Blogia
CAUSA ABIERTA

El soplón que ayudó a la policía para rescatar a Milvana

El soplón que ayudó a la policía para rescatar a Milvana

Tecnología. Y un soplón. La mezcla es explosiva para cualquier organización criminal. La palabra "tecnología" fue mencionada varias veces por el jefe de Policía de Montevideo, Mario Layera, cuando ayer anunció oficialmente que, tras la liberación de la médica Milvana Salomone, fueron detenidas 13 personas (10 hombres y tres mujeres) que integraban la gavilla que la mantuvo cautiva durante 29 días. Todo indica que no todos serán procesados por secuestro. Ninguna fuente pudo o quiso informar por qué razón los delincuentes apuntaron contra Salomone.

En principio se indicó que había un menor involucrado en el secuestro, aunque luego la policía confirmó que la persona era mayor de edad.

Ayer, sobre las 7 de la mañana, una pareja de ancianos que viven cerca de Progreso por la ruta 32 vieron a una mujer que les golpeaba la ventana y se presentaba: "Soy la doctora Milvana Salomone".

Según le contó luego a la jueza Dolores Sánchez, los secuestradores que la atraparon el 17 de mayo cuando llegaba a su casa en el Parque Batlle, la trasladaron hasta lo que supuso una zona rural (hasta ayer la Policía mantenía reserva sobre el lugar aunque en realidad la médica fue retenida en más de una casa entre Montevideo y Canelones) y la hicieron bajar por una escalera hacia una especie de aljibe.

De allí en más, y dentro de la situación en que se encontraba, la trataron con cuidado y le dieron cuatro comidas por día. Le bajaban la comida por un balde. Nunca vio las caras de sus captores. Uno de los primeros contactos de los secuestradores se produjo el 30 de mayo, casi dos semanas después de raptada, cuando los delincuentes llamaron a un almacén del barrio. Los secuestradores empezaban a apelar a un método que sería su perdición: teléfonos.

Luego comenzaron a aplicar un sorpresivo sistema de comunicación: por sms enviaban direcciones de viviendas de Montevideo y en sus respectivos buzones dejaban cartas. Enviaron varias cartas a la familia, de puño y letra de la médica. En las recibidas entre el 3 y el 4 de junio decía que la estaban tratando bien, mencionaba un partido de la selección de fútbol sub 20 para comprobar el momento en que había sido escrita la nota y pedía que los billetes reclamados para el rescate no estuvieran marcados: US$ 300 mil. ¿Llegaba la familia a reunir US$ 300 mil? Los secuestradores pidieron que respondieran a través de un clasificado del Gallito Luis, del diario El País, que se publicó el domingo 7: "Compro chacra: US$300 mil".

Layera dijo ayer que la Policía trabajó en colaboración con la familia. La familia operó en todo momento a través del abogado Jorge Barrera. El profesional, a su vez, mantenía informada a la Policía. El director nacional de Policía, Julio Guarteche, se puso al frente de la investigación y, según dijeron fuentes judiciales a El Observador, fue quien dirigió a los 60 policías que trabajaron en el caso. Pero la Policía no solo era informada al momento de cada paso, más bien que ya sabía lo que acontecía en tiempo real.

"Son momentos en los que la emoción, el sentimiento, y restablecer el vínculo familiar es lo más importante". Jorge Barrera, abogado de la familia Salomone.

El especialista

Cuando estaba al frente de la Brigada de Drogas, el actual jefe de Policía de Montevideo tenía fama de ser un especialista en llamadas telefónicas, no de grabaciones, sino de lo que se conoce como "el rastro" de las llamadas: desde qué teléfonos, a qué teléfonos, en qué horas, a qué personas. De hecho, Layera ideó un sistema de interceptación que fue usado por años antes de que se adquiriera el famoso sistema conocido como el Guardián. Comprado en Brasil por US$2 millones, el sistema está en condiciones de interceptar simultáneamente 800 celulares, 200 teléfonos fijos, 100 mails, tres redes sociales y blogs.

Las fuentes judiciales dijeron que Layera se puso al frente de varios analistas y realizó una labor investigativa que resultó determinante. Fueron claves, dijo ayer Layera, los "ingredientes de inteligencia que fueron apoyados por la tecnología disponible tanto en jefatura como otras unidades y otras jefaturas".

En las cárceles se sabe mucho de lo que pasa afuera. Desde adentro de una cárcel le soplaron a la Policía más de un dato. Direcciones y teléfonos. Ayer Layera relativizó la importancia de este dato, pero resultó clave. La investigación se encaminó entonces con firmeza e intervino más teléfonos.

