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CAUSA ABIERTA

Lula se bañó de pueblo y su carisma dejó fríos a los jueces

Lula se bañó de pueblo y su carisma dejó fríos a los jueces

El expresidente brasileño Lula da Silva volvió a vestirse el viernes de líder sindical para denunciar un "golpe" contra su sucesora, Dilma Rousseff, pero su carisma dejó fría a la corte suprema, que bloqueó su nombramiento como ministro jefe de gabinete.

El magistrado de la instancia Gilmar Mendes decidió en consecuencia devolver la investigación por presunta corrupción contra Luiz Inacio Lula da Silva, de 70 años, al juez de primera instancia Sergio Moro.

El gobierno sólo podrá apelar ante el pleno del Supremo Tribunal Federal (STF), pero según el canal Globo News, el propio Mendes llevará el asunto al plenario.

Lula se había sumado al caer la noche en Sao Paulo a las manifestaciones convocadas por el Partido de los Trabajadores (PT), la Central Única de Trabajadores (CUT) y organizaciones sociales para defender a Rousseff, amenazada por un juicio de destitución en el Congreso por presunta manipulación de las cuentas públicas.

La convocatoria movilizó a 267.000 personas en todo el país, según la policía, y a 1,2 millones según los organizadores.

"No vamos a aceptar que haya un golpe", lanzó Lula, vestido de rojo, el color del PT, y con una voz más rasgada que nunca, ante decenas de miles de personas que vibraban con cada una de sus frases.

"Fue maravilloso lo que dijo, toda la energía, aliento y esperanza que transmitió al pueblo para que continuemos en la lucha", dijo María Cicera Salles, una funcionaria de 60 años.

En su discurso, Lula denunció a quienes "tratan de anticipar elecciones dando un golpe contra Dilma".

"Quienes estamos en esta plaza hemos luchado para derrocar al régimen militar, para conquistar la democracia y no vamos a aceptar que haya un golpe", proclamó.

En un momento dio a entender que preveía un golpe del poder judicial, al afirmar que la semana próxima, "si no hubiera ningún obstáculo", se incorporaría "orgullosamente" al gobierno de Rousseff.

Las principales marchas se celebraron en Sao Paulo (80.000 manifestantes) y en varias ciudades del empobrecido noreste, un bastión de Lula, como Salvador de Bahía (60.000 manifestantes) o Natal (17.000), de acuerdo con el cómputo policial.

La izquierda buscaba hacer su propia demostración de fuerza, después de la impresionante movilización de tres millones de brasileños que el domingo pasado reclamaron la renuncia de Rousseff.

La crisis política que azota a Brasil y la recesión económica desgastaron la popularidad de Rousseff y opacaron la imagen de un país emergente pujante, deseoso de celebrar sus conquistas en los Juegos Olímpicos que se celebrarán en Rio de Janeiro en agosto próximo.

- Manifestaciones vs. votos -

"¡Lula, guerrero, del pueblo brasileño!", coreaban los manifestantes en la avenida Paulista, en pleno centro financiero de Sao Paulo, donde se escuchó hasta un concierto de reggae, en un ambiente festivo.

"Quieren arrestar a nuestro Mandela", dijo el cantante del grupo, al referirse a la posibilidad de que el antiguo tornero que llegó a presidente acabe en la cárcel por el cargo de ocultación de bienes, en el marco del megaescándalo de corrupción en la estatal petrolera Petrobras.

La polarización de la sociedad brasileña crea temores de que las cosas se les escapen de las manos a todos.

"No creo que el gobierno caiga, pero si eso ocurre va a haber violencia en las calles. No se pueden invalidar los votos de 54 millones de brasileños por un millón que salga a la (avenida) Paulista", dijo a la AFP Joao Francisco Brum, un abogado de 30 años, vestido de rojo con una pegatina en la camisa que decía "Abajo el golpe, No al impeachment".

- Contrarreloj contra el impeachment -

La crisis se aceleró esta semana tras la designación de Lula como jefe de gabinete, para ayudar a Rousseff a recomponer la base aliada, que hace aguas, a fin de bloquear el proceso de destitución en el Congreso.
AFP

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