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CAUSA ABIERTA

"Negritos haitianos sí, negritos uruguayos no; las adopciones y la hipocresía de una sociedad

"Negritos haitianos sí, negritos uruguayos no; las adopciones y la hipocresía de una sociedad

En el hospital había un parto. La madre no quería al niño. El doctor ya lo sabía. La pareja estaba en camino. El abogado pedía la audiencia. El juez avalaba la adopción. Antes era así, ahora no. Una ley cambió ese sistema y prohibió toda forma alternativa de obtener un niño adoptivo por fuera del Inau. Desde octubre se terminaron las "vías paralelas", la "guarda puesta", el Movimiento Familiar Cristiano y cualquier opción que evitara al Estado.
La selección y el registro de familias adoptivas ahora es monopolio del mal afamado Inau. Y aunque sus autoridades destaquen las bondades del cambio y de otros aspectos de la nueva ley, un mundo de disconformidades circula a sus espaldas.
En aquel hospital, que queda en el interior, ya no se entregan niños con la frecuencia de antes ni con la misma facilidad. En cambio, muchas madres están falsificando el estado civil de sus hijos para dárselos a una pareja que les inspire confianza. Están dispuestas a delinquir con tal de no llevarlos al Inau. Algunas parejas, cansadas de esperar en una lista de 500 nombres sin saber el lugar que ocupan, se resignan a no adoptar. Otras consultan a los abogados que antes oficiaron de intermediarios con ellos o con conocidos. Preguntan qué escapatorias hay y aceptan los riesgos.
En los juzgados nadie está contento. Los magistrados se sienten menoscabados en sus competencias. Reciben madres empecinadas con que sus vecinas o amigas adopten al niño que no pueden criar. Además de lidiar con los sentimientos de esas mujeres, la tensión con el Inau les ha impedido aceitar los procedimientos.
En 2010 casi no hubo adopciones. Si bien los números oficiales revelan un aumento durante el segundo semestre de 2009 -y las autoridades lo atribuyen a la puesta en marcha de la ley-, este año las entregas están trancadas. Tiene que ver con el descontento de jueces, abogados, parejas y madres. Con la rabia y la frustración.
una ley, un mundo. El Inau todavía no empezó a aggiornarse para estar a la altura de la nueva normativa, pero tiene dos años para hacerlo. Además, todavía no cambiaron las autoridades y eso implica que no se va a armar demasiado revuelo hasta que suceda. Cuando se consulta tanto a las autoridades del instituto como a las del Poder Judicial, todos coinciden en que aún es "muy reciente". Eso sí, a partir de 2011 la respuesta a los niños deberá ser inmediata.
La ley indica que para los menores de dos años el plazo de inserción familiar es de 45 días. Para los de dos a siete, 90. De esa forma se busca evitar la institucionalización prolongada.
Los trámites iniciados a través del antiguo régimen aún se están procesando. Pero en lo que refiere al nuevo, la coordinación entre el Inau y los jueces viene siendo casi nula.
En un hogar del Inau aseguraron que hay 15 bebés "prontos" para dar en adopción, incluso con padres seleccionados desde diciembre, pero no se ha ejecutado ninguna entrega. La culpa, para ellos, es de los jueces que "trancan" por "un problema de poder".
Ricardo Pérez Manrique, ministro del Tribunal de Apelaciones de Familia de 2° Turno y experto en Derecho de Familia, reconoció que hay cierto "desencuentro" por "falta de comunicación". Explicó que se debe en gran parte al tiempo perdido durante la feria judicial y al recambio de autoridades. Será necesario hacer "actividades conjuntas de acercamiento y debate para resolver los asuntos más operativos", aventuró.
La psicóloga Beatriz Scarone, directora del Departamento de Legitimación Adoptiva y Adopción del Inau, alegó que el organismo está en proceso de "revisión de prácticas" para poder cumplir con la ley. Acotó que el Inau es "una de las instituciones con sueldos más magros" al tiempo que "trabaja con situaciones complejas de la vida de las personas".
Entre enero y junio de 2009 se concretaron 14 adopciones; entre julio y diciembre, 51. Scarone afirmó que la ley "se notó porque se aceleraron los tiempos de entrega" de los niños. En el aumento también influye que algunas madres probablemente hayan optado por la vía legal de dar a su hijo.
