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CAUSA ABIERTA

Cada día más personas deciden hacer de los hoteles sus hogares

Cada día más personas deciden hacer de los hoteles sus hogares

Suelen ser lugares de paso, por razones de descanso o de negocios. Sin embargo, los hoteles se han convertido para algunos en sus casas. Expertos en finanza personal de Colombia los ven como opción para tiempos de crisis.
La puerta de la suite tiene una placa dorada con su nombre: Dominique Garelli. Es el piso 22 del Hotel Tequendama y ella abre y da la bienvenida a "su casa", un espacio de 53 metros cuadrados que ya tiene su marca personal. Dominique llegó hace 19 años a Colombia y hace cuatro vive en esta suite del hotel bogotano. Las razones por las que se vino de su Francia natal -nació al sur, en Ramatuelle-, las resume en lo siguiente: vino detrás de un gran amor. Y no habla más al respecto. Vivió doce años en Cúcuta y cuando llegó a Bogotá un amigo le recomendó alojarse en este hotel. "Dijo que era el lugar para mí, y no se equivocó", recuerda. Solo puso un par de requisitos: que fuera una suite silenciosa y tuviera vista a Monserrate. "Me dieron lo que quería. No suenan ni las moscas".
Dominique es un ejemplo de una tendencia que viene en aumento: la de personas que deciden convertir un hotel en su lugar de residencia. Los hoteles, por lo general, son sitios de paso a los que se llega por placer o por trabajo. De hecho, la sola palabra -hotel- suele traer a la mente la idea de maletas, de desplazamiento,de algo temporal. No obstante, esto está cambiando incluso por recomendaciones de los grandes gurús en economía. Hace poco el famoso experto en banca personal, el británico Lorne Spicer -que tiene un espacio de opinión en la cadena BBC-, afirmó que, ante la crisis de la economía, puede resultar "más cómodo y práctico, para una persona sola o una pareja, vivir en un hotel que alquilar una casa". Spicer mostró las cifras que respaldaban su argumento, y además dio otras ventajas: no se tiene que pensar en las tareas de limpieza, no hay que estar pendiente de las facturas de servicios ni de ningún problema doméstico.
Santiago Perry lleva un par de meses viviendo en una suite del Grand House, al norte de Bogotá, y le esperan por lo menos otros cuatro. Historiador y chef profesional, Perry decidió irse a vivir a un hotel mientras su casa está en remodelación total. Otra opción habría sido alquilar un apartamento, pero no le fue fácil encontrar un contrato por solo seis meses, cuenta. Así que ahora, en compañía de su mamá, vive en la suite 212 con dos cuartos, dos baños y una sala. En total 60 metros cuadrados más una terraza. "Cuando vas a un hotel por corto tiempo, lo que te gusta es que sea todo lo que no es tu casa -dice Santiago-. Pero si va a ser una estadía larga, lo que quieres es que se parezca a tu propio espacio. Y lo hemos logrado". En su suite hay portarretratos familiares, los discos compactos que más le gustan, sus vitaminas en el baño. "Ya lo personalizamos todo".
Mauricio Villafrade, gerente del Grand House, afirma que esta alternativa de estadías largas también favorece a los hoteles, pues garantiza la ocupación de habitaciones. A esta clase de clientes se les hace una rebaja en la tarifa en relación con la que pagan huéspedes que permanecen apenas dos o tres días, que -según datos de Cotelco- es la estadía promedio de los huéspedes en Colombia.
Varios hoteles europeos han lanzado lo que han llamado "habitaciones anticrisis", adecuadas para estos tiempos de recesión: se trata de ofrecer la posibilidad de vivir por un tiempo prolongando en sus suites a precio moderado. España tiene algunos que ofrecen habitaciones por 350 euros al mes (poco menos de un millón de pesos). La tendencia también llegó a Estados Unidos. "Mientras los trabajos desaparecen, los hoteles se han convertido en hogares", afirman los comentaristas económicos. "Hice cuentas y me resultaba más económico la alternativa de un hotel -cuenta Santiago-. Se paga una mensualidad y no quedan más facturas pendientes". De todas maneras, tanto su cuenta como la de Dominique pueden llegar a los cinco millones de pesos al mes.
Dominique afirma que en un hotel es donde se siente más cómoda y no está preocupada por el hecho de no tratarse de una propiedad suya.
"No me interesa tener algo mío -dice-. Solo soy apegada a mis libros y a mis discos". Ella es pensionada de una editorial francesa en la que trabajó como directora del departamento fotográfico. Y de hecho en su suite abundan los libros y los casetes de música clásica. Con el paso de los días, le puso su toque personal: remodeló detalles de la cocina, llevó algunos muebles y cambió el color de las paredes.
"La gente del hotel es muy querida conmigo -dice-. Como no tengo familia, ellos se han convertido en mi familia adoptiva. Aquí vivo feliz y aquí seguiré. A menos que me saquen". Su rostro ya es conocido en todos los rincones del hotel... De pronto puede llegar a pasar con Dominique lo mismo que sucedió con un matrimonio inglés que lleva viviendo 22 años en un hotel londinense de la cadena Travelodge: el gerente decidió nombrar la  habitación 'Suite Davidson' (apellido de la pareja), por la gran fidelidad de sus huespedes.
Hasta ahora lo más frecuente es que estos huéspedes prolongados fueran ejecutivos extranjeros de paso por el país. De ellos, por ejemplo, conoce bastante el hotel 104 Art Suites, en Bogotá, que tiene espacios que se pueden asimilar a pequeños apartamentos. Un par de pilotos ingleses llevan allí más de un año de hospedaje. "Casi ni los vemos -cuenta Juliana Conde, encargada de Relaciones Públicas del hotel-. Su itinerario de vuelos apenas los deja aparecer unos minutos por el lobby". Ellos prefieren no dar la cara. En efecto, una de las cosas que más les favorece y les llama la atención de este tipo de vivienda es la privacidad y la seguridad que les garantiza.
Para muchos, sin embargo, vivir día tras día en un hotel no es tan atractivo. "Así tengan miles de estrellas encima, son sitios fríos e impersonales -dice Camilo Barón, viajero frecuente por negocios-. Cuatro paredes de una habitación que no es propia". Pero tiene sus ventajas, y no solo por cuenta de estos tiempos de crisis. "Un día llegué de rumba a las tres de la mañana y me subieron una hamburguesa a la habitación... ¿Dónde más pasa eso? -dice Santiago-. La casa sigue siendo la casa, pero por una temporada el hotel es una delicia. El problema va a ser desacostumbrarme".
Ya lo dijo el escritor alemán Bertolt Brecht: Vivir en un hotel es "concebir la vida como una novela". (Informe de El Tiempo)

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