Al margen de quiénes estuvieron al frente de la investigación, fuentes ajenas a la Policía dijeron que fue "removedor" ver la forma en que agentes "cuyos nombres nunca se conocerán", dedicaron horas y horas a analizar llamadas, a cotejar datos, a hacer vigilancia. Layera tuvo ayer palabras para los "héroes anónimos" que trabajaron y contribuyeron a aclarar el caso.

El fiscal de Corte, Jorge Díaz, que cuando era juez del Crimen Organizado solía trabajar con Guarteche y Layera en épocas que ambos oficiales estaban en la Brigada Antidrogas, posteó ayer en su cuenta de Facebook: "Quiero felicitar públicamente por su profesionalidad a las doctoras María Camiño (fiscal) y Dolores Sánchez (jueza), a los Inspectores Julio Guarteche y Mario Layera y (a) un grupo grande de funcionarios policiales cuyo nombre no puedo decir por seguridad. A todos ellos salud".

El fin de semana, cuando, presumiblemente impulsados por fuentes médicas, comenzaron a circular rumores acerca de que la doctora estaba en Paraguay o internada en el hospital Británico, desde el entorno familiar se negó tal posibilidad, pero estaban convencidos de que entre lunes y martes se iba a producir la liberación.

"(La médica) estuvo siempre en el país", aseguró el jefe de Policía en la conferencia de prensa.

No obstante, a esa altura ya se habían pagado los US$300 mil. Según Subrayado, el esposo de la médica llevó el dinero en un bolso hasta el Molino de Pérez, en Punta Gorda, y lo arrojó por un barranco donde esperaba un hombre en moto.

Para entonces la Policía ya tenía detectados a los secuestradores pero había tomado una decisión estratégica que comunicó al abogado y a la familia. "Acá se quiso priorizar la vida humana", dijo ayer Barrera resumiendo la base sobre la que se asentó el último tramo de la investigación policial.

Unos días antes, el subsecretario de Interior, Jorge Vázquez, había dicho al programa En Perspectiva: "Aquí la consigna es salvar a la víctima, primero la vida. Eso no quita que la Policía siga actuando para encontrar a los responsables".

La Policía se jugaba algo más que la ropa y el prestigio en la aclaración de este caso. Una fuente oficial dijo que se trabajó con un grado de minuciosidad extremo y que una vez detectados los delincuentes se decidió esperar a que la mujer fuera liberada antes de actuar. ¿Y si la mataban antes?: "Son los riesgos de este tipo de operaciones complejas y la importancia del análisis de inteligencia antes de tomar decisiones. Un operativo de rescate –al margen de que no se tenían detalles del escenario con el que se iban a encontrar­– podría haber sido suicida", dijo la fuente.

Layera dijo ayer que hubo "circunstancias que se filtraron y dificultaron la investigación", entre las que mencionó la divulgación por parte de los medios de un auto negro que, según algunos videos de seguridad, persiguió al vehículo de la doctora, el que aparecería quemado en Sayago poco después de su desaparición.

Ayer, unos minutos después de las siete de la mañana, cuando Salomone fue abandonada en la ruta 32 cerca de Progreso ("contá hasta 500 y pedí ayuda", le dijeron luego de arrojarla a una cuneta), varios grupos de policías se lanzaron a la caza de los secuestradores. Algunos delincuentes se resistieron. Hubo balazos. La Policía ya tenía identificadas, además, las viviendas y guaridas de los delincuentes y realizó varios allanamientos. La incertidumbre que se extendió por un mes, se terminó resolviendo en pocos minutos.

Para el Ministerio del Interior resultó importante la desarticulación total de la banda de delincuentes para desalentar la idea de quienes quieran seguir practicando este delito en el país. No obstante, en filas oficiales había una sensación ambivalente; por un lado, había alegría por el caso aclarado; por otro, una percepción que se viene manifestando en tono de alerta desde hace meses: el temor de que los secuestros hayan llegado para quedarse.

Milvana se levantó de la cuneta donde la abandonaron y tocó la puerta de la primera casa que encontró, en una zona rural de Progreso, Canelones. Ante el ladrido de los perros, cruzó y tocó la puerta de otra casa. Era la hora 6:50. Allí la recibieron y contactó a su familia.

El hermano la pasó a buscarla media hora después y se dirigió a un haras de la familia, ubicado a unos pocos kilómetros. De ahí, Milvana fue a su casa, donde la revisó un médico y se contactó con CW33 de Florida. En su casa, en el Parque Batlle, recibió a familiares y amigos. "¡Bueno! ¡Vamos!", gritó su cuñado con los brazos en alto al entrar a la casa, como quien festeja un gol.

También fueron a su casa el director nacional de Policía, Julio Guarteche, y el abogado Jorge Barrera. Antes del mediodía, junto a Barrera, fue a declarar al juzgado y de allí volvió a su casa.
Informe de El Observador

0 comentarios