Cómo afrontar los terrores que asaltan los sueños de los niños
No hay certeza sobre las razones que llevan a un niño a padecer los llamados terrores nocturnos, una alteración del sueño que se caracteriza por movimientos anormales o involuntarios mientras se duerme. Queda claro, sin embargo, que se presenta más en pequeños cuyas familias tienen antecedentes del problema y que tiende a desaparecer a medida que estos crecen. Los terrores nocturnos y las pesadillas son dos cosas distintas. Contrario a lo que ocurre con las pesadillas, los primeros no son sueños que producen miedo y tampoco son el resultado de la actividad del sueño.
Expertos creen que son el reflejo de etapas inmaduras del sueño, en las cuales el niño tiene dificultades para hacer la transición del sueño profundo al más superficial. En general, estos episodios causan preocupación en los padres, pues aunque el niño no los recuerda, durante ellos sollozan, gritan y se agitan a tal grado, que pueden levantarse y correr con los ojos abiertos, pero ajenos a la realidad en la que están. Vale la pena anotar que es probable que personas jóvenes sufran estos terrores, si los padecieron durante la niñez. El aumento de los niveles de estrés puede provocarlos. Es muy raro que se presente en mayores de 40 años; cuando eso pasa suele estar relacionado con otros males, como la epilepsia.
¿Qué hacer?
Es importante tener en cuenta (para tranquilidad de los papás) que lo mejor ante un evento de esta clase es no angustiarse, esperar a que pase y recordar que no tienen efectos traumáticos ni duraderos para el afectado. Si un niño se ve afectado por un episodio de esta clase, se recomienda:
- Tranquilizarse: no trate de despertar al niño; abrácelo y pásele una toalla húmeda por la cara; esto lo ayudará a calmarse. Poco a poco volverá a la realidad.
- Regule los horarios de sueño: es importante ayudarles a los pequeños a desarrollar patrones de sueño; procure que se acueste y se levante todos los días a la misma hora y que descanse lo suficiente (alrededor de nueve horas).
- Consulte: aunque los terrores no generan daño a los pequeños, lo mejor es consultar con el pediatra, quien determinará si ordena o no exámenes para descartar patologías como la epilepsia. En caso de que los episodios sean muy frecuentes y estén dificultando el descanso del niño (y su familia) es posible que le prescriba medicamentos. Fuente El Tiempo.com
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