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CAUSA ABIERTA

"¿Ese es el Pepe?", "¡Es un divino!": Mujica en las cataratas de Iguazú "asaltado" por cientos de turistas del mundo

"¿Ese es el Pepe?", "¡Es un divino!": Mujica en las cataratas de Iguazú "asaltado" por cientos de turistas del mundo

El expresidente José Mujica recorrió ayer las cataratas de Iguazú y, aunque intentó evitarlo, terminó por ser el centro de atención de cientos de turistas latinoamericanos y de todo el mundo que visitaban ese impactante tesoro de la naturaleza.

"¿Ese es el Pepe?", fue la frase más escuchada entre los viajeros que visitaban el lado brasileño de las cataratas de Iguazú, compartidas con Argentina, y que se dieron cuenta de la presencia de Mujica y de su mujer, Lucía Topolansky.

Pese a llevar gafas de sol y una gorra, el anonimato de Mujica duró solo unos minutos.

En cuanto descendió del auto que le llevó al parque, apenas pudo caminar unos metros antes de que un turista francés se percatase de que el hombre que caminaba despacio a su lado era el antiguo guerrillero y exmandatario.

Foto por aquí, foto por allá, con paciencia y cariño, el ahora senador atendía a todas las solicitudes, aplausos y abrazos.

"Pero no me miren a mí, eso es mucho más importante", decía Mujica a los turistas, señalando el torrente de agua que caía a sus espaldas en el principal salto de las cataratas, llamado Garganta del Diablo, con 80 metros de caída libre.

Pero no había manera. Peruanos, argentinos, uruguayos, chilenos, incluso algún británico quiso tomarse una foto con Mujica.

"¡Solo quiero darle un beso!", gritaba Erna Quel, una guía turística argentina. Y se lo dio, pero primero le pidió permiso a su mujer.

"Es un divino, es el pueblo, refleja la humildad y la honestidad, por eso lo quise besar", dijo a Efe la guía, emocionada y mojada por el incesante rebote del agua de las cataratas.

Mujica y Topolansky fueron acompañados por el jefe del Parque Natural de Iguazú, Ivan Carlos Baptiston, quien les fue relatando las características del inmenso conjunto de 75 cascadas, con un millón y medio de litros desplomándose cada segundo en el río Iguazú.

"Seguramente los griegos no conocían esta catarata, sino hubieran colocado el Olimpo acá cerca", dijo a Efe Mujica tras su paseo.

El expresidente consideró "conmovedor el trabajo de la naturaleza" y aseguró no poder traducir en palabras lo que había sentido.

"Tienen la fortaleza de la imagen, es algo tan grandioso que es una pena que los latinoamericanos no las conozcan, debería ser una especie de reliquia para los latinoamericanos para visitar, aunque sea con mucho sacrificio, al menos una vez en la vida", expresó.

Iguazú, el "Agua Grande" de Suramérica, es como quedaron bautizadas las cataratas en tupí-guaraní, un espectáculo que hace cinco siglos hipnotizó al conquistador español Álvar Núñez Cabeza de Vaca cuando buscaba un camino hacia Asunción, la capital de Paraguay.

A pesar del poderío de la naturaleza, de las miles de posibilidades de tomar maravillosas fotografías del agua y la selva, los visitantes del parque parecían olvidarlo todo al ver el tranquilo paso de Mujica y su empatía con la gente.

Topolansky aprovechó la ocasión para hacer un llamado a la conservación del medio ambiente. Pidió un equilibrio entre el avance del trabajo y de la producción y de los recursos naturales.

"Cuando uno ve un espectáculo como este de las cataratas entiende por qué hay que proteger la naturaleza", declaró a Efe.

También les acompañó en su recorrido el alto representante general del Mercosur, Florisvaldo Fier, quien alabó la conservación natural de la zona y dijo que "es un ejemplo de integración".

Con este paseo terminó la visita de Mujica a la Triple Frontera, compuesta por la paraguaya Ciudad del Este al norte, la argentina Puerto Iguazú al sur y la brasileña Foz do Iguaçú entre ambas, a donde llegó para pedir una mayor integración latinoamericana para afrontar el futuro económico de la región.
EFE

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