La saturación del Balón de Oro y el héroe Messi en una sociedad de crápulas
Una ceremonia del Balón de Oro con Lionel Messi y sin Sepp Blatter… Lo habitual y lo inaudito. De esta mezcla, con este barro, se hace la historia.
Y no se engañen, porque estamos presenciando algo histórico. El proceso de descomposición de la FIFA ha marcado tanto el año 2015, en el plano de las expectativas populares, como las hazañas de un futbolista genial.
La ceremonia fue bastante contenida (o aburrida), si atendemos a los precedentes de la FIFA. No hubo triunfalismo, ninguna figura de la nomenclatura fue celebrada como era costumbre en años anteriores.
Es un momento muy especial... tras dos años mirando desde la platea cómo Cristiano lo ganaba
En cuanto a espectáculo, bastante tedioso. Todos, o casi todos, esperábamos ganadores a Messi, Carli Lloyd, Luis Enrique y Jill Ellis.
La única sorpresa fue la elección por votación popular del gol del brasileño Wender Lira para el premio Puskas; un gran gol, cómo no, pero muy inferior al de Messi en la final de la Copa del Rey.
Por votación popular, reiteramos.
Algunos dirán que la FIFA digitó el resultado, para extender el alcance de sus premios, ya que Messi ganaría la distinción principal.
Hasta resulta tentador, dados los antecedentes de la casa, suponer que la votación popular habría sido adulterada… pero vamos, ¿se puede ser tan cínico todo el tiempo?
Dado que alguna vez participamos en planificación de encuestas, podemos sugerir que es muy fácil determinar estos resultados, alentando la participación de sectores afectos a la propuesta que queremos favorecer.
Este es el problema con ceremonias organizadas por una institución desacreditada, cuya corrupción tiene alcances desconocidos.
Mérito de Messi
Bueno, Messi es el nuevo Balón de Oro, una de esas noticias anunciadas, que casi todos vaticinamos, porque tal vez bastarían los dedos de una mano para contar a quienes no habían detectado esta vez el mérito del jugador del Barça.
Hasta Cristiano Ronaldo lo predijo en la televisión inglesa hace un par de meses, de modo que otro desenlace habría sido realmente sorprendente.
Pero el genio de Messi es proteico, en el sentido de que cada año descubre una nueva capa de maravillas, una perfección que contrasta con la sencillez de su expresión verbal.
Obviamente que un Mundial, siempre dije que los premios colectivos estaban por delante de lo individual
Esto dijo cuando recibió el Balón de Oro:
"Es un momento muy especial volver a conseguir este premio tras dos años mirando desde la platea cómo Cristiano lo ganaba. Es increíble que sea el quinto, esto es mucho más de lo que imaginaba cuando era chiquito. Sin mis compañeros esto no sería posible, pero por encima de todo quiero agradecer al fútbol lo que me hizo vivir, ya sea bueno o malo".
Sencillo, dirán sus admiradores; vulgar, dirán sus detractores.
La estadounidense Carli Lloyd, gran protagonista del Mundial femenino, en cuya final marcó tres goles, uno de ellos candidato al Premio Puskas, ganó el Balón de Oro.
Esto estaba más "cantado" que lo de Messi, pero no recordamos haber leído artículos sobre los méritos de su elección por sobre Aya Miyama y Celia Sasic.
Luis Enrique, que acostumbra a estar ausente en estas ocasiones, ganó en la categoría de entrenador, algo que también estaba anunciado, dado el número de trofeos conquistados por el Barcelona bajo su conducción.
En el ámbito de los entrenadores de equipos masculinos, el único presente fue el argentino Jorge Sampaoli, seleccionador de Chile. La ausencia de Luis Enrique y de Pep Guardiola (en la concentración de invierno del Bayern Munich en Qatar) sugiere que la profesión de los técnicos comparte en líneas generales la opinión negativa sobre estas distinciones expresada por Arsene Wenger.
Jill Ellis, entrenadora del seleccionado femenino de Estados Unidos, ganador del último Mundial, fue preferida sobre el DT de Japón (derrotado 5-2 en la final), Norio Sasaki, y el de Inglaterra (sólo llegó a semis), Mark Sampson.
Distinción controvertida
El Balón de Oro es una distinción controvertida, o que debería serlo, ya que combina la apoteosis de un individuo con los intereses y gratificaciones de las organizaciones que lo otorgan y del aparato publicitario de múltiples empresas y otros intereses, todos interesados en sumarse a la proclamación (tam tam, bram bram, brrr, tachín tachín) "del mejor", "el más", "el héroe", "el único".
Estamos hablando de un deporte colectivo que celebra el heroísmo individual. Muchos personajes sensatos del mundillo futbolístico, en particular Arsene Wenger, han criticado la veneración ante el Balón de Oro, que parecen equiparar con el becerro que provocó la ira de Moisés en el relato bíblico.
Señalan que hacer hincapié en la aventura individual desnaturaliza un deporte que es esencialmente colectivo: instala una división de clases, por un lado el privilegiado que recibe los aplausos y por el otro sus amanuenses, a quienes pocos reconocen.
El contraste está en la esencia del fenómeno, ya que virtualmente todas las aventuras del músculo tienen un protagonista principal cuyo esfuerzo sería enteramente inútil sin el aporte del grupo, que a su vez se apoya en el héroe.
El evento que originalmente premiaba al mejor futbolista europeo del año, elegido por periodistas de France Football, se ha convertido, tras el inevitable manotazo de la FIFA, en la estrepitosa celebración de un semidiós, a quien nadie recuerda que es humano, y el casi rutinario reconocimiento de otras ramas del deporte, en particular la femenina, subordinadas al show principal.
El modelo seguido por la FIFA es, obviamente, la entrega de los Oscar de la Academia de Hollywood, con la desventaja de que el producto del fútbol es virtualmente idéntico año tras año.
Es difícil imaginar que Leonardo de Caprio y Brad Pitt (reemplazar por los actores de su preferencia) podrían repartirse los Oscars desde 2008, como han hecho Messi (5) y Cristiano Ronaldo (3) con los Balones de Oro en ese lapso.
Más difícil todavía que una actriz gane el Oscar cinco años seguidos, como Marta acaparó el Balón de oro entre 2006 y 2010.
(La brasileña también figuró en segundo lugar en cuatro ocasiones y en tercer puesto en dos. Su figuración ha sido más dominante que las de Messi y CR7, pero pocos advierten este detalle tan importante).
Por otro lado, muchos sostienen que el argumento de la desnaturalización de un deporte colectivo es una falacia, que todo equipo triunfador tiene un líder, como los Argonautas tuvieron a Jasón, en un mito que se cuenta casi como una campaña deportiva, lo mismo que los viajes de Ulises hasta su Ítaca, su raya final.
¿Es usted un "optimista" o un "realista" en esto?
No se preocupe si no está seguro. En nuestro caso, hablando en términos sociológicos, vacilamos entre la admiración del héroe (o sea, nosotros) y el reconocimiento del aporte colectivo (nuestra familia, o sociedad).
Raúl Fain Binda BBC Mundo, @BlogDeLalo
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