Blogia
CAUSA ABIERTA

Miles de personas esperan ayuda en el nordeste de Brasil después de la tempestad

Miles de personas esperan ayuda en el nordeste de Brasil después de la tempestad

La tempestad que el pasado fin de semana destruyó pueblos enteros, carreteras y puentes en los estados brasileños de Alagoas y Pernambuco (nordeste), ha dejado sin abrigo a decenas de miles de personas que lo han perdido todo y ahora están a la espera de la ayuda del Gobierno. En el municipio de Branquinha, de casi 12.000 habitantes, Efe pudo constatar los efectos causados por el desbordamiento del río Mundaú, que arrasó esta localidad alagoana.
La crecida del río arrastró todo lo que encontró a su paso, desde vehículos hasta árboles y barracones, y provocó cuantiosos daños en numerosas viviendas, muchas de las cuales perdieron parte de su estructura, paredes e incluso el tejado.
En las calles de Branquinha los vecinos andaban hoy incrédulos entre montañas de lodo, escombros y todo tipo de objetos que fueron arrastrados por la corriente del río.
En la mayoría de pueblos afectados por el temporal, el grueso de la ayuda prometido por el Gobierno todavía no ha llegado, y los habitantes sólo reciben la asistencia de voluntarios que se han desplazado por su cuenta hasta las zonas más afectadas.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, que visitó hoy algunos municipios afectados en Alagoas y Pernambuco, anunció que va a quintuplicar las ayudas concedidas a la región, hasta llegar a 550 millones de reales (unos 309 millones de dólares).
"Esto no puede haber sido provocado sólo por la lluvia", acusa Silas Ribeiro, uno de los voluntarios, quien apunta como causas de la tragedia en Branquinha al supuesto desbordamiento de una represa construida ilegalmente en Pernambuco.
En los dos estados se han registrado hasta ahora 46 muertos, al menos tres de ellos en Branquinha, y los damnificados suman casi 200.000.
La alcaldesa de Branquinha, Ana Renata Freitas Lopes, dijo el miércoles que el ayuntamiento quiere cambiar la ubicación del municipio, puesto que todos los edificios públicos fueron destruidos y se perdieron todos los documentos oficiales.
En Santana de Mundaú la gente anda por la calle con máscaras, debido al mal olor que sale de la destruida red de alcantarillado que quedó expuesta en la superficie, pero también de los cadáveres atrapados entre el barro.
"Nunca vi nada igual: el agua llegó a cubrir toda la casa y ahora llega por las rodillas", cuenta Antonio Silva, que vive en Santana desde hace 30 años y todavía no acaba de creerse lo que ha sucedido.
Antonio, que ha visto cómo las inundaciones se llevaban por delante dos de las tres casas que tenía con sus hijos, censura la actuación de las autoridades en el operativo de rescate.
"Todavía no hemos recibido nada, nada. Sólo tenemos dos sacos de ropa que nos han traído los voluntarios", explica.
Rómulo, un bombero de Maceió, la capital del estado de Alagoas, ciudad situada a unos cien kilómetros de la zona afectada, decidió venir por su propia cuenta hasta la región del desastre para ayudar.
"Nadie me mandó aquí. Cogí mi carro para venir hasta aquí y ayudar a la gente, porque hasta ahora no ha llegado ningún equipo de la Policía", comenta.
Es la crítica que más se escucha por parte de los miles de personas que han perdido sus casas, que intentan rescatar algunas de sus pertenencias entre el lodo y que ahora dependen de la ayuda enviada por las autoridades.
"Hasta ahora no hemos recibido ningún tipo de ayuda, sólo nos colocaron en este recinto y nos dan una comida al día", comenta Antonia Maria Cunha, que desde el viernes está viviendo con sus tres hijos en uno de los albergues instalados por la alcaldía de Muricy, otro de los municipios afectados.
Paradójicamente, la tragedia por las inundaciones en Alagoas y Pernambuco llega en medio del ambiente festivo con que Brasil vive el Mundial de Sudáfrica y las "fiestas juninhas", verbenas que se celebran en junio al aire libre y que son muy populares justamente en la región nordeste del país.

0 comentarios