Pero otras no. Las que fueron abandonadas o vulneradas siendo niñas, y pasaron por el Inau, se niegan a entregar a su hijo al instituto. Sus recuerdos no son precisamente gratos. Más bien hablan de no haber sido bien cuidadas, de haber vivido años allí sin que nadie les diera una familia, de haber tenido que cocinar y cuidar a los más pequeños.
Scarone cuestiona a esas madres por no estar "bien informadas" ya que "las prácticas cambiaron de 20 años para acá, y mucho".
Pero ellas están determinadas. Sobre todo en las localidades del interior, donde todos se conocen y una madre rápidamente consigue una pareja que quiera quedarse con su hijo. Quizá intervenga algún abogado que establezca el contacto y le pague los controles y alimentos. Las parejas desesperadas saben -porque han agotado los recursos y han hecho las consultas pertinentes- que existe algo llamado suposición de estado civil.
Funciona de la siguiente manera: la madre biológica debe decir que desconoce la identidad del padre. El hombre de la pareja adoptante se presenta en el hospital y asume la responsabilidad. Como la madre no quiere al niño, se lo queda el supuesto padre.
Es sencillo, no requiere siquiera la complicidad de un médico. Pero la mujer de la pareja adoptante debe aceptar que todos la tilden de "cornuda". Y si se descubre el delito (si alguien hiciera un análisis de ADN, por ejemplo) son seis meses de condena según el Código Penal.
Eso ya sucedía antes de la ley, más por la pereza de pasar por un juzgado que por otra cosa. Hoy, la suposición de estado civil es -según afirma un abogado que trabajó con el sistema de guarda puesta durante años- la escapatoria al Inau más frecuente.
Una segunda opción recurrente es la supresión de estado civil, delito que se paga con 18 meses de prisión. La gravedad aumenta porque la madre no asume la maternidad. Se hace un certificado falso que asegura que la progenitora es la mujer adoptante. El niño nunca podrá rastrear sus orígenes. Además, ahí sí se precisa un "contacto" en el hospital.
Para Scarone, el hecho de que se cometan estos delitos no significa que la ley no esté adaptada a la realidad, y cuestionó esas acciones. "Si como ser humano cometo un delito para tener un hijo, entonces me preguntaría qué clase de ser humano soy", expresó. "Desde el punto de vista de la salud mental me preocupa enormemente".
La tercera opción para "huir" del Inau es solicitar la tenencia del niño, que desde la aprobación de la ley está prohibida con fines de adopción. Significa que nunca se podrán hacer los trámites para legitimarlo como hijo: no tendrá los apellidos de los adoptantes ni gozará de los derechos sucesorios, entre otras cosas.
El abogado, quien pidió mantener su identidad en reserva, planteó una situación hipotética como cuestionamiento a la ley: una madre le da la tenencia a su vecina, y a los pocos años, fallece. Al morir, pierde la patria potestad. Ese niño, ¿no tiene derecho a que su vecina lo adopte? Porque la ley también establece que se buscará siempre el "interés superior" de éste.
"¿Por qué tendría que adoptarlo?", replicó Scarone ante el planteo. "Para ser familia adoptiva tenés que tener una cantidad de cosas resueltas como persona", dijo en alusión a la protección del niño y sus garantías. Pero también comentó que "probablemente, si tiene la tenencia pueda adoptarlo un tiempo después". En realidad, la ley no dice eso.
Es una de tantas dudas que se han planteado tras su aprobación. Aunque la más mencionada ha sido la adopción por parte de parejas homosexuales (ver recuadro), se ha cuestionado, por ejemplo, qué tan sano es para el niño el artículo que establece que si hubiera vínculos familiares "altamente positivos", la pareja adoptiva deberá aceptar regímenes de visita.
En el Inau están convencidos de conservar al niño con su familia biológica siempre que se pueda. El Estado, a través del Centro de Estudio y Derivación (que depende del Inau), intenta solucionar problemas como la falta de recursos materiales o emocionales para paternar y maternar. Se investiga largamente cada situación, y la adopción es siempre la última medida. Eso explica que la gran mayoría de los 4.653 niños internados en hogares a tiempo completo no estén en condiciones de ser dados en adopción.
Si bien no se conoce exactamente cuántos niños hay disponibles para entregar a una familia adoptiva, se sabe que son muy pocos y llamativamente menos que los solicitantes. Entre las parejas en estudio, las ya aceptadas y las que transcurren su primer año de tenencia, a la fecha el Inau tiene registradas a 550 familias. Por año se anotan, en promedio, 130. Y se concretan sólo 60 adopciones.
Para el instituto eso es bueno porque significa que las familias uruguayas están pudiendo encargarse de sus hijos. Pero algunas parejas que están en lista de espera observan con impotencia a los niños de los hogares que, por tener un contacto quizá anual con su familia de origen, no acceden a una familia "en serio".
Sin hijos, sin padres. Andrea tiene 42 años y Juan 10 más que ella. Invirtieron 25.000 dólares en tratamientos pero no lograron engendrar un hijo. Su historia en el Inau se remonta a 2002.
Además del largo proceso que en su caso fue de cinco años y en promedio, según el Inau, suele ser de cuatro, el drama de esta pareja fue ser mayores. De primera les dijeron que no accederían a un niño menor al año de vida. El límite para conseguir bebés son los 40 años. El criterio del Inau, explicó Scarone, varía según las edades de los niños que haya y la cantidad de aspirantes, pero responde a una proyección: "¿en qué condiciones llegan esas parejas a un momento tan complejo como es la adolescencia?", reflexionó.
Andrea y Juan sufrieron lo que para ellos fue un trato frío e incisivo. En las entrevistas con la psicóloga, él tuvo que responder qué haría en situaciones hipotéticas. Por ejemplo: "si usted está 100% seguro que el niño nunca se enterará de que es adoptado, ¿se lo diría?". Para Juan fue una encrucijada porque no existía tal posibilidad. Cometió el error de ser sincero, dice, y alegar que quizá preferiría ahorrarle el sufrimiento al niño.
Pasaron años sin saber nada del Inau. Quizá influyó la edad, quizá esas respuestas fallidas. De todas formas, a través del contacto con un médico consiguieron a su hijo que hoy ya cumplió cuatro años.
En el momento en que lo tuvieron consigo -recién nacido-, avisaron al Inau que ya habían conseguido adoptar, pero que querían mantenerse en el registro para un segundo hijo. Inmediatamente pasaron al último lugar de la lista, pero eso no importaba porque pasarían años antes de desear otro niño.
Siguen esperando. La última vez que insistieron fue en 2008. Habían perdido su expediente, no contestaban los llamados. Volvieron a pasar por las entrevistas y las preguntas acorraladoras. Pero nada.
Se sienten discriminados por la edad. "A mí nadie me preguntó por qué quise ser madre de grande", dice Andrea, y cuenta que al provenir de una familia humilde tuvo que estudiar y trabajar para alcanzar una situación económica adecuada para tener un hijo. La historia de Juan es distinta; quedó viudo en su primer matrimonio, y varios años más tarde se casó con Andrea.
"A esta altura me van a dar un adolescente", ironiza ella. En realidad, sienten que después de la ley, se les "cerraron las puertas" ya que el Inau no los "tiene en cuenta".
"Nos preocupan fundamentalmente los tiempos de los niños", argumentó Scarone acusando la concepción "adultocéntrica" que se tiene en Uruguay sobre la adopción. Recordó, además, la desproporción que existe entre aspirantes y niños disponibles para dar.
De todas formas, fue optimista en cuanto a que con la nueva ley se terminen las situaciones que se daban "por fuera del marco institucional, donde no se brindaban garantías a los niños". "Todos ellos van a pasar a nuestro departamento. Mayor cantidad de ingresos, menor tiempo de respuesta a las familias", proyectó.
Cuando los medios informan sobre adopción, dijo Scarone, siempre se centran en el tiempo que esperan las familias. "¿Nadie se pregunta cuánto tiempo esperan los niños? ¿Si hay algunos que no tienen respuesta?", cuestionó. "La adopción debe ser la respuesta para el niño que no puede tener familia, no para la pareja que desea ser padres sin importar cuáles sean los medios. Los adultos no necesitamos hijos. El derecho es a tener una familia".
