La bala no era del comerciante
El almacenero que fue víctima de una rapiña en Maroñas el sábado fue puesto en libertad luego que la Justicia comprobara que no mató a uno de los tres delincuentes participantes del atraco. El otro menor fue enviado al INAU y el mayor a prisión. "Estas 48 horas fueron una eternidad", dijo Fernando Bauté, el almacenero de 49 años liberado en el mediodía de ayer, luego que el juez comprobara que él no mató a Carlos García, uno de los tres participantes de la violenta rapiña del pasado sábado en Maroñas. Fue liberado tras dictamen del juez penal de 18° Turno, Álvaro Beyhaut. Luego de un reencuentro muy emotivo con su familia, decidió abrir -como de costumbre- su almacén de la calle Barros Arana 5299 a pocos metros de José Belloni, donde lo rapiñaron. "Vivimos de esto. Una empresa familiar. El negocio lo sacamos adelante mi esposa, mis dos hijos y yo". Bauté salió ileso de milagro luego que dos delincuentes armados asaltaran su comercio. Vivió días complejos, pero se muestra tranquilo porque la historia, más allá de que hubo un muerto, tuvo un final favorable para él y su familia. "Estaba muy asustado, creí que había matado a uno de los delincuentes y, si bien disparé en defensa propia, uno nunca sabe lo que puede pasar", dijo a El País mientras recibía abrazos de numerosos vecinos que se acercaron al almacén para darle apoyo y muestras de solidaridad.
El juez dictaminó que Bauté no fue quien mató al joven delincuente. "Yo le disparé y pensé que lo había matado, pero resultó que la bala era de un calibre 44 y mi arma es 22", dijo el almacenero que lleva 20 años al frente del puesto.
La mujer de Fernando, María Nina Espíndola, de 47 años, se adelantó a la pregunta y confesó que vivieron "un infierno". Su marido pasó dos días detenido en la Seccional 16ª, incomunicado.
"Pasé la noche en una pieza, solo. Los efectivos policiales me trataron espectacular en todo momento e intentaban tranquilizarme", dijo el hombre que debió concurrir en dos instancias al juzgado penal: en la primera se le tomó declaración, mientras que el lunes se lo citó para ponerlo en conocimiento del dictamen por el cual recuperaba la libertad.
Sobre las 19.30 horas del sábado pasado, dos delincuentes ingresaron al almacén mientras un tercero aguardaba en la calle a bordo de una moto. Según contó el dueño del local, los jóvenes consultaron precios de bebidas de la heladera: "se acercaron a la caja con las botellas que pretendían comprar y me pidieron cigarrillos". Enseguida uno lo tomó del brazo, saltó el mostrador y solicitó el dinero, el otro delincuente, en tanto, le apuntaba con un revólver.
Fernando no ofreció resistencia. El menor robó cerca de $ 4.000, tarjetas de teléfono y cigarrillos. Cuando se producía un forcejeo entre ambos, el delincuente armado apuntó y disparó. "Por un efecto rebote", explicó el comisario Richard Dos Santos de la Seccional 16ª, la bala impactó en el delincuente de 17 años. En ese instante, el almacenero decidió abrir fuego con su calibre 22. A priori, se creyó que había sido el disparo que terminó con la vida del rapiñero, que murió en la calle a media cuadra del almacén, mientras intentaba escapar.
Su esposa dijo que "fue todo en unos segundos. Yo estaba en el fondo, en la computadora. Escuché los estruendos y vine corriendo, pero ya todo había pasado. Lo primero que me fijé fue si mi esposo estaba herido".
En la madrugada del domingo, el menor que conducía la moto confesó haber participado del robo. El adolescente de 17 años, alias "El Papo", tenía seis anotaciones por rapiñas. Fue internado en el INAU por delito de rapiña.
El individuo que efectuó los disparos se entregó en la Seccional 16ª, cerca de las 22 horas del domingo, luego que la Policía realizara varios allanamientos por la zona. N.M.E.G. (18) fue procesado con prisión por rapiña especialmente agravada.
La Policía aún busca por la zona el arma con la que el delincuente efectuó los disparos. Según el atracador, la arrojó en un terreno dentro del barrio.
Este robo no fue el único. Hace seis años, Fernando sufrió una herida de bala en la pierna, cuando dos individuos le rapiñaron el local.
El matrimonio dijo a El País que nunca se les pasó por la cabeza cerrar el comercio. Tienen casi 50 años y se les dificultaría conseguir un trabajo. A partir de ahora, reforzarán la seguridad del comercio.
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