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CAUSA ABIERTA

Astiz, el "Ángel rubio", una de las caras del horror de la dictadura argentina

Astiz, el "Ángel rubio", una de las caras del horror de la dictadura argentina

Corría enero de 1998 cuando el ex marino Alfredo Astiz, quien desde hoy rinde cuentas ante la Justicia por sus crímenes en los "años de plomo" en Argentina, confesó sin remordimientos que era un personaje "entrenado para matar".
"La Armada no me enseñó a construir, sino a destruir. Sé colocar minas y bombas, sé infiltrarme, sé desarmar una organización, sé matar. Todo lo sé hacer bien. Soy bruto, pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida, que fue meterme en la Marina", dijo a la desaparecida revista Tres puntos.
Pocas veces alguien logró definirse con semejante precisión como aquella vez hizo el "Ángel de la muerte" o el "Ángel rubio", los apodos con los que este ex capitán de fragata pasará tristemente a la historia.
Pocas veces, también, alguien cosechó tanto rechazo social como este represor, símbolo inequívoco de la última dictadura militar (1976-1983).
Alfredo Astiz nació el 8 de noviembre de 1951 y tras el golpe de Estado de 1976 fue asignado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde funcionó la principal cárcel clandestina del régimen de facto.
Astiz perteneció al Grupo de Tareas 332 (GT 332), responsable de innumerables secuestros de personas que permanecieron cautivas en la sede de la ESMA, en la zona norte de Buenos Aires.
Los organismos humanitarios calculan que por ese centro de detención y tortura pasaron unas 5.000 personas, de las cuales sobrevivieron cerca de 100.
La ESMA fue, además, el punto de partida para los "vuelos de la muerte", desde los que los detenidos eran arrojados vivos al mar.
En plena dictadura Astiz se valió de su aspecto angelical y el falso nombre de Gustavo Niño para simular ser el hermano de un desaparecido e infiltrarse entre las Madres de Plaza de Mayo, que comenzaban a organizarse para reclamar por sus hijos secuestrados.
En ese contexto, el 10 de diciembre de 1977 y en la puerta de la iglesia Santa Cruz, por entonces punto de reunión de los activistas de derechos humanos, Astiz "marcó" con un beso a quienes horas después serían "chupadas" por el GT 332: Azucena Villaflor, Esther Ballestrino y María Ponce, las fundadoras de esa organización.
La misma suerte corrieron las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet, quienes permanecieron cautivas en la ESMA hasta que fueron arrojadas al mar desde un avión militar.
Tiempo después el marino asesinó por error a la adolescente sueca Dagmar Hagelin al confundirla con una guerrillera.
En 1982, durante la guerra con el Reino Unido por las islas Malvinas, Astiz integró un grupo de comandos al que se le asignó la defensa del archipiélago de las Georgias del Sur. Se rindió sin disparar un solo tiro y quedó detenido como prisionero de guerra de las fuerzas británicas.
Francia y Suecia aprovecharon la ocasión para pedir al Reino Unido su extradición, pero la entonces primera ministra británica, Margaret Thatcher, la negó y devolvió a Astiz a Argentina.
La causa penal en su contra por la desaparición de la joven sueca fue cerrada en 1986 al considerarse prescrita y cuatro años más tarde Francia lo condenó en ausencia a prisión perpetua por el asesinato de las religiosas Domon y Duquet.
Astiz fue expulsado en 1998 de la Marina y en 2003, tras la anulación parlamentaria de las "leyes del perdón", el ex militar, que actualmente padece de un cáncer de páncreas, volvió a ser procesado en varias causas por delitos de lesa humanidad.
Ese mismo año regresó a la cárcel y en 2006 un tribunal ordenó la reapertura de la investigación por la desaparición de Hagelin.
También ha sido requerido por jueces de España, Suecia e Italia, donde en 2007 fue condenado en ausencia a prisión perpetua por la desaparición de tres italianos durante la dictadura argentina.

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