Según datos del Sistema de Información para la Infancia, el 60% de los niños institucionalizados en el Inau es mayor de dos años. Un 34% tiene de seis años en adelante. Muchos de esos niños perfectamente podrían ser adoptados, pero es muy raro que una pareja los quiera (ver nota en la página siguiente).
Quizá el sistema logre acelerarse y cumpla con los tiempos estipulados. Quizá eso repercuta en una disminución de los niños sin respuesta. Quizá el Inau logre revertir su imagen y finalmente centralice todos los casos que aún hoy se le escapan de las manos. Quizá sean demasiados "quizá" para una realidad tan alejada.
"Adopté un niño haitiano, qué bueno que soy"
La ola de uruguayos que hizo sonar el teléfono del Inau incesantemente tras el terremoto en Haití, llevó al equipo técnico de adopción a serias reflexiones. La negativa fue contundente, ya que los organismos internacionales recomiendan no proceder hasta identificar los orígenes del niño con claridad. De todas formas, la adopción internacional existe y es viable con una larga serie de condicionantes. La insistencia de los interesados generó el cuestionamiento sobre qué tipo de sociedad es la uruguaya. "Cuando acá queda un pequeñito de la etnia negra, es muy difícil su integración a una familia, pero los teléfonos se desbordaron recibiendo llamadas para adoptar niños haitianos", relata Beatriz Scarone, directora del departamento de Legitimación Adoptiva y Adopción del Inau. "Quisiera creer que no hay un elemento de que `como adopté un haitiano, qué bueno que soy`", señaló. Scarone agregó que la sociedad uruguaya tiene "esa cosa medio embromada" de hacer filantropía al adoptar. En los últimos 25 años en Uruguay se han concretado apenas 10 adopciones internacionales.
Madres sin control, más sífilis
Antes de la nueva ley, la madre biológica que daba a su hijo a través del Movimiento Familiar Cristiano o bajo el régimen de "guarda puesta" (un intermediario cobraba por el contacto entre la madre y la pareja adoptiva), se hacía todos los controles del embarazo, además de contar con atención psicológica. El Inau no brindaba ese servicio argumentando ser instituto del niño y no del adulto. Ahora un artículo de la normativa dice que se crearán programas de "asesoramiento y a poyo a progenitores". Aún no se ha implementado nada en ese sentido. Un abogado que prefirió no revelar su identidad, opinó que la falta de controles durante el embarazo está repercutiendo en el aumento de sífilis congénita. De hecho, un estudio de la Revista Médica Uruguaya concluye que el aumento de la enfermedad en los últimos tiempos responde a fallas los hospitales de Salud Pública.
¿Qué sucedió?
Gays no adoptan
Lo más polémico de la aprobación de la ley 18.590 fue la posibilidad de adopción por parte de parejas homosexuales. Pero después de tanto revuelo, no se concretó ninguna. En octubre y durante los siguientes meses fue tema de debate si la ley lo habilitaba o no. Por un lado, el artículo 140 habla de "cónyuges o concubinos" con "al menos cuatro años de vida en común", sin aclarar nada acerca del sexo de los mismos. Sin embargo, la modificación al artículo 1 dice que el primer apellido será el del "padre" y el segundo el de la "madre". Juan Andrés Ramírez, jurista y catedrático grado cinco, afirma que eso es definitorio para la negativa. La cátedra de Derecho y otros expertos piensan igual. De todas formas quedó abierto el debate sobre la posibilidad. Se ha hablado de una ley interpretativa, pero por ahora no se ha vuelto a discutir el asunto a nivel parlamentario. En el Inau, explicó la directora Beatriz Scarone, tienen que "dar respuesta a todas las parejas". El equipo técnico está afinando qué aspectos tendría en cuenta si se presentara una pareja homosexual, pero Scarone aclaró que el proceso para determinar la aptitud será el mismo que para los heterosexuales. Hubo tres casos de parejas gays que solicitaron hora para una primera entrevista, pero no se presentaron llegado el día. (Informe El País)

1 comentario

andres giacobone -

Hola en el dia de hoy estoy organizando un movimiento para sacarle tanta burocracia a las adopciones de este pais si me puenden mandar la mayor informacion posible se los agradezco, y espero q se sumen a las causas y si me ayudan a divulgarlo mejor.