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CAUSA ABIERTA

Organización financiada por la industria del alcohol asegura que consumo inteligente es bueno para la salud

Organización financiada por la industria del alcohol asegura que consumo inteligente es bueno para la salud

Alberto Bouroncle es director de programas de la Alianza Internacional para el Consumo Responsable de Alcohol. Viaja por el mundo para explicar lo que la ONG implementa a fin de desarrollar estrategias a favor de un consumo que no sea nocivo. Viaja por el mundo para explicar lo que la ONG implementa a fin de desarrollar estrategias a favor de un consumo que no sea nocivo.

“Se necesita una alianza público-privada, porque ni la industria sola ni el gobierno solo van a ser efectivos. Después de consolidarse la alianza invitamos a otros actores de la sociedad civil y de la comunidad comercial, a los grandes almacenes, las bodegas, los restaurantes, los bares. Porque no solo se trata de consumo responsable sino también de venta responsable. Los minoristas son la cara de la industria.

—¿Qué es la Alianza para el consumo responsable de alcohol que usted representa?

—Tiene sede en Washington y oficinas en Londres, Ginebra y Bruselas. Somos una organización financiada por la industria del alcohol, por las doce más grandes compañías productoras del mundo. La ONG es un puente entre la industria y la salud pública.

—¿Por qué se hace una defensa del consumo de alcohol? ¿Cuáles son los beneficios?

—La industria del alcohol ha tomado mayor responsabilidad acerca de sus productos, que consumidos de una manera inteligente producen beneficios tanto sociales como, de alguna manera, aunque mínimos, en la salud. Sabemos que el consumo de vino tiene buenos efectos en la salud cardiovascular. Algunos tipos de alcohol consumidos a cierta edad son un factor preventivo frente a la demencia senil o protectores ante la diabetes. Pero como industria nunca vamos a publicitar nuestros productos como beneficiosos para la salud. Hay una cantidad de investigaciones que pueden demostrar una cosa o la otra.

—¿Maneja alguna cifra de consumo de alcohol en Uruguay que le parezca preocupante?

—Uno de los temas que nos preocupa mucho es el consumo de menores. Uruguay tiene una edad promedio de inicio en el consumo de 12.7 años. Eso los ubica a nivel del Caribe, una región en donde existe muy poco control acerca de la venta, se le vende alcohol a cualquier chico que parezca que tiene más de 14 años.

—¿Cuáles son en definitiva los beneficios del consumo responsable que difunden, ya que prefieren no hacer marketing con la salud?

—El consumo de alcohol es un lubricante social y tiene esos efectos protectores de los que hablamos, aunque no queremos hacer alarde. El alcohol se ha venido consumiendo por la humanidad durante más de quince mil años; la evidencia más antigua se encuentra en Mesopotamia, son barriles de cerveza. Cada cultura del mundo ha desarrollado el consumo en forma muy relacionada a rituales y celebraciones.

—Y ese consumo sigue dependiendo de la región, de la cultura.

—Hay diferencias regionales, es así. El mayor consumo se da en Europa; en Italia es bastante alto pero mediterráneo, sano, con las comidas. Hacia los países nórdicos o Rusia los patrones son otros. Trabajé en Suecia y en Finlandia y el consumo parece que tiene mucho que ver con el clima, los inviernos oscuros y muy largos.

—No hay entonces una solución global para el consumo problemático.

—No nos alineamos con la estrategia de la Organización Mundial de la Salud, que tiene políticas muy puntuales, muy concretas, que apuntan a toda la población y tienen como indicador más importante el consumo per cápita al año ya sea de vino, cerveza o destilados. El inconveniente de este tipo de medición es que no necesariamente señala cuál es la problemática del alcohol. Porque una cosa es tomar una copa de vino con las comidas, una o dos veces al día, y otra es beber la misma cantidad un viernes y tirarse una tremenda borrachera. Un patrón de cosumo concentrado en un solo día es peligroso por varios motivos.

—¿Cuáles?

—Por accidentalidad, un coma etílico, conflictos de violencia o situaciones riesgosas en términos sexuales. Muchachas que beben mucho en una sola oportunidad tienen un riesgo aumentado de sufrir algún tipo de agresión sexual, hasta la violación.

—¿Tienen otras diferencias con la OMS?

—Queremos complementar su estrategia, que se concentra en impuestos, restricciones de horarios o la densidad de los puestos de venta. Cuando se elevan demasiado los impuestos se crea un mercado para el alcohol ilegal, que no tiene controles. Muchas veces los productores inescrupulosos, que solo quieren hacer dinero, en lugar de usar etanol usan metanol, que no es apto para el consumo. Países que tienen las regulaciones más estrictas presentan muchos casos de envenenamiento por metanol, como Suecia. Lo mínimo que pasa es que las personas quedan ciegas.

—El desgaste físico del que trabaja en el campo, por poner un ejemplo, le exige una dieta especial. ¿Consideran al alcohol en una rutina diaria según quién sea el consumidor?

—Nunca vamos a presentar al alcohol como un reemplazo o fuente de la alimentación. Las calorías que tiene son las llamadas vacías, que no producen ningún valor nutricional.

—¿Cómo sintetizar la direccionalidad de los programas de la ONG que usted dirige?

—Trabajamos en más de cien países, con cinco compromisos. Nos concentramos mucho en las poblaciones vulnerables; el consumo por menores es una prioridad. Nos importa también evitar que las mujeres embarazadas o lactantes consuman; la prevención del manejo en estado de ebriedad; dar información al consumidor; y la innovación. Es irresponsable, por ejemplo, sacar un producto que combina vodka y red bull. Importa mucho además la autorregulación de publicidad y marketing: no dirigirse a jóvenes ni presentar al alcohol como factor de prestigio social, de beneficio sexual o de éxito en los negocios.

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