Los culpables de la humillante caída del Real Madrid ante el Barcelona
Hay tantos "culpables" del papelón del Real Madrid ante el Barcelona en el Bernabéu, el sábado, que parece una de esas líneas de sospechosos que la policía de las películas presenta para que las víctimas identifiquen al delincuente: una mezcla de borrachines, criminales y detectives, uno gordo, otro flaco, ese alto y este bajo, todos con aspecto avieso.
Y como tantos en la línea llevan caras patibularias, a la pobre viejita asaltada le dan ganas de gritar: "Todos, señor comisario, todos esos me robaron la cartera."
Un amplio sector de la afición y muchos comentaristas nos dicen que el gran culpable fue el técnico Rafael Benítez, por haber "traicionado" su convicción personal, que es cautelosa, y apostado por alinear el equipo ofensivo preferido por los dirigentes… y también la afición.
Otro punto de vista señala "la falta de actitud y compromiso" del equipo en general o por lo menos varios jugadores importantes, un pecado capital en un club que se enorgullece con razón de su espíritu combativo.
También, cómo no, están los que apuntan a la responsabilidad final del presidente del club, Florentino Pérez, un empresario muy exitoso acostumbrado a imponer su voluntad y que suele comprar y vender jugadores por arrebatos y consideraciones comerciales y de prestigio, antes que las necesidades deportivas que le plantean sus entrenadores.
(Estos caprichos lo llevan a contratar a James Rodríguez, gran jugador que no hacía falta pero resultó un gran acierto, pero también a cometer el error de rechazar a Ronaldinho, supuestamente por su "fealdad física", comprando en su lugar al apuesto David Beckham.)
Florentino Pérez tiene cierto airecillo megalómano que lo lleva a querer siempre lo mejor, o lo más caro, que para él es lo mismo. Si fuera un empresario musical, todos los instrumentos en su orquesta serían pianos de cola; y no de cualquier marca, sino Bösenforder o Steinway.
El problema es que la orquesta también necesita otros instrumentos, menos grandiosos: hace falta violines, flautas, cornos, hasta algunas castañuelas…
Técnico, jugadores y presidente son los sospechosos principales, a juzgar por la reacción del público en el estadio Santiago Bernabéu y la catarata de columnas, blogs, tuits y programas de radio y TV que se han ocupado del tema.
Para orientarse conviene examinar cada categoría en particular.
Rafael Benítez es conocido por su obsesión con el equilibrio, tanto en el plano táctico como en asuntos de disciplina y organización. A primera vista no hay nada negativo en esta preferencia, pero lo que algunos interpretan como búsqueda del equilibrio otros señalan como cautela y predilección por los planteos defensivos, y esto se dice con ánimo insultante.
Se dice que el técnico renunció a los hombres que le hubieran dado el equilibrio deseado (Casemiro, tal vez Lucas Vázquez o Jesé) y que al alinear a "los favoritos del presidente" no sólo traicionó su convicción profesional sino también a esos jugadores.
Algunos comentaristas justifican la elección diciendo que por primera vez en mucho tiempo Benítez disponía de toda su plantilla, ya que la enfermería estaba vacía y había podido trabajar con casi todos sus jugadores durante el receso internacional, a diferencia de su adversario del sábado: esto le habría dado confianza para un planteo más audaz, que le pedían tanto el presidente como CR7 y Sergio Ramos, entre otros del vestuario.
Esta audacia le imponía una elevada proporción de control del balón, con buena comunicación entre líneas y una presión al adversario bien arriba. Esos hombres ya habían demostrado que podían hacer eso… aunque lamentablemente en circunstancias diferentes.
El problema es que Cristiano Ronaldo, ya sea porque no entiende o no le gusta la posición de 9, o porque detesta esperar pelotas de espaldas al arco, o porque está muy cansado, o porque quiere irse al Man United o al PSG, o porque está disgustado con el presidente (que prefiere a Bale), o porque no respeta al técnico, o por todo esto, no es el CR7 de antes.
Y también ocurre que Gareth Bale juega (cuando juega, porque suele estar lesionado o poco interesado) donde quiere él pero no donde debería jugar, con el resultado que su aporte es poco productivo.
Y no olvidemos que Karin Benzema, otro fijo del presi, está acusado de complicidad en un repugnante caso de extorsión a un compañero de selección nacional, que podría costarle la cárcel: en estas circunstancias no es de extrañar que estuviera perdido en el campo.
Y James todavía no ha recuperado su mejor forma, tras una prolongada ausencia; y Toni Kroos está apagado, y Luka Modric desconcertado, y Danilo es un fantasma, y Ramos juega infiltrado… y Keylor Navas, el hombre determinante de la buena campaña inicial, esta vez dejó pasar cuatro pepinos.
Todo esto señala por igual a los jugadores y a Rafael Benítez en la línea de sospechosos: pecaron de incompetencia, o exceso de confianza o por lo menos subestimaron el poderío del adversario, que estaba jugando bien, sí, pero ante rivales de menor cuantía y que no contaría plenamente con su talismán, Lionel Messi, cuya recuperación estaba en duda.
Se encontraron, en cambio, con una máquina bien aceitada por el técnico Luis Enrique, cuya seguridad en sí mismo es un espectáculo tras el triplete, y que además de la buena suerte de la armonía entre Messi, Suárez y Neymar ("es increíble que estos tres monstruos puedan convivir tan bien", comentó Diego Simeone), tiene a un Iniesta óptimo, un buen Alves, un Busquets sólido y hasta la consagración de otro canterano, Sergi Roberto, de 23 años.
También, y esto ya debería inquietar mucho a los dirigentes merengues, está la comprobación de que el Barcelona se está acostumbrando a ganar en el Santiago Bernabeu… y a ganar por goleada. Ecos del Balón, un sitio de análisis y comentarios muy frecuentado por los cibernautas, tituló su comentario "0-4, el Barça en su estadio favorito".
Es probable que el presidente Pérez respalde por ahora a Benítez (de cesarlo ahora estaría admitiendo que se equivocó al despedir a Carlo Ancelotti), pero en la pañolada y los abucheos que recibió de los aficionados, el sábado, hubo una clara advertencia.
No es que su estabilidad corra peligro: entre los dirigentes electos, que no son propietarios de sus clubes, Florentino Pérez es el más seguro, virtualmente irreemplazable.
Ocurre que los nuevos estatutos del club (aprobados por los socios durante su gestión anterior), requiere que los candidatos a la presidencia tengan 20 años como socios (antes era 10) y que avale con su propia fortuna (con la certificación de un banco) hasta el 15% del presupuesto anual del club. ¿Usted se imagina lo rico que uno debe ser para dar ese aval?
Hace falta por lo menos 88 millones de euros como aval, depositados en un banco, es decir inmovilizados. Antes el aval tenía exigencias menos estrictas y gravosas.
Florentino Pérez fue el único candidato que se presentó a las elecciones de 2013, ya que debido a la introducción de aquellos cambios no pudieron hacerlo precandidatos como Vicente Boluda, Eugenio Martínez Bravo o Borja Martínez-Laredo.
La justicia debe expedirse este miércoles sobre la legalidad de esos requerimientos, a pedido de socios del Real Madrid.
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