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CAUSA ABIERTA

La Ahnenerbe: la secta ocultista nazi que trató de suplantar al cristianismo

La Ahnenerbe: la secta ocultista nazi que trató de suplantar al cristianismo

Esta oficina especial que dependía de las SS y de su temido líder Heinrich Himmler pretendía suprimir fiestas tradicionales como la Navidad y reemplazarlas por ritos paganos.

En la Alemania Nazi, dentro de la organización de las temidas SS o Shutzstaffel (los temidos “escuadrones de protección” que bajo el mandato de Heinrich Himmler, entre 1929 y 1945, pasaron de ser una pequeña formación paramilitar a convertirse en una de las más grandes y poderosas organizaciones dentro del Tercer Reich), destacó una oficina especial denominada Deustches Ahnenerbe o “Sociedad de Estudios para la Historia Antigua del Espíritu”, creada el 1 de julio de 1935 y que se dedicó al estudio de todo tipo de materias vinculadas con la tradición y la cultura germanas. Su propósito era investigar el alcance territorial y el espíritu de la raza germánica, rescatar y restituir las tradiciones alemanas, y difundir la cultura tradicional alemana entre la población. Sus funcionarios, en la práctica, se abocaron a varias misiones, desde dilucidar el origen de la raza aria hasta el robo de reliquias y obras de arte.

La Ahnenerbe llegó a contar con 43 departamentos diferentes (como los departamento de lingüística, el de investigación sobre los contenidos y símbolos de las tradiciones populares y el departamento de arqueología germánica), integrado por profesionales que debían tener algún título o doctorado universitario, en los que se estudiaban algunos “asuntos secretos del Reich”, desde el folclore popular, las músicas y canciones tradicionales, la geografía sagrada, la lengua y literatura germánicas, hasta temas tan curiosos como el yoga y el zen, las doctrinas del esoterismo y las influencias mágicas sobre el comportamiento humano. El encargado del departamento de esoterismo fue Friedich Hielscher, quien dirigió diversas expediciones en busca de posibles locaciones del continente perdido de la Atlántida, edificios sagrados (como el lugar donde se reunían los antiguos caballeros templarios) y reliquias sagradas como el Santo Grial.

El escritor y periodista español José Lesta, en su obra “El enigma nazi”, afirma que si bien la Ahnenerbe en principio fue una organización creada para dar valor a las tradiciones alemanas, acabó convirtiéndose en la práctica en un grupo de estudio de las ciencias ocultas con una sola finalidad: destruir el cristianismo e instaurar una nueva religión nazi en Alemania. “En la fecha de su fundación, Adolph Hitler ya había sido nombrado Canciller de Alemania y el Partido Nacionalsocialista dominaba sin contrapesos en toda la política del país. El Führer, ya convertido en amo y señor de Alemania, quería enfrentarse al mundo y sabía que necesitaría toda la ayuda necesaria para vencer y, sobretodo, que la sociedad aceptara el nazismo como una creencia indiscutible. Ambas tareas serían encomendadas a esta nueva secta paracientífica, que fue creada por uno de los más altos jerarcas del Partido Nazi, Heinrich Himmler, comandante en jefe de las SS nazis. Himmler era, con toda seguridad, el más fanático creyente en las ciencias ocultas, profesando una fe ciega en las fuerzas desconocidas que nos rodean”.

Lesta agrega que “ya en el poder, Himmler se hizo con la dirección de las temibles SS. Un cuerpo de élite o de monjes guerreros, como a él le gustaba denominarlos, con los que formaría una auténtica Orden Negra que seguiría los preceptos del antiguo paganismo germano y los dogmas de fe del nazismo como creencia religiosa. El mismo Himmler dio la orden para la constitución de esta sociedad inspirado por Hermann Wirth, profesor holandés especialista en el estudio del germanismo. El primer departamento de la organización fue creado directamente por Wirth, y prestaba particular atención al estudio del antiguo alfabeto rúnico que tanta importancia tendría en la simbología del nazismo. Era tal era su admiración por el lenguaje rúnico que escogió como símbolo para la Ahnenerbe uno de estos emblemas: el de la vida”.

De los 43 departamentos que formaban parte de la Ahnenerbe, la que tuvo más repercusión fue sin duda la rama ocultista o esotérica, dirigida por el citado Friedrich Hielscher y Wolfram Sievers (también se cuenta que el escritor Ernst Jünger llegó a colaborar en ella).

Según explica el mismo escritor José Lesta, uno de los principales propósitos de la Ahnenerbe consistió en acabar con el cristianismo y dar forma a una religión propia del nazismo: «Una de las consignas subterráneas del régimen nazi era eliminar progresivamente la influencia que para el pueblo alemán tenían los ritos de la Iglesia Católica. Para ello, la organización disponía de uno de los mayores y más conocidos personajes dentro del ocultismo nazi: el «sumo sacerdote» Friedrich Hielscher”.

Hielscher, por cierto, no era un personaje cualquiera en el organigrama nazi. Se decía que era temido por todos los oficiales alemanes. Heinrich Muller, el jefe de la Gestapo (policía secreta alemana,) le profesaba una profunda devoción y el mismo Heinrich Himmler hablaba de él en términos muy respetuosos, considerándole la figura más importante de Alemania después de Adolph Hitler. Si Alemania hubiera llegado a ganar la guerra, muchos especularon que Hielscher se hubiera convertido en el sacerdote supremo de la nueva religión nazi, así como Hitler hubiera sido la divinidad encarnada de esta religión en la tierra.

Jose Lesta explica en su obra que para lograr acabar con el cristianismo, Hielscher creó a través de Himmler una religión basada en el vínculo sanguíneo y el coraje y disciplina de los soldados alemanes, mientras pretendía que las fiestas paganas se superpusieran a las festividades cristianas. De este modo, los católicos alemanes dejarían de lado sus creencias y abrazarían la nueva religión propugnada por la Ahnenerbe.

«Himmler y su Estado Mayor personal, constituido por hombres de su más absoluta confianza, concibieron un calendario festivo para la Orden Negra de las SS que establecía unas fechas sagradas a lo largo del año. En ellas, las SS renovaban sus compromisos de honor y lealtad para con el Führer y la orden. Estas festividades servían para sustituir a las fiestas cristianas por otras que estuvieran más próximas a la tradición germano-pagana”.

Lesta añade que “una de las celebraciones más llamativas que se llegó a suprimir fue la de la Navidad. De hecho, el día en que se recuerda el nacimiento de Jesús se cambió nada menos que por una jornada en la que se reverenciaba al sol. El 25 de diciembre, de hecho, se conmemoraba el “día del nacimiento del sol invencible” –el Sol Invictus, que para los romanos representaba el nacimiento de Mithra-, es decir, el día en que este astro, después de ir acortando su presencia desde el solsticio de verano, parecía recobrar nuevamente sus fuerzas tras el periodo agónico del otoño y la muerte invernal. Otros períodos del año también fueron igualmente reciclados en forma de fiestas neopaganas. La Pascua de Resurrección, por ejemplo, se transformó en la fiesta de “Ostara”, en que los miembros de las SS celebraban el comienzo de la primavera recordando a la diosa de la fertilidad que da nombre a esta celebración”.

La derrota de la Alemania Nazi en los campos de batalla de Europa, finalmente, terminaría sepultando los sueños de la Ahnenerbe de fundar una nueva religión acorde con la grandeza del Tercer Reich y, así, terminar para siempre con cualquier vestigio de Cristianismo en la antigua Germania.
Emol

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