Todo esto para defender a un simple vigilador sonaba a mucho. Aún no sabemos qué sucedió. Y lo peor, creo que nunca lo sabremos", se lamenta Walter Juan, padre del nene atropellado.

Aunque la muerte de Díaz no estaba comprobada, la Justicia recién en agosto de 2008 emitió la orden de captura. Durante esos meses, en caso de que él no fuera la persona arrollada por el tren, podría haber salido del país usando su propio documento.

Tras cuatro pedidos denegados, finalmente hace apenas unos días, la jueza Prada permitió que se exhumara el cadáver para que se le tomaran las huellas digitales.

Este miércoles, al sacar el ataúd de la parcela indicada por los familiares de Díaz, en el cementerio de San Fernando, los forenses se llevaron una sorpresa: allí había una mujer de 80 años muerta en 2004. Luego se hizo otro trámite con un cuerpo de alguien que murió en enero del año pasado, pero sólo encontraron un cráneo y un fémur, ya no había tejidos. Fuente Clarín